Febrero 13, 2019 | Por: Alejandro Porte Petit
La elección federal de 2018 constituyó un
parteaguas con respecto de la distribución de poder, por lo que configuró un
nuevo rostro del sistema de partidos en México, un nuevo rostro que, con todo,
aún está en proceso de transformación.
La teoría del realineamiento electoral surgió
en Estados Unidos, por lo que la genética de este cuerpo teórico está marcada por
el bipartidismo. Sin embargo, en México ha resultado ser de gran utilidad para
observar e interpretar las transformaciones políticas del país, tanto a nivel
federal, como estatal, así lo han demostrado los trabajos de Bravo Ahuja
(2010), Bravo Ahuja y Martínez (2014) y Mendoza (2016).
Este desarrollo teórico tiene por objetivo
identificar la estabilidad y cambio en los patrones de votación, ya que
considera al voto y la distribución de las preferencias electorales como la
punta de un iceberg que permite
apreciar como se distribuye el poder entre los grupos políticos, proyectos
políticos y desde luego visiones del mundo. Los resultados de la elección
federal 2018 no deja lugar a duda, el eje de la contienda fue sistema (PAN,
PRI, PRD) vs antisistema (Morena), y los proyectos políticos en pugna fueron el
libre mercado y la democracia liberal vs el Estado interventor y democracia
directa.
El realineamiento electoral tiene conceptos e
instrumentos que permite diseccionar los resultados arrojados por las
elecciones, por ejemplo, Era política (Shafer,
1991), este hace referencia a periodos en los que las preferencias electorales
son relativamente similares (estables) entre elección y elección, lo cual está
acompañado por un determinado proyecto político estatal, un determinado arreglo
institucional y políticas públicas específicas y, desde luego, un mismo grupo
político.
Bajo esta lógica, y de acuerdo con Key (1959),
una era política solamente se ve interrumpida por elecciones críticas, es decir, elecciones donde las preferencias
electorales se modifican de forma abrupta, rompiendo con la estabilidad del
proyecto político que se venía ejecutando, el arreglo institucional y la clase
política, otrora gobernante. Si esta elección inaugura un nuevo periodo de
estabilidad en las preferencias electorales, da continuidad de largo plazo a su
proyecto político y remplaza a la clase gobernante, se está en presencia de una
nueva era política, si solamente constituyó un movimiento abrupto de las
preferencias electorales, pero estas vuelven a su cause en la siguiente
elección, entonces se le denomina elección
desviada.
Es innegable que la elección 2018 fue una
elección crítica, está por verse si la nueva clase gobernante logrará dar
continuidad a su proyecto político para inaugurar una nueva era política en el
país, o si solamente fue una elección desviada. Sin embargo, a partir de un
ejercicio analítico sobre la oposición partidista no es descabellado aventurase
a señalar que se está en la antesala de un nuevo sistema de partidos.
Acción Nacional no solamente enfrenta fuertes
divisiones internas, sino que tiene ante sí la posible aparición del partido político
México Libre, con el cual rivalizará por capturar a los votantes que se ubican
a la derecha del espectro político, además este nuevo partido político tendrá
entre sus posibles liderazgos al expresidente Calderón y a Margarita Zavala,
actores que por su peso específico atraerán a militantes panistas inconformes.
El Partido de la Revolución Democrática está
dividido entre quienes desean colaborar con la agenda del presidente López
Obrador y quienes prefieren ser una oposición clara, además, en el imaginario
colectivo tanto Morena como el PRD se ubican a la izquierda por lo que compiten
por el mismo segmento de votantes, pero el PRD no tiene un solo liderazgo capaz
de rivalizar con la alta popularidad del presidente López Obrador.
Por cuanto al Partido Revolucionario
Institucional, este no solamente carga con una elevada percepción de
corrupción, además pareciera que sus liderazgos no se han recuperado del duro
golpe propinado por Morena en julio de 2018 y no saben hacia dónde conducir el
partido, además en el camino han comenzado las escisiones; César Augusto
Santiago abandonó el partido por considerar que este es renuente a la
renovación, más graves aún, tiene la intención de fundar su propio partido
político, el cual competirá con el PRI por el mismo segmento de votantes.
No obstante, familiares de la maestra Elba
Esther Gordillo también están ya inmersos en el proceso para obtener el
registro de un nuevo partido político, a saber, Redes Sociales Progresistas,
con la finalidad de volver a articular electoralmente al magisterio. También Gabriel
Quadri se encuentra en el proceso de formalizar un partido político de corte
liberal y que llevará por nombre Cambiemos. A estos debemos sumar cuando menos
un centenar de proyectos partidistas.[1]
Si bien es cierto la mayoría de estos intentos
de partido político no lograrán concretarse, en la elección intermedia de 2021
veremos a los desdibujados y tradicionales partidos políticos hacer su mayor
esfuerzo -aunque inútil- por recuperar su credibilidad, se enfrentarán a un
fortalecido -gracias a Enrique Alfaro- Movimiento Ciudadano y al partido
político que ha logrado una concentración de poder nunca vista en la era
democrática de México, es decir Morena. Lo cual hará que el sistema de partidos
en la elección de 2024 se parezca muy poco o nada al de 2018. Además, una
fragmentación del voto entre 8, 9 o 10 opciones partidistas solamente dividiría
el voto, haciendo más fácil para el partido en el gobierno ganar la siguiente
elección.
Con todo, la razón por la cual dejó de
funcionar el modelo de partido hegemónico durante el Siglo XX fue porque los
mexicanos nos descubrimos y reconocimos como una sociedad plural, dicha
pluralidad aún está entre nosotros y no cabe solamente en Morena. Hoy es el
hartazgo con los errores de administraciones pasadas lo que pareciera homogeneizar
a los mexicanos, pero esa sensación pasará y todos los liderazgos, visiones y
proyectos que hoy están cohesionados en Morena saldrán a conformar una nueva
oferta partidista, es decir Morena puede convertirse en la matrioshka del nuevo sistema de partidos en México.
Bibliografía
·
Bravo Ahuja, M. Realineamiento electoral y alternancia en el poder ejecutivo en México
en México 1988-2009. México. Gernika, UNAM-FCPyS. 2010
·
Bravo Ahuja, M. y Martínez, G. Política, partidos políticos y elecciones en
México. Historias regionales 1980-2013. México. UNAM. 2014.
·
Mendoza, C. Realineamiento electoral y cambio político en Hidalgo y Veracruz
1988-2016. México. UNAM. 2016 (Tesis de maestría)
·
Shafer, B. The End of Realignment?
Interpreting American Electoral Eras. The University of Wisconsin Press. 1991.
·
Key, V.O. “Secular Realignment and the Party System”, en Journal of Politics, vol. 21. 1959
[1] X México; Pacto Tabasco;
Demócratas; Verdadera Alternativa para Mejorar y Organizar a la Sociedad;
Partido Ciudadano Independiente; Agrupación Política Nacional Migrante
Mexicana; Convicción Mexicana por la Democracia; Organización Promotora del
Partido Liberal de México; Organización de Ciudadanos Federalista Vanguardista;
Expresión Liberal Democrática; Frente Nacional; Todos Somos Uno; Demócrata;
Frente Nacional Socialista Institucional Mexicano, solo por mencionar algunos.