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Democracias paritarias latinoamericanas

La última entrega editorial de la pareja creativa integrada por Flavia Freidenberg y Karolina Gilas (editoras), se titula La construcción de democracias paritarias en América Latina, largo y comprehensivo análisis del modo en que dieciocho democracias latinoamericanas han garantizado la paridad y la representación política de las mujeres durante el periodo que abarca de 1991 a 2022. En ese recorrido se hacen importantes aportaciones teóricas y reflexiones que, de modo topográfico, delinean la forma en que cada uno de los países analizados han intentado cumplir (o no), con su deber de avanzar en la paridad legislativa en la región.

Si bien el libro tiene como una de las lecturas posibles la reflexión sobre los diversos procesos de avance a nivel regional, otra puede ser la del reporte de los obstáculos, el levantamiento de barreras y diques a los que nos hemos enfrentado las mujeres latinoamericanas para acceder al poder político, aspecto que explica las razones por las cuales no hemos logrado la plenitud de nuestros derechos políticos. 

Paralelamente, el libro expone las causas por las cuales Latinoamérica se ha convertido en un laboratorio para evaluar la forma en que la política de la presencia avanza debido a cambios institucionales y, en buena medida, por la actualización de procesos ajenos a la institucionalidad, en los que los colectivos de mujeres de la sociedad civil, académicas, funcionarias públicas, analizan críticamente los avances legislativos, las acciones afirmativas y las medidas institucionales tendientes a garantizar la paridad.

La herramienta metodológica primordial de estudio es el Índice de Fortaleza del Régimen Electoral de Género (IFREG), diseñado por Caminotti y Freidenberg en 2016, del que se sirven las autoras y autores que analizan cada uno de los dieciocho países sometidos al microscopio, “para medir qué tan fuerte ha sido la legislación que regula la manera de asignar las candidaturas a cargos de representación legislativa nacional hasta la actualidad, evaluar el sistema electoral y el modo en que también se ha ido fortaleciendo, identificar los obstáculos y problemas que surgen de la aplicación de las normas formales y realizar una serie de propuestas de reformas que ayuden a mejorar la representación política de las mujeres […]”.

Con base en el índice, el libro clasifica a las democracias en exitosas, medianamente exitosas (paridad con válvulas de escape), en construcción y en casos atípicos, de acuerdo con la actualización de cinco rubros: 1) porcentaje de exigencia, o sea: el número de candidaturas que se deben registrar por sexo; 2) el mandato de posición, es decir, dónde se ubica a las mujeres en las listas de candidaturas y en qué tipo de distritos las colocan: ganadores o perdedores; 3) la fórmula de la candidatura, que analiza si las fórmulas legislativas ubican a las candidatas como titulares o suplentes; 4) las sanciones aplicadas por incumplir el umbral de paridad trazado legalmente, y; 5) las válvulas de escape utilizadas por los partidos políticos para no cumplir con el requisito paritario.

La aplicación empírica del índice revela importantes hallazgos: los países más avanzados en la región (Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador o México) cuentan con disposiciones legales que garantizan la paridad total (50/50 hombres y mujeres) y eso tiene impacto en la integración de las asambleas legislativas o congresos con altos niveles de paridad. Asimismo, en la mayor parte de los casos, las candidatas compiten en distritos grandes o medianos, donde se potencian sus posibilidades de triunfo, o bien, cuando son incorporadas a listas de candidaturas se privilegia que sean titulares de la fórmula, o se mandata que la fórmula esté integrada por personas del mismo sexo conforme a un sistema alternado o de cremallera. Finalmente, se desactiva la utilización de válvulas de escape y se aplican sanciones severas por incumplir con la paridad, la más dura: no registrar las candidaturas propuestas. 

En el caso de las democracias medianamente exitosas (Honduras, Panamá, Paraguay y Perú), destaca que, si bien cuentan con un sistema legal que garantiza formalmente el equilibrio en el registro de candidaturas, esa regulación puede no tener impacto en la integración de las legislaturas nacionales. Otras de las deficiencias visibles en este tipo de modelo son: que los procesos internos de partidos para la selección de candidaturas operan, en su mayoría, como obstáculo para la paridad. A su vez, las mujeres que alcanzan una candidatura lo hacen como suplentes o en distritos perdedores y las válvulas de escape para darle la vuelta a la paridad son tan eficientes, que el fraude a la ley se convierte en una práctica lícita.

Los modelos inconclusos (Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, República Dominicana y Uruguay) se caracterizan por tener una legislación exigua para garantizar la representación descriptiva de las mujeres en las legislaturas nacionales, partidos resistentes a cumplir con las reglas de paridad y una visible ausencia de mecanismos de fiscalización y de control de las reglas de paridad, así como una enorme laxitud en las sanciones aplicables por incumplir el requisito paritario.

En los casos atípicos (Guatemala, Nicaragua y Venezuela) se observa una “notable disparidad […] en la esfera de la representación política”, tal vez provocado por un pobre trabajo legislativo que permita el reconocimiento pleno de los derechos políticos de las mujeres, pero, sobre todo, por la concurrencia de un “precario contexto” que inhibe la participación política de las mujeres y su acceso a los puestos representativos.

Las diferencias de grado entre una democracia paritaria exitosa, una medianamente exitosa, otra inconclusa y una atípica radica, en esencia, en dos factores fundamentales: el primero, jurídico, relacionado con la existencia de una legislación robusta que proteja hasta sus últimas consecuencias la paridad y provea al sistema de reglas suficientes para hacerla efectiva y ello tenga impacto verificable en la integración de las legislaturas; y, el segundo, político, vinculado a la voluntad de cumplir la ley y a la presencia de colectivos de mujeres que no solo exijan cambios legislativos de fondo, sino que constituyan un aparato crítico amplio que evalúe las diversas medidas tendientes a la paridad y examinen su eficacia de modo permanente.

La lectura del libro deja constancia plena de que el avance de la paridad en nuestras democracias latinoamericanas no está exenta de problemas y debilidades: marcos jurídicos que no promueven la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres; actores políticos que son poco amigables con la paridad, y sobre todo, una persistente presencia de la violencia política contra las mujeres por razón de género, elemento disfuncional que emparenta a los modelos exitosos con los medianamente exitosos, inconclusos y atípicos, al configurar un aspecto anómalo igualmente dañino, igualmente destructivo y lesivo para cualquier régimen democrático, y que, de no erradicarse, puede constituir un grave peligro de retroceso y de freno para los avances que al día de hoy se han conquistado.

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Beatriz Claudia Zavala Pérez

Maestra en Derecho. Consejera Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE).

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