Elecciones presidenciales en América Latina
El súper ciclo electoral de este año alrededor del mundo también tiene algunas citas en América Latina. Se habla de más de 50 países con elecciones para la renovación de los poderes ejecutivo y legislativo nacionales. Las elecciones son un método democrático para la designación de las personas responsables de gobernar o representar a la sociedad. Éstas son un requisito básico para que un país sea democrático, pero para eso tienen que ser libres, periódicas y justas, así como garantizar incertidumbre en sus resultados, porque si sabemos quién ganará antes de ir a las urnas, la competitividad es baja y probablemente el régimen político sea no democrático.
Doce países de América Latina han tenido jornadas de votación en lo que va de 2024. Durante este primer semestre del año cuatro países han tenido elecciones para renovar presidencias, legislativos y cargos locales: El Salvador, Panamá, República Dominicana y México, tres han tenido elecciones exclusivamente subnacionales como Costa Rica, Nicaragua y Perú. Finalmente, tres países más tuvieron elecciones internas: Chile, Puerto Rico y Uruguay. Varias de estas elecciones han tenido un seguimiento por el Observatorio de Reformas Políticas en América Latina (#ObservatoriReformas) a través de los Monitoreos de Elecciones, con el objetivo de generar conocimiento e información para las audiencias interesadas en lo que ocurre en estos procesos electorales.
Los Monitoreos de Elecciones son una actividad del #ObservatorioReformas en la cual un equipo de sus integrantes hace un seguimiento de medios de comunicación y fuentes de información digitales para generar contenido en tiempo real durante las jornadas electorales. Mediante este ejercicio se busca comprender mejor la manera en que se desarrollan las elecciones en los diferentes países de América Latina, a fin de comprender similitudes y diferencias. Esta es una manera de contribuir a la divulgación de información sobre este tema para mejorar el debate público en torno a las elecciones y las reformas electorales que la región necesita.
Durante este primer semestre, el #ObservatorioReformas ha dado seguimiento completo a seis elecciones: las municipales en Costa Rica y las presidenciales y legislativas en El Salvador (4 de febrero); las municipales en República Dominicana (18 de febrero); las generales de Panamá (5 de mayo), las presidenciales y congresuales en República Dominicana (19 de mayo) y las federales y concurrentes en México (2 de junio).
En particular, hay que realizar un balance preliminar de los cuatro encuentros comiciales de esta primera mitad de 2024 donde se eligieron a titulares de las presidencias, los cuales se dieron en El Salvador, Panamá, República Dominicana y México. En estos países también hubo elecciones legislativas nacionales: en El Salvador se eligieron a los 60 miembros de la Asamblea Legislativa, en Panamá a las 71 diputaciones de la Asamblea, mientras que en República Dominicana se renovaron 191 diputaciones nacionales y 32 senadurías. Por último, México renovó 500 diputaciones federales y 128 senadurías.
Los oficialismos triunfaron en tres de estos cuatro países (El Salvador, República Dominicana y México). En Panamá, una de las candidaturas desafiantes fue la vencedora en la elección presidencial, pero lo más destacado ha sido el ascenso de las candidaturas independientes o de libre postulación que se convierten en la principal fuera política en la Asamblea.
Los casos donde el oficialismo ganó las presidenciales requieren un análisis más detallado porque los porcentajes de respaldo popular fueron superiores al requerido como mayoría absoluta (50 +1), con información de la Base de Datos sobre Incumbents y resultados en las elecciones presidenciales en América Latina elaborada en #ObservatorioReformas: 84.25 por ciento en El Salvador, 57.44 por ciento en República Dominicana y 59.75 por ciento en México. Las diferencias entre el primer y segundo lugar quedaron así: En El Salvador, ésta fue abismal, 78.25 por ciento de votos entre el presidente reelecto Nayib Bukele de Nuevas Ideas y Manuel Flores del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Por su parte, en República Dominicana, fue de 28.59 puntos entre el presidente reelecto Luis Abinader del Partido Revolucionario Moderno y Leonel Fernández de la Fuerza del Pueblo. Finalmente, en las elecciones mexicanas, Claudia Sheinbaum de Morena se separó de la candidata en segundo lugar, Xóchitl Gálvez de la coalición Fuerza y Corazón por México por 32.3 por ciento de votos.
Las elecciones presidenciales indicadas parecen refrendos a los proyectos políticos de quienes gobiernan estos países. Los presidentes Nayib Bukele y Luis Abinader, han sido reelectos en El Salvador y República Dominicana, respectivamente. En México, la candidata ganadora de Morena es una persona cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, que se asume como la encargada de continuar con la llamada Cuarta Transformación. El panorama es distinto en Panamá. Ahí, la situación peculiar del triunfo de una opción desafiante se da en el contexto de la inhabilitación de la postulación del expresidente Ricardo Martinelli de Realizando Metas, su lugar fue ocupado por Raúl Mulino, quien al final ganó.
Otro asunto para revisar de estos encuentros comiciales es la actuación de los órganos electorales. El Tribunal Supremo Electoral tuvo que afrontar las consecuencias de un recuento de votos desorganizado en medio de la presión de los actores en la pugna electoral. Por su parte el Tribunal Electoral de Panamá demostró ante la opinión pública y los actores en la competencia que es una institución que cuenta con la capacidad para garantizar comicios íntegros. El Instituto Nacional Electoral en México vivió una elección de contrastes con aciertos y algunas deficiencias que habrá de revisar, aunque no hay que olvidar las denuncias en torno a la falta de integridad en todo el proceso electoral. La Junta Central Electoral de República Dominicana tuvo frente así el desafío de mostrar su capacidad para organizar elecciones, considerando la situación ocurrida en 2020, donde las fallas en las máquinas de votación obligaron a reprogramar la jornada de votación de las elecciones municipales. Además, este país había tenido una cita previa en las urnas en febrero de este año con las elecciones municipales.
Las innovaciones presentes en varios de los procesos electorales son otro elemento para destacar de la actuación de los órganos electorales, principalmente aquellas realizadas para garantizar el derecho de votar. Al respecto quedan las experiencias, en República Dominicana y México, donde se implementaron acciones como el voto anticipado y el voto de personas en prisión preventiva. El primer tipo permitió que personas con alguna enfermedad o discapacidad tuvieran la posibilidad de participar con su voto desde casa. En cambio, el segundo tipo permitió que personas sin sentencia y privadas de su libertad votaran.
El voto desde el exterior en las cuatro elecciones presidenciales estuvo presente. En este rubro, el alto porcentaje de participación en esta modalidad se debe destacar. Por ejemplo, en El Salvador, las imágenes de filas en los centros de votación habilitados quedarán para la memoria. La participación también fue alta en la experiencia mexicana, donde se cuenta con las modalidades de voto postal, voto electrónico y voto presencial. También algunas imágenes de lo ocurrido son muy llamativas, porque hubo largas filas de espera para votar a pesar de que ya había pasado la hora de cierre de la jornada de votación.
Por último, es importante hacer algunos comentarios sobre el papel de la ciudadanía en estos cuatro comicios presidenciales. Los niveles de participación electoral son de contrastes. Por ejemplo, los niveles de participación en El Salvador alcanzaron la cifra de 52.6 por ciento, lo que representó aproximadamente un punto porcentual superior a las elecciones de 2019, las cuales seguían una tendencia a la baja desde 2004. En Panamá el porcentaje de partición fue 77.66 por ciento; en República Dominicana, la presencia en las urnas fue de 54.37 por ciento, mientras que en México fue de 61.04 por ciento. Sobre las elecciones mexicanas, vale la pena señalar que la expectativa era contar con un porcentaje de participación más alto, pero al final fue dos puntos porcentuales menor que en las elecciones de 2018.
El comportamiento electoral de estas cuatro elecciones requerirá en su momento un estudio más profundo, que también analice los apoyos que los partidos en el gobierno recibieron, sobre todo considerando las actitudes políticas que despierta la democracia en la ciudadanía de cada país. Pues resulta interesante explicar por qué los altos niveles de satisfacción con el régimen democrático en El Salvador (64 por ciento según datos de Latinobarómetro 2023), cuando todo apunta a la construcción de una autocracia del siglo XXI y además, cuando en otros sitios este indicador va a la baja.
En suma, las elecciones presidenciales de esta primera mitad de 2024 en América Latina requerían un examen más detallado una vez que cerremos el ciclo electoral de este año. Todavía faltan las elecciones presidenciales de Venezuela (28 de julio) y Uruguay (27 de octubre). Una vez que tengamos el cuadro completo además de revisar lo que ocurrió en las elecciones, se tendrá que dar seguimiento puntual a lo que ocurra en el ejercicio de gobierno de las fuerzas ganadoras. Al menos en las cuatro elecciones presidenciales que ya tuvimos este año, la legitimidad otorgada en las urnas que se manifiesta también como un refrendo a proyectos de gobierno muestra cambios en las preferencias electorales de la ciudadanía, al dejar fuera a fuerzas partidistas tradicionales y permitir que nuevos partidos (no necesariamente con nuevas caras) lleguen a los cargos de gobierno. Habrá que seguir de cerca lo que suceda en estos países, sobre todo si los resultados serán positivos para el mantenimiento de la institucionalidad democrática.