Noviembre 18, 2019 Por: Gloria Alcocer Olmos | Arturo Espinosa Silis
Descripción: Platicamos con el destacado
periodista Daniel Moreno Chávez, fundador de Animal Político.
GAO:
Strategia Electoral y Voz y Voto hacemos esta sección que se llama Ingredientes
de la Democracia; hemos entrevistado ya a María del Carmen Alanis,
José Woldenberg y hoy a ti. ¿Por qué entrevistar a
una persona que se dedica más al ámbito periodístico que al político-
electoral?, porque has narrado durante muchos años los sucesos que tienen que
ver con lo político y lo electoral, y para nosotros la democracia se compone de
diferentes visiones, no sólo la de especialistas en un tema específico.
GAO:
Voz y Voto tuvo el honor de que escribieras en su primera edición, publicada en
marzo de 1993, hace casi 27 años. Hoy contamos con 321 números publicado. A esa
distancia, ¿cómo ves el periodismo de investigación en México?, ¿qué diferencia
encuentras entre el periodismo, antes y durante la llamada 4T?, ¿cómo has
percibido su evolución?
DM:
El periodismo en México, estuvo marcado, soy un convencido de ello, por un tema
clave que se llama publicidad oficial. ¿Por qué lo menciono así?, porque creo
que la historia del periodismo mexicano ha estado marcada por una relación de
dependencia económica con el gobierno en turno y eso ha dificultado
notablemente el ejercicio del periodismo libre. Evidentemente hay muchos
ejemplos de periodismo libre, pero creo que son más excepción que regla. Si
hacemos una revisión de 100 años de periodismo, arrancando en 1896 cuando nace
el periódico El Imparcial −el primer gran periódico en México en muchos
sentidos−, es el primero que entiende al periodismo como información más
que como opinión, fue el primero con grandes tirajes, aunque también fue el
primero en tener una relación de dependencia económica con el gobierno;
paradójicamente se llamaba El Imparcial. Desde entonces y en adelante,
lo que vemos es un periodismo muy vinculado al poder, un periodismo que nace y
crece, en más de una ocasión, apoyando a grupos en el poder. Incluso, El
Imparcial nació y murió con el porfirismo, pero lo mismo podríamos decir de
otros medios como El Universal, Excélsior, Novedades, El Heraldo, periódicos que
en su momento nacieron y crecieron por una relación con grupos de poder. Hacia
delante veríamos la repetición de casos en donde el periodismo se hacía
fundamentalmente para que los leyera el poder y los financiara. Insisto que hay
muchísimas excepciones, generalizar siempre es injusto, pero creo que esa es la
marca fundamental del periodismo en el siglo XX mexicano.
También
estoy convencido de que en los últimos 25 o 30 años ha habido un crecimiento
notable del periodismo libre y de investigación. Habría que mencionar también
casos significativos como Proceso y Uno más Uno hace poco más de 40 años, está
La Jornada sin duda, pero también creo que el periódico Reforma tiene un papel
muy importante en esto. Reforma representa un modelo de negocio distinto, una
forma diferente de entender el periodismo y de relacionarse con los lectores.
Más allá de las críticas que pudiéramos hacer del periódico en otros sentidos,
es interesante resaltar la decisión que toma en relación a sus ingresos
oficiales, que es que nunca superen el 15 o el 20 por ciento de sus ingresos
totales y eso le da un margen de libertad importante.
A
partir de entonces hemos visto el nacimiento y el crecimiento, cada vez más, de
periodismo libre. Periodismo libre con los excesos, con las torpezas, con los
errores propios del ejercicio periodístico mismo, pero también de otras cosas,
como la falta de preparación, falta de entendimiento de lo que quieren los
lectores y otras razones más, pero es un periodismo que sin duda ha tenido un
papel relevante en la transición democrática o alternancia, como la queramos
definir, en este país.
En
temas específicamente electorales, antes de 1985 la cobertura de elecciones en
México era casi el mero registro de un hecho que ni siquiera era noticia, que
obviamente era el triunfo del partido oficial. En 1985, pero sobre todo en 1986
con Chihuahua y Durango –conflicto postelectoral de elecciones estatales; el
PAN acusó fraude electoral–, y todo lo que se vio entonces, se veía ya un periodismo
que empezó a registrar los hechos de manera distinta. El ejemplo más claro de
todos fue la cobertura notable, e impensable en años anteriores, que le dio
Proceso a esos acontecimientos. No podemos eludir la cobertura que hubo de
elecciones violentas a finales de la década de los ochenta y principios de los
noventa en México, marcadas por conflictos postelectorales y por muertes que
fueron bien cubiertas por los medios. No obstante, si revisáramos la totalidad
de los medios, quizá el periodismo más cercano al poder era el que predominaba,
al menos, en términos cuantitativos.
Ya
en estos últimos años se dio un crecimiento notable del periodismo
independiente. A esto hay que sumarle un segundo hecho fundamental para
analizar a los medios, que es el nacimiento y crecimiento de las redes
sociales. Esto lo digo fundamentalmente por dos razones: primero, por la
posibilidad de que casi cualquier ciudadano pueda reportar hechos informativos
y sobre todo opinar. Esto le da una diversidad muy importante al mundo
periodístico, sobre todo al periodismo de opinión. Lo segundo y quizá más
determinante, es que las redes sociales se vuelven la forma de consumo
informativo más relevante en el mundo, no solo en México. Es decir, la gente
cambia el consumo tradicional de los medios y vuelve a Facebook su portada,
igual que Twitter, porque es ahí donde se entera de los principales hechos
informativos, con todo lo que ello implica para bien y para mal; para bien en
términos de libertad, y para mal en términos de rigor.
También
creo que tendríamos que mencionar otros elementos como la crisis mundial que
atraviesan los medios. Es un hecho real que los periódicos van a la baja, que
la radio cada vez es menos consumida por jóvenes, que la televisión tiene cada
vez más competencia por la televisión satelital o por las diferentes
plataformas como Netflix. Sin embargo, hay un elemento indispensable a
reconocer en términos críticos, llegamos a 2018 con una crisis de credibilidad
en los medios; es decir, en los medios no necesariamente se reflejó lo que
después sería la abrumadora ventaja de López Obrador sobre sus adversarios; no
necesariamente supimos leer lo que estaba pasando en el país. Una crisis en
parte bien ganada, bien ganada por todas estas cosas que menciono, hablamos de
un sexenio de Enrique Peña Nieto donde las cantidades de dinero público pues
llegaron a los ocho o diez mil millones de pesos al año. Esto sin duda fue una
marca importante para los medios, para el ejercicio periodístico, para el
ejercicio del periodismo libre, pues llegamos al arranque de un gobierno con
esta crisis de credibilidad en los medios.
Del
2018 para acá ha habido cambios, yo creo que importantes. Primero, la
disminución, notabilísima, de la publicidad oficial, algo celebrable porque ha
obligado a los medios a repensar su modelo de negocios, incluso, a distanciarse
del poder. Este año es muy probable que se gaste quizá, una tercera parte de lo
que se gastó el año pasado y antepasado. Segundo, llega un gobierno encabezado
por un presidente que desconfía profundamente de los medios, desconfianza de la
que los medios somos corresponsables, no eludo en absoluto ese hecho. Somos
corresponsables por la cobertura que se hizo de muchos hechos informativos
vinculados con el hoy presidente que creo que dejaron mucho que desear, pero al
mismo tiempo ha llevado al extremo esa desconfianza, de tal manera que nos
queda claro a los periodistas que a este gobierno no le gusta ni la
información, ni la trasparencia, ni la rendición de cuentas, y eso lo está haciendo
un modelo complejo. No ha sido fácil hacer periodismo en este sexenio, no
necesariamente por las amenazas o los cañonazos del pasado, pero sí por esa
actitud del gobierno y del presidente de la República. Tercero, porque las
redes sociales han permitido el nacimiento y crecimiento de medios de
comunicación en donde el periodismo no es la prioridad si no la propaganda. Es
decir, medios que abiertamente han tomado la decisión de apoyar al presidente,
de respaldar al presidente y de objetar todo lo que tenga que ver con la mínima
critica que se le haga al poder. Esos propagandistas, como yo les llamo, u
opinadores con cámaras de video, han ganado adeptos, en parte por las
deficiencias propias de los medios o porque a la gente le gusta, más que
informarse, escuchar opiniones que ratifiquen su propia opinión. Uno de los
problemas de las redes sociales es que nos hemos metido en burbujas donde
escuchamos solo a los que opinan como nosotros y difícilmente nos abrimos a
otros aspectos. Esto por un lado, pero hay otro hecho real y es que el
presidente tiene un respaldo importante de la población y esa población está
dispuesta a manifestarse y a criticarte en redes sociales cuando intentas hacer
periodismo porque se cree que el periodismo busca golpear cuando ese no es su
objetivo. Creo entonces que este año ha sido complejo por la suma de estos
elementos: por la crisis del modelo de negocios, por un gobierno que no le
gusta el periodismo, que no le gusta rendir cuentas, por el crecimiento de
medios alternativos, o como queramos llamarles, que básicamente militan y no
informan por redes sociales, en donde la gente está dispuesta a apoyar al
presidente y a acosar a quienes opinan distinto. Aun así, nunca dejaré de
reconocer y de subrayar, que hoy se hace más y mejor periodismo que en
cualquier otro momento de la historia de este país.
GAO:
En el trabajo periodístico que se ha realizado en Animal Político −medio
que diriges−, hicieron una de las investigaciones más importantes en el
tema de corrupción, como la Estafa Maestra. ¿Crees que la corrupción siga
siendo el mayor flagelo en México? Pareciera que en el discurso oficial del
presidente el problema es solo corrupción y más corrupción. Y la inseguridad,
¿qué pasa?, para ti, ¿la corrupción sigue siendo el tema principal o hay otros?
DM:
Para resumirlo o simplificarlo, nombro tres problemas centrales que marcan,
además de la vida cotidiana de este país, la agenda de políticas públicas y la
agenda informativa, en este caso de Animal Político y seguro de muchos medios
más, son: corrupción, violencia y desigualdad. Temas que además tienen su
justificación en lo que ocurrió en los sexenios anteriores, con gobiernos que
fueron incapaces de derrotar a la pobreza, en donde la corrupción fue la marca
de la casa y en donde la violencia tuvo un crecimiento exponencial. Partiendo
de subrayar de dónde venimos −es importante recordarlo siempre−,
que venimos de un hoyo negro en términos de corrupción, de un gobierno corrupto
como muy pocos en la historia, que fue el caso de Enrique Peña Nieto, hoy
podemos decir que hay cambios notables, aunque no necesariamente definitivos.
Sí creo que hay un cambio en el hecho mismo de que el presidente asuma que el
combate a la corrupción es fundamental y de que él y sus principales
funcionarios, me refiero en este caso a los secretarios de Estado, quizá a la
segunda línea que son los subsecretarios, estén siendo revisados
permanentemente respecto a si comenten actos de corrupción o no. Podemos y
debemos objetar la calidad técnica y la capacidad de más de un funcionario,
pero no creo que podamos comparar, por ejemplo, a la SEDATU de hoy con la
SEDATU de hace un año y medio, o a la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes de hoy, con la de hace un par de años. Sí hay claramente un cambio
en el estilo de gobernar, sin embargo, creo que es indispensable recordar que
la corrupción no se termina solo por voluntad, se termina con instituciones,
con rendición de cuentas, con seguimiento de procesos estrictos en la
asignación de contratos y que ese es un paso que todavía le falta dar a este
gobierno. Habrá que decir lo obvio, que es un gobierno que tiene 11 meses, pero
también hay que subrayar, que en un país, en donde la corrupción ha sido tan
importante, no podemos dejar de mencionar que tiene que haber transparencia y
rendición de cuentas cuando se habla, por ejemplo, de asignación de contratos.
Hoy no sabemos realmente como se están entregando los contratos. No podemos
olvidar que el Sistema Nacional Anticorrupción es un elefante blanco que nunca
se ha terminado de consolidar; no podemos eludir que la Secretaría de la
Función Pública está encabezada por alguien que milita tan abiertamente en el lopezobradorismo y que no va a ser sencillo que ponga la
distancia necesaria para revisar a sus funcionarios; que los organismos autónomos
como el INAI han sido atacados más de una vez, golpeados en términos
presupuestales y de funciones, lo que limita la redición de cuentas. Habrá que
subrayar que la corrupción, si bien es cierto no está ni de lejos a nivel de lo
que vimos en el gobierno anterior, no podemos cantar victoria porque no es un
tema de discurso, es un tema de instituciones y de procesos, y en instituciones
y procesos nos falta mucho que construir.
GAO:
Yo insistiría, ¿y la inseguridad?, ¿qué pasa al respecto?
DM:
Si tuviéramos que hacer un balance de los primeros 11 meses, en esta lógica de
los tres temas que mencioné, te diría que hay avances en corrupción y
desigualdad, pero no en inseguridad, ahí no se ve mayor cosa, y peor aún, quizá
no vamos a ver avances en varios años. La estrategia de seguridad creo que
tiene una parte importante y destacable que es el tema social; el asumir que no
es solo con balazos como se combate al crimen organizado me parece interesante,
habrá que ver si funciona, pero, estrictamente en lo que se refiera al combate
al crimen organizado, creo que nos hemos quedado muy cortos. Los números son
inocultables, este va a ser el año más violento de la historia moderna en
México, nunca se habían matado a tantas personas. Ahora, ¿dejaron un cochinero
los gobiernos anteriores? Sí pero también creo que nos ha faltado ver una
estrategia clara, diferente, que vaya más allá de simplemente militarizar y
tener más policías.
GA:
Lo que vemos es que, en México, y creo que también en América Latina, como
Chile, Bolivia, Colombia, unos países con más efervescencia que otros –a
Ecuador en algún momento lo desplazó Chile, pero no quiere decir que no haya un
problema muy fuerte ahí–, es que hay un problema con la democracia, la
ciudadanía en general ya no cree en ella, ahora parece que se pelea por la
desigualdad.
GAO:
¿Por qué ese desencanto por la democracia? ¿Por qué crees que pasa eso?
DM:
Creo que, en buena medida, en América Latina, nos hemos preocupado demasiado
porque el que gobierne sea electo por el voto libre, libre incluso entre
comillas, pero digamos libre en términos generales, pero la democracia no ha
sido capaz de responder a algunas de las preocupaciones centrales y
absolutamente legitimas de la gente, específicamente en el tema de la
desigualdad.
Si
revisamos los índices de democracia que hay en América Latina, no hay ni la
menor duda que Chile estaría en los primeros lugares. Chile es un ejemplo de
democracia electoral en el mundo, pero de eso, a que sea un país que haya
enfrentado y resuelto la desigualdad, hay una gran distancia. Creo que en
América Latina el combate a la profunda desigualdad que existe, no ha ido a la
par de nuestras ansias por lograr democracia electoral. Creo que en muchos
países se ha logrado, seguramente con muchos defectos y con cosas que hay que
corregir, pero se ha logrado, no obstante no hemos sido capaces de resolver lo
otro. Las demandas de los chilenos en ese sentido me parecen francamente
claras. Chile es sin duda uno de los países más desiguales que podemos
encontrar, tiene una serie de políticas públicas que hasta a países con muchos
más problemas de otro tipo, como México, nos sorprende como en rubros de salud
pública, educación y universidades públicas, no ha sido capaces de satisfacer
las necesidades de su población. Lo que nos dice ese ejemplo, es que el voto
libre y el gobierno estable no pueden ser, por sí mismos, los objetivos de una
región que tiene en la corrupción, en la violencia y en la desigualdad, los
problemas más urgentes.
GAO:
Te pregunto de algo que va de la mano con los sistemas democráticos o en las
democracias, la libertad de expresión. Me parece que es un ingrediente
fundamental. ¿Crees que en México actualmente hay libertad de expresión?, ¿qué
nos haría falta?
DM:
La respuesta está más cercana al no que al sí. Hay que mencionar un dato
fundamental que es que, en México, los niveles en el ejercicio de la libertad
de expresión en regiones específicas, son muy diferentes unas de otras. En
Tamaulipas, el ejercicio periodístico es un hoyo negro; en regiones completas
de Michoacán, de Veracruz, de Sinaloa, no existe la libertad de expresión. Si
uno revisa desde la Ciudad de México los márgenes de la libertad de expresión
creo que son márgenes celebrables en buena medida, pero cuando uno se compara
con Tamaulipas las diferencias son tan brutales, que sería injusto celebrar
cualquier cosa vinculada con la libertad de expresión cuando hay regiones
completas en donde no se ejerce.
GAO:
No se ejerce ¿Por?
DM:
Por varias razones. Primero, por el crimen organizado que impide dos derechos
fundamentales que son libertad de expresión y el derecho a la información. Pero
no se ejerce también porque algunos gobiernos estatales, municipales o
expresiones del gobierno federal, que dificultan notablemente la libertad de expresión.
Decíamos hacer hace un momento: este es un gobierno federal al que no le gusta
el periodismo, al que no le gusta la opinión, la opinión diferente.
GAO:
Regaña a periodistas
DM:
Es un presidente que regaña a periodistas, que además le guarda rencor a
quienes opinan distinto y lo ha mostrado más de una vez en las conferencias
mañaneras; creo que los ataques recurrentes del presidente inhiben el ejercicio
de la libertad de expresión, eso parece sin duda un dato central. Pero si a eso
le añadimos gobiernos estatales, municipales y crimen organizado, grupos de
poder, grupos de interés en las diferentes regiones, el tema se vuelve
francamente preocupante. Hay gobernadores que están un paso más allá en su
crítica al periodismo y presionan muchísimo más todavía a los medios. Hay
gobiernos municipales que amenazan a los medios, a los periodistas, a los
opinadores, e incluso, al simple ejercicio de la libertad de expresión en redes
sociales de cualquier ciudadano. La injusticia que se da o las restricciones que
se dan en regiones importantes del país, son que se deben tomar en cuenta
porque son los que nos impedirían decir que en México hay libertad de
expresión.
GAO:
Parece que no hay un contrapeso a este gobierno, no tenemos claro quién está en
la oposición. Vemos regímenes donde los que gobiernan antes eran oposición, y
ahora ya no lo son. En ese sentido, ¿tú crees que lo que hacen en Animal
Político, un periodismo de investigación, un periodismo independiente puede ser
un contrapeso político para este gobierno?
DM:
No dudo que pueda ser, pero ese no es el objetivo. Nosotros no hacemos
periodismo buscando ser contrapeso, hacemos periodismo tratando de responder
básicamente a dos cosas fundamentales. Primero, para nosotros el periodismo es
un servicio a los lectores que es indispensable para el ejercicio de la
libertad. Nosotros partimos de la base de que informarle a la gente lo que pasa,
explicarle, darle el contexto, es una herramienta básica para que pueda tomar
sus decisiones con libertad, decisiones sobre cualquier tema. En segundo lugar,
aspiramos a que el periodismo que hacemos sirva para mejorar las cosas; es
decir, cuando publicamos lo de la Estafa Maestra, nuestro ánimo es que se haga
justicia, se detenga a los responsables, que se resuelvan procesos que impidan
que esto vuelva a ocurrir.
Creo
que los periodistas, por lo menos aquí, aunque estoy seguro que en muchos más
lados, entendemos el periodismo como una herramienta para enderezar el árbol
que está torcido, por usar una imagen que es recurrente entre los periodistas.
Nosotros no nos dedicamos a decir ¡te caché!, o a buscar lo malo en algo por
satisfacer un placer perverso. En nuestro ánimo está, por ejemplo, informar que
se está recortando el 90 por ciento al programa Prepa en Línea que atiende a
140 mil personas −esto de una nota que acabamos de publicar− y con
esos datos, abrir un debate sobre la pertinencia o no de recortar el
presupuesto en ese rubro. Cuando un periodista dice oye, estamos encontrando
que en la comunidad fulana los programas sociales no llegan, es con el ánimo de
que lleguen, de que haya un funcionario que diga, resolvámoslo. Nuestra
vocación no es ser contrapeso político, nuestra vocación es ser servidores
públicos, revelar, explicar, contar, dar contexto de lo que pasa en este país
para que la gente se entere y se pueda formar una opinión y, sobre todo, pueda
tomar decisiones con libertad.
GAO:
Animal Político es un medio digital y tú eres una persona a la que se le
denomina influencer o influyente en las redes sociodigitales, ¿crees que las redes sean un impulso de la
libertad de expresión o son más un espacio de odio y de negatividad como las
señalan algunos?, ¿cómo las miras?
DM:
Los dos puntos que mencionas no son contrapuestos. El ejercicio de la libertad
de expresión también incluye el legítimo derecho de odiar al prójimo. Las redes
sociales son, yo creo, una gran herramienta para el ejercicio de la libertad de
expresión y para conocer otras opiniones. Para los periodistas es
importantísimo porque no permite, por primera vez en nuestra vida, establecer
un diálogo con los lectores, saber qué es lo que leen, qué es lo que les gusta,
qué es lo que saben, qué es lo que opinan de lo que ocurre, de lo que
publicamos. Las redes sociales tienen en ese sentido grandes ventajas. Nunca
habíamos escuchado tantas opiniones, nunca habíamos tenido tantas fuentes
información, nunca había habido tantos ojos puestos en diferentes cosas;
evidentemente tiene sus riesgos y complejidades propias de las redes mismas.
Ejemplifico esto último con lo que dije hace un momento, que no me gusta que la
gente prefiera más la opinión que la información, porque parece que está más interesada
en ratificar su punto de vista que en informarse, o en tener su propio punto de
vista o escuchar el de los demás, eso sin duda es un problema de las redes
sociales, que te mete en una burbuja en donde solo escuchas a los que opinan
igual que tú.
También
es cierto que hay campañas de odio intensas, hay acoso. En Animal Político
hemos denunciado, más de una vez, campañas de acoso muy intensas en nuestra
contra y en contra de nuestros integrantes, no obstante, creo que ese es el
precio que hay que pagar, y en todo caso, prefiero pagar ese precio que tener
lo contrario. Cuando uno piensa en redes sociales piensa demasiado en Twitter
porque ahí es donde, por supuesto, se explota el acoso de una manera más
intensa, pero en términos reales, Facebook sigue siendo 4 o 5 veces más grande,
y ahí el ambiente es distinto, ahí sigue habiendo otras posibilidades de
diálogo.
Resumiría
que prefiero pagar el costo de leer un tweet de odio y poder escuchar a la
gente a la que en Animal Político hemos intentado servir, servir en el sentido
de serles útil, de darles un servicio y que por primera vez nos pueden hablar y
nosotros entender qué le gusta o qué no le gusta y por qué.
GAO:
Me llama la atención que mencionas dos plataformas constantemente, Facebook y
Twitter. ¿Qué pasa con Instagram por ejemplo? El grado de penetración para este
tipo de ejercicios.
DM:
No, sin duda tiene otros valores. En términos periodísticos, Instagram tiene
otra lógica, al ser mucho más difícil compartir links, el que siempre tenga una
imagen es una lógica distinta. Tengo hijas, una de 18 y otra de 20 años, y
tengo claro que Instagram tiene una potencia brutal sobre todo entre ese
público. Creo que los periodistas hemos ido poco a poco aprendiendo a usarlo.
Para los medios Facebook sigue siendo el medio más importante, el segundo lugar
está competido entre Twitter e Instagram.
GAO:
Sobre todo por este cambio generacional respecto a quién le comunicas. Nosotros
que venimos de una revista impresa con 320 números, luego esta transición a lo
digital. Lo que nos va quedando claro en Ingredientes de la Democracia es que
los públicos también cambian y las plataformas. Yo escucho mucho ese rollo de «las
nuevas tecnologías», híjole pues yo no sé si son tan nuevas.
DM:
Es como cuando alguien te dice el Internet es el futuro y dices, ¿pues en qué
año estaremos?
Para
los que nos dedicamos a esto de los medios, tanto ustedes como nosotros,
Facebook sigue siendo la plataforma, con mayúscula. Nuestros contenidos, tanto
los de Voz y Voto como de Animal Político son para gente un poco mayor de edad,
nos permite también tener la profundidad, cuando es necesario les podemos
ofrecer un link, y Twitter e Instagram tienen un vértigo distinto e incluso un
perfil de público distinto. Creo que Twitter es una red social en donde hay tal
rapidez que la profundidad es muy difícil. Para nuestros contenidos
específicamente sigo prefiriendo Facebook, aunque yo soy más tuitero que facebookero.