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¿Buen resultado, para quién?

El día de ayer, 10 de abril, se llevo a cabo la consulta de revocación de mandato. Las, los y les mexicanos teníamos la oportunidad de acudir a las urnas para decidir si el presidente de la República debía retirarse del cargo, hasta ahí bien ¿no?

Suena a un ejercicio de democracia que fortalece a la ciudadanía, pero, momento, también se podía elegir si se quedaba en el puesto ¿pues no que era un ejercicio de revocación, no de ratificación? Pues sí, así de extraño el panorama. Y con todo y eso casi un 18% del electorado en México salió a emitir su opinión. Nada mal para un ejercicio inédito en nuestro país.

Llevo varios años haciendo ejercicios de observación electoral, 16 años para ser precisa, y me ha tocado ver muchas cosas, desde elecciones con muy baja participación, hasta inmensas filas con personas buscando ejercer su derecho. He visto elecciones violentas, que nos han requerido implementar protocolos estrictos para la salvaguarda de nuestra seguridad, entre otras peculiaridades. El día de ayer cuatro mujeres -debidamente acreditadas- nos lanzamos a observar casillas de votación en algunas zonas de la Ciudad de México con la firme convicción de que nuestra sola presencia podía sumar a ese ejercicio.

¿Qué observamos?

En tan solo unas siete horas que duró nuestro recorrido lo que pude observar (ya mis colegas harán su propia narración) fue una baja participación, incluso en las tan conflictivas casillas especiales, en las que siempre hay incidentes por la saturación de electores, la jornada transcurrió con una participación continua, pero limitada.

Pudimos apreciar que, al exterior de muchas de las casillas que visitamos, por ejemplo, en la alcaldía Azcapotzalco, se encontraban dos o más personas con cuadernos, o listas de personas, en mano, “custodiando” a lo lejos. Observe también camionetas con propaganda a favor del presidente, estacionadas frente a casillas y, por cierto, cerca de las personas que aguardaban atentas, apuntando algo que nunca pudimos ver, pues al notar nuestra presencia como observadoras se alejaban, o nos tomaban fotografías como si ellas fueran las observadoras y nosotras las observadas.

Conforme avanzaba nuestro recorrido pasamos a otra alcaldía en la que pudimos ver algo que -para mí- era una suerte de leyenda urbana, pues en todos mis años de experiencia como observadora nunca me había tocado presenciar: viviendas decoradas con globos y justo ahí se encontraban personas con teléfonos celulares y listas para coordinar a los votantes, esas viviendas se encontraban, por cierto, cerca de las casillas. Una de mis colegas nos explicó, a manera de recordatorio, que los globos pueden ser señal de que ahí se puede pasar a cobrar por parte de quien ha vendido su voto. Así continuamos nuestro recorrido, entre globos y parejas de individuos, mujeres y hombres, con listas en mano, observando sigilosas a la salida de las casillas.

Cabe mencionar el papel de la ciudadanía que integró las mesas de casillas, dispuesta y amable para recibir a quienes quisieran emitir su sufragio, pendientes de las medidas sanitarias, realizando un trabajo voluntario, aún cuando muchas de ellas se sabían intimidadas adentro de la casilla por algunas personas representantes del partido en el poder, y fuera de la casilla por quienes parecían operar el acarreo al que ayer algunos actores políticos bautizaron como “raid”.

Veo el ejercicio de revocación de mandato como un mecanismo de democracia directa, que debe mantenerse y la ciudadanía contar con esa opción, pero lo que no puede seguir es la manipulación de dicho ejercicio por fuerzas político-partidistas o por funcionarios públicos. Hay que parar de tajo a las y los funcionarios que violan de forma flagrante la Constitución y las leyes, que prohíben hacer lo que hicieron ayer domingo: poner el aparato del Estado al servicio de “su presidente y su partido”. Y aun así, y con todo y lo que hicieron, solo un 18% de la lista nominal (aproximado) acudió a las urnas para votar como ellos querían.

El Instituto Nacional Electoral (INE) hizo su trabajo bajo condiciones adversas y lo hizo bien; menos protagonismo mediático de algunos de sus consejeros hubiera sido deseable frente a un escenario de tensiones, en las que de nada abonan guerras en redes sociodigitales y un ir y venir de declaraciones en medios de comunicación tradicionales. La mejor defensa del INE es con su trabajo, nada más y nada menos, y cabe recordar que el INE no es solo su consejo general sino varios miles de personas en todo el país, que forman parte del engranaje institucional que hace que las cosas marchen bien y las elecciones se lleven a cabo en paz y civilidad.

Sigamos fortaleciendo los ejercicios de democracia directa, sigamos realizando observación electoral, y ahí me detengo, en la observación electoral y la labor que realizamos. 

Hago un llamado a que las, los y les capacitadores asistentes electorales, las, los y les vocales ejecutivos distritales tengan claridad de nuestro trabajo y cómo podemos realizarlo, a que sean sensibles a nuestras actividades y no se vuelvan un obstáculo en el desempeño de nuestro ejercicio pues, lamentablemente, en la última parte de nuestro recorrido se nos amedrentó en el momento de realizar algunas fotografías dentro de la casilla, lo hicimos con previa autorización de las y los presidentes de casilla, sin entorpecer la jornada (el recinto no contaba con personas votando) sin poner en riesgo la imagen de nadie, salvaguardando la secrecía del voto si es que alguien se encontrara sufragando, tomando nuestra sana distancia y solo para documentar gráficamente nuestro trabajo. Se nos indicó que eso estaba prohibido e incluso me comunicaron a una vocal ejecutiva distrital quien reitero la prohibición, al solicitarle me indicara en que parte de la ley se señalaba la prohibición solo guardo silencio y me respondió “los observadores solo ven y punto”.

Pues no, las observadoras miramos, somos testigas, tenemos protocolos de actuación, estamos conscientes de lo que podemos hacer y no, sabemos de nuestros derechos y obligaciones, escribimos reportes técnicos, también crónicas como esta que lees en este momento.

Así esta breve crónica de nuestro recorrido de domingo de ramos, que no pretende ser reflejo de lo sucedido en todo el país, ni siquiera en toda la ciudad de México. Fue un ejercicio de observación realizado de manera voluntaria, con nuestros propios recursos, hecho a título personal y con la intención de contribuir con nuestros ojos y pasos a la construcción de ciudadanía y no solo de electorado.

Gracias Mariana, Ninfa y Daniela por caminar juntas y por conocer aún más y mejor esta que es nuestra ciudad. Para nosotras, sin duda, fue una jornada de buenos resultados por el solo hecho de participar como observadoras electorales. 


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Gloria Alcocer Olmos

Directora de la revista Voz y Voto.

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