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Más allá de lo que parece

Gloria Alcocer Olmos: Muchísimas gracias Félix Ulloa, vicepresidente de El Salvador, por darnos esta entrevista para la revista Voz y Voto. Empezaría con una serie de preguntas breves. 

   Según el Latinobarómetro, en 2023 El Salvador tenía un 46 % de apoyo a la democracia, cifra sin mucha diferencia con la de 2020. Sin embargo, aumentan del 24 % al 26 % las personas indiferentes a este tipo de régimen, mientras que las preferencias por el autoritarismo aumentan del 14 % al 15 % en el mismo periodo. Podríamos interpretar que El Salvador tiene una democracia débil, pues menos del 50 % de su población la apoya. Y con un contingente no menor de cerca de un tercio de la población como indiferentes. ¿A qué atribuye usted esos niveles tan bajos de apoyo a la democracia. ¿Está en el interés del presidente, y de usted, recuperarlos?

 

Félix Ulloa: Bueno, en primer lugar, te diría que conozco muy bien la metodología del Latinobarómetro. Me parece que formalmente reúne requisitos para pedir la opinión, pero no profundiza en las distintas formaciones sociales de los países. Yo lo he seguido desde hace muchísimos años, he podido detectar momentos en los que el Latinobarómetro reportaba niveles de decepción con la democracia muy altos en los que la preferencia por el autoritarismo reflejaba un alto nivel de la población latinoamericana. Sin embargo cuando se le preguntaba a la gente, esta decía que prefería seguirse manteniendo como sistema de partido y democracia formal frente a los sistemas autoritarios. Era una contradicción entre lo que encontraban y las conclusiones.

En el caso de El Salvador, yo te podría decir que estas cifras pueden ser formalmente aceptables, según los parámetros y los niveles de preguntas que ellos hacen, pero para nosotros el nivel de aceptación de la democracia en el país se refleja en la participación popular, en su expresión en los procesos eleccionarios. Por ejemplo, en la elección del año pasado; en el mes de febrero tuvimos elecciones para presidente y legislativas, luego las del Departamento Centroamericano y también municipales. En el caso de las elecciones presidenciales, el presidente Bukele sale electo con el 85 % de los votos legalmente emitidos. Y un dato interesante: el voto desde el exterior estaba autorizado ya en las elecciones de 2014 y 2019, y contaron con un nivel de participación de cuatro mil votos y en otra de tres mil votos de todo el exterior.

En esta elección de 2024 hemos roto cualquier récord mundial de cualquier país porque tuvimos una participación de trescientos treinta mil votantes desde el exterior. Eso significaba más de un 30 % del padrón electoral, porque teníamos más de un millón de personas habilitadas para votar desde el exterior. El nivel de votación a favor del presidente Bukele fue de 98 % en el voto del exterior.

Entonces, depende de cuál sea tu enfoque sobre si hay avance o retrocesos en la democracia de El Salvador. Si tú lo haces por la vía formal, entonces puedes decir “ah, sí, mira, pero el presidente Bukele fue electo con un tanto por ciento de todo el cuerpo electoral porque la tasa de participación global fue tal”. Y eso formalmente es cierto, pero sabemos que no hay ningún país del mundo en el que el cuerpo electoral vote el 100 %. Entonces es un rango de 50 % el que se acepta en democracias consolidadas. En Estados Unidos, por ejemplo, basta para que haya legitimidad en el gobierno selecto y que sea calificado como sistema democrático, porque hay otros parámetros para medir la democracia. Como te repito, en el caso nuestro lo hemos medido por el nivel de participación y de aceptación en los resultados electorales y tenemos esos datos del mes de febrero de 2024: 85 % de la votación en el interior del país a favor del presidente Bukele y 98 % a favor del presidente Bukele en votos del exterior, tomando en cuenta que, por primera vez, El Salvador reúne más de trescientos treinta mil votos.

Nunca ha habido, en términos relativos, ningún otro país que haya llegado a esos niveles de participación de su población, de su diáspora, de su población residente fuera del país. Hay otros países que lo han hecho, que son exitosos, como en el caso de la República Dominicana, que ha pasado de doscientos mil votos desde el exterior, pero en el caso nuestro, te digo, hemos batido todo récord.

 

GAO: ¿Nos podría explicar cómo es la modalidad del voto en el exterior?

 

FU: Primero, se planteó la posibilidad del voto anticipado. O sea, las personas que estaban habilitadas para votar en el exterior pudieron hacerlo un mes antes del día de la elección, siempre y cuando sus documentos de identidad tuviesen una dirección en el exterior del país. Las personas que tenían el documento de identidad con dirección en El Salvador no podrían votar fuera hasta el día de la elección si es que iban a los centros de votación. Tenía que ser presencial. En la modalidad anterior podía ser el voto por internet, de forma electrónica y vía internet. En el caso de que la dirección fuese de El Salvador, la gente que vivía fuera podía votar pero yendo al centro de votación, que en algunos casos eran consulados, en otros eran hoteles o eran lugares habilitados, centros comerciales para que los salvadoreños pudieran votar. 

Y algo más, para abrir esas compuertas que estaban cerradas en el 2014, en el 2019 se habilitó, por la ley, que los ciudadanos pudieran votar también con su pasaporte, siempre que estuviera homologado con su documento de identidad. Entonces a las personas se les facilitó la posibilidad de votar y por eso es que participaron más de trescientas treinta mil. En 2024, o en 2019, cinco años antes, no habían llegado ni a cinco mil votos. Y cinco años antes, en 2014, a cuatro mil votos. Entonces es un crecimiento exponencial cuando tú abres las compuertas y facilitas al ciudadano el ir a sufragar. Cuando le pones tantos obstáculos el ciudadano no sólo se desmotiva, sino que casi está imposibilitado. Esa es la diferencia de la modalidad del voto.

 

GAO: Muy bien y buena experiencia para México.

 

FU: Claro, porque nosotros estudiamos muchas experiencias. Vimos el caso de México cuando se dio la primera vez, cuando se podía votar con la credencial de elector con fotografía: de diez millones de mexicanos residentes en Estados Unidos la votación no llegó ni a doscientos mil. Aprendimos que había demasiados mecanismos de control que desanimaron al elector a votar, y eso pasó en El Salvador en 2014 y luego en 2019. Entonces, en 2024 abrimos las posibilidades. No sólo se podía votar con el documento de identidad, sino también con el pasaporte. 

 

GAO: Muy bien. Desde una perspectiva de derechos humanos, ¿de qué forma El Salvador salvaguarda estos derechos en la lucha contra el crimen organizado y la inseguridad?

 

FU: Sólo para darte dos cifras: en los últimos treinta años, después de firmados los acuerdos de paz, han habido cerca de ochenta mil asesinatos en El Salvador. Cuando se terminó la guerra civil mediante la firma de los acuerdos de paz, aquí en el Castillo de Chapultepec en 1992, se empezó a gestar otra guerra silenciosa, no ideológica, sin fines políticos, pero mucho más cruel y violenta, que fue la guerra de las pandillas contra la población. Y desde ese periodo hasta la llegada del presidente Bukele, había más de setenta y nueve mil asesinatos.

En los dos gobiernos anteriores al del presidente Bukele, de 2009 a 2019, periodo que gobernó el FMLN, hubieron más de cuarenta y un mil asesinados, según el reporte del Instituto de Medicina Legal, institución que lleva la cuenta de los decesos. Es decir, cuarenta y un mil salvadoreños asesinados por las pandillas. Qué mayor violación de los derechos humanos que atacar la vida de las personas. Y estamos hablando de asesinatos, no hablamos de desapariciones, extorsiones, violaciones, todos los otros delitos que se cometen en contra de la población. Estas pandillas violaban los derechos humanos de todos los salvadoreños, y no sólo el derecho a la vida, el derecho a la privacidad o el derecho a la propiedad. Por ejemplo, en muchos de los barrios controlados por las pandillas, no se tenía ninguna garantía de ese derecho humano. Llegaba el pandillero y le decía a una familia: “quiero tu casa y tienes veinticuatro horas para irte”. Y si no se iban los asesinaban. En una colonia muy emblemática que se llama La Campanera, un barrio popular, ahí hemos devuelto tres mil quinientas viviendas a las personas a quienes las pandillas se las habían quitado, se las habían usurpado, y a nivel nacional llevamos ya once mil viviendas regresadas a sus propietarios.

La violación de los derechos humanos en El Salvador era sistemática, masiva, brutal, y se dio durante ese periodo, a tal extremo, que en el mes de agosto de 2015, el periódico The Guardian de Inglaterra, publica en su front page: “El Salvador, la capital mundial del homicidio”, porque en ese mes de agosto se habían asesinado a más de novecientas personas en El Salvador. En un mes. Más de treinta personas por día. O sea que cada día que tiene veinticuatro horas se asesinaba a más de un salvadoreño. Esa era la situación de los derechos humanos en El Salvador.

Cuando el presidente Bukele decide combatir las pandillas y declararles la guerra, lo hace para salir en defensa de los derechos humanos de la población y lo hace bajo un principio de derecho internacional humanitario que se llama el jus ad bellum. Jus ad bellum es el derecho –y yo le agrego: la obligación– del Estado de salir en defensa de la población cuando es atacada, o en defensa del territorio. Ambos habían sido atacados por las pandillas. Diez mil muertos en una década, seis mil, siete mil viviendas usurpadas a sus ciudadanos. El control que tenían las pandillas en los barrios, en las colonias, era a partir del ataque a la población y el territorio. Entonces el Estado tenía que salir en su defensa y eso es lo que se hizo. 

Decimos nosotros y lo dice el presidente: hemos salido a defender los derechos humanos de la población en su conjunto. Por lo tanto, nos sentimos satisfechos del trabajo que hemos hecho –y lo reconoce la comunidad internacional que no está sesgada, pues hay grupos sesgados que dicen que se están violando los derechos humanos de un sector minoritario, por supuesto, de los capturados, de la población–. Este modelo está sirviendo para muchos países. Hemos tenido visitas de Brasil, de Argentina, de Perú, de Ecuador, de Honduras, de muchos países que quieren ver cómo es el modelo de seguridad que se ha planteado en El Salvador, que después de ser ese país que se catalogó como la capital mundial del homicidio, de ser uno de los países más violentos del mundo, ahora es el país más seguro de todo el hemisferio occidental. Cuando decimos hemisferio occidental es desde Canadá hasta Argentina, pasando por el Caribe. La tasa de homicidio en El Salvador es de 1.9 por cada cien mil habitantes. Y la más baja ha sido históricamente la de Canadá de 2.5 asesinatos por cada cien mil habitantes. O sea, somos más seguros que Canadá, y el país más seguro de todo el continente. 

Eso nos permite hablar con propiedad de que nuestra lucha para defender los derechos humanos de todos los salvadoreños, de liberar a las comunidades de la opresión que tenían de las pandillas, lo hicimos bajo el único método que se podía hacer, y era usando el poder coactivo del Estado. Es decir, capturando a todos los miembros de las estructuras criminales. Ahora hay más de ochenta y cinco mil detenidos en las prisiones.

Los grupos como America’s Watch, Human Rights Watch o Amnesty International, que señalan que constantemente los derechos humanos, están hablando de casos aislados y, como digo yo, la excepción que confirma la regla, porque sí tenemos algún detenido que no es miembro de pandillas, pues hubo error o una detención inadecuada o inapropiada o ilegal. Sin embargo, los procedimientos funcionan y han salido libres entre siete mil y siete mil quinientas personas durante estos tres años, quienes han logrado probar que no son miembros de pandillas. El sistema también opera, funciona y libera a las personas que han sido detenidas de manera incorrecta. No tenemos ninguna duda de que hay elementos que se han extralimitado en sus funciones, que han cometido violaciones o procedimientos inapropiados y para eso se han establecido oficinas de quejas en la policía nacional, para denunciar el mal procedimiento de policías y, también, se sigue un protocolo para detener a una persona. No es al azar que se agarra a una persona. En protocolo se le perfila, se le investiga y si hay un indicio, se le captura. 


Entonces, con eso se trata de minimizar el margen de error, porque igual decimos nosotros: no hay ninguna obra humana perfecta, y en una guerra siempre hay víctimas inocentes. Nosotros estamos en guerra contra las pandillas, pero el margen de error es de menos del 10 %, porque hemos capturado más de ochenta y cinco mil y han salido libres siete mil, se trata de menos del 10 % de personas que han recuperado su libertad y que posiblemente fueron capturadas de manera incorrecta o equivocada. Los “perfectos” enemigos de lo bueno –y nosotros estamos haciendo algo bueno y muy bueno, porque tenemos un margen de efectividad superior al 90 %– se fijan en el error y no, como dicen en inglés, en el big picture. Por eso es que la gente sigue apoyando la política del presidente.

Antes de las elecciones hubo una encuesta de Cid Gallup que decía cuánto es la aprobación para el gobierno del presidente Bukele. Salía el 91 % apoyando la gestión y el gobierno del presidente Bukele, el apoyo para que se continúe el Régimen de Excepción, porque había presión de Naciones Unidas, de muchos organismos de que se cortara el Régimen de Excepción. Entonces le preguntaron al pueblo: “¿Usted quiere que continúe el Régimen de Excepción?” El 96 % dijo que sí. O sea que entre la aprobación al gobierno de Bukele y la aprobación a que continúe el Régimen de Excepción había un 5 % de personas que no aprobaban el gobierno o no apoyaban a Bukele, pero sí querían que el Régimen de Excepción continuara. Es lo que dice el presidente, ¿a quién le vamos a hacer caso? A la gente que está feliz, que está satisfecha con nuestra política de seguridad, porque el Régimen de Excepción no afecta la vida normal, ordinaria de los salvadoreños, simplemente está focalizada para combatir las estructuras criminales.

 

GAO: Podríamos hablar entonces de que sí hay un debido proceso, hay una serie de mecanismos que salvaguardarían estas excepciones que dice.

 

FU: Es la idea. Que las excepciones y los errores primero se reconozcan, no lo puedes negar. Segundo, los corrijas. Tercero, trates de minimizarlos al máximo, es decir, eso es lo que es el Estado. Y cuando hay personas, agentes de autoridad que cometen esos errores, se les procesa. Hay decenas de policías y soldados que están procesados por un mal proceder. Nada menos, la semana pasada, si tú buscas en Google, salió la noticia de un policía condenado a veinticinco años por haber estado extorsionando a una familia y haberla capturado diciendo que eran pandilleros porque no le pagaban la extorsión. Ese es el tipo de excepciones que hay, que son conductas aisladas, no una política de Estado, porque esa es la otra gran diferencia. Cuando estos grupos hacen las denuncias, denuncian como si el violador de derechos humanos fuese el Estado. Cuando yo era defensor de derechos humanos durante la dictadura militar en la guerra, teníamos que enfrentarnos a una dictadura militar donde a ti te metían preso, te torturaban, te desaparecían por tu forma de pensar, por tus ideas políticas.

Ahora aquí no hay absolutamente nada de eso desde el Estado. Y estos malos procedimientos de algunos agentes son denunciados, sometidos a la ley y castigados para que no se vaya a permitir esa confusión de que es el Estado, sino que son acciones individuales y personales de agentes de autoridad.

 

GAO: Nuestra tercera pregunta. En un panorama comparado, actualmente podríamos hablar –y nos lo está explicando bastante bien– de un El Salvador seguro, pero en México tenemos un México inseguro. ¿Nos puede dar tres recomendaciones de su experiencia práctica para combatir al crimen organizado, y digamos, estos problemas que acosan a la región, pero en particular a México también?

 

FU: Como vicepresidente de la República me siento inhabilitado para opinar de otro país, de otro Estado, de otro gobierno, pero como ciudadano me duele porque amo a México y me dolió mucho, el año pasado que yo estaba en Francia, escuchar decir que Francia se estaba mexicanizando por las acciones de los grupos criminales, del crimen organizado que llegaba a ametrallar personas en los bares, cosas que los franceses nunca habían visto, entonces, lo quisieron comparar con México. Y dolió eso.

No como una recomendación, mucho menos tratando de darle lecciones a un país que tiene un gobierno soberano, sino simplemente como cualquiera, sólo contar cuál ha sido nuestra experiencia, y te lo repito: primero, la decisión de un presidente de combatir el crimen organizado, la inseguridad, la violencia de las estructuras criminales con determinación, eso fue lo que dijo Bukele: “vamos a ir por ellos”. Y entrar con esa fuerza del Estado, que ya se había hecho también en gobiernos anteriores. 

Con el gobierno de Francisco Flores se ensayó una política que se llamó “la Mano Dura”. Después, con el siguiente presidente, Saca, “la Súper Mano Dura”, y nada de eso funcionaba, ¿por qué?, porque simplemente no es la acción violenta o coactiva del Estado, sino la generación de unas condiciones en las cuales haya articulación de todas las funciones del Estado. Si nosotros hubiéramos seguido esa política, habríamos capturado mil pandilleros, los mandamos al ministerio público, los procesan, se los mandan a los jueces y salen, que eso sucedía. Se llamó “la puerta giratoria” a esa política, porque se agarraba al pandillero, se le procesaba y salía. Y salía todavía más violento a vengarse de la comunidad donde lo habían capturado. Había que cerrar esos vacíos legales. 

Entonces, empezamos también por tener un Congreso que seguía esa filosofía, esa política, y empezó a modificar las normas penales y el procesal penal. Tener que ir adecuando el marco normativo a esa guerra que han declarado. Empezamos con el Estado de excepción a suspender garantías constitucionales, no para el pueblo, porque ese es otro error. Las garantías constitucionales no se suspendieron para los ciudadanos, se suspendieron para las estructuras criminales. Y ahí empezamos: normalmente, cuando te captura la policía, tienes setenta y dos horas para ponerte a la orden del juez, o sea, tres días. Si no, te dejan libre. Ahora se les captura y se les tiene hasta quince días para que se pueda procesar toda la prueba y así cuando se les manda ante el juez, el juez no los libere. Segundo, a nivel judicial los jueces tenían normas muy permisivas y por ahí se escapaban los reos. 

Se empezó a subir la pena por pertenecer a una organización terrorista, una pandilla. Antes, si eras miembro de una pandilla y habías asesinado a una persona, o la habías extorsionado, o la habías violado, te condenaban a cinco años. A los dos años y medio, por buena conducta, te sacaban. Ahora por ser miembro de una pandilla, sólo por ese hecho, son veinte años de cárcel. La persona ya sabe que se le acusa, se le prueba y se le condena. Por ser miembro de una pandilla son veinte años, pero si además de eso tienes asesinatos, violaciones, extorsiones, robos, otros delitos, se le suma a la pena. Esta es otra situación especial en El Salvador: hay una sumatoria de las penas, y hay personas que han sido condenadas a trescientos años de cárcel cuando la pena máxima en El Salvador es de treinta años para cualquier otra persona, menos para los miembros de las pandillas porque ese es un régimen especial para ellos.

Como ves, tienes que tener articulado el Ejecutivo, el Congreso. La función Legislativa debe darte normas adecuadas para combatir y derrotar al crimen y la estructura criminal. Además, debes tener a los jueces que apliquen tales normas, porque ese era el otro problema. Los jueces estaban en complicidad con las pandillas porque era sobornados por las mismas, los compraban o los tenían amenazados. Entonces, hubo que licenciar a toda la cantidad de jueces, se les mandó de retiro, se les dio su pensión y se nombró una nueva generación de jueces. Y estos jueces ahora han entrado sin tener esas ataduras con el pasado.

 

GAO: ¿Quién nombró a esos jueces?

 

FU: Los nombra el Órgano Judicial. Los jueces, por la separación de poderes, se nombran por un proceso que hay del Consejo Nacional de la Judicatura, los nombra la Corte Suprema, es decir, es una cosa del Poder Judicial.

 

GAO: ¿Podríamos hablar de reinserción social en estas poblaciones que están ya detenidas? Las que están trescientos años, evidentemente no, ¿pero hay un programa de reinserción social? 

 

FU: Claro, hay varios programas. Hay uno que se llama Ocio Cero, y ahí están las fotos, te voy a mandar el video. En una maquila, tres mil reos utilizan máquinas de coser para producir uniformes para las escuelas, uniformes para los bomberos, uniformes para muchas de las instituciones. Y otros que están trabajando en las granjas agrícolas, otros que están haciendo pan, otros que están haciendo pupitres para el Ministerio de Educación, es decir, se les está empleando para que puedan tener unas labores productivas y no estén en el ocio.

Y hay otro programa que es para los reos en situación de confianza, en fase de confianza. Tienen un uniforme especial, salen de las cárceles, se les lleva a hacer trabajo comunitario, a reconstruir escuelas, a limpiar ríos, hacen trabajo comunitario. Se está hablando de un sistema penitenciario en el cual la reinserción se está garantizando a través del trabajo productivo.

Ahora, en el caso de los reos de las estructuras criminales, o sea los terroristas, el remedio es especial. Ellos están recluidos en el CECOT, que es un centro de detención de contención del terrorismo que no está dentro del sistema penitenciario común. Ese centro se construyó en un área de doscientos treinta acres. Las instalaciones están construidas en treinta acres, o sea, que hay doscientos acres más donde, dijo el presidente, se les va a poner a trabajar porque no van a salir de ahí. Reos con trescientos años de cárcel, de cien años, van a morir ahí. No se les puede tener en la cárcel, entonces van a empezar a producir en granjas de pollo, de cerdos, de hortaliza, para generar su propia alimentación, dijo el presidente. Y si sobra, que lo más seguro es que sobre porque hay suficiente tierra para producir, se les va a dar a sus familias, y si todavía sobra, que también es posible que haya un excedente, se le va a dar a escuelas de la zona. O sea, que esa gente que no va a ver la libertad va a tener su ocupación, su propia manutención y la manutención de su familia.

 

GAO: Siguiente pregunta: ¿cómo podría definir la relación de su país con la reciente administración del presidente Trump? ¿Podemos hablar de una cooperación bilateral entre dos naciones, en la que dicha cooperación sea en igualdad de circunstancias y en beneficio de ambas naciones?

 

FU: Bueno, esa es la idea. El Salvador ha tratado de mantener, desde el gobierno del presidente Bukele, una posición, primero, de independencia y autodeterminación; segundo, relaciones con todos los países del mundo cuya única condición sea de respeto mutuo, que sea beneficiosa para nuestro país, y eso lo demostró cuando fue en su primer viaje a China, porque hubieron objeciones para que no fuera a China y él dijo: “nosotros somos amigos de todos los países y vamos a ir porque van a haber beneficios para El Salvador”. Y cuando regresó, venía con una serie de programas de apoyo de la República Popular China que incluían grandes obras de infraestructura, entre las cuales estaba la construcción de la Biblioteca Nacional, la construcción del Estadio Nacional, que ya se están haciendo. La Biblioteca ya se inauguró hace unos años. Plantas para el tratamiento de aguas, un parque de diversiones, el Sunset Park, muchas donaciones del Gobierno de la República Popular China. 

Esto beneficia al pueblo salvadoreño. Y por otra parte, cuando en las Naciones Unidas se trataron de imponer sanciones a Rusia por la guerra con Ucrania, el Estado simplemente se abstuvo, y eso, a pesar de que hubo presiones muy fuertes, sobre todo de los europeos, de que había que sancionar a Rusia. El Salvador dijo: “nosotros no vamos a sancionar a nadie, no estamos en posición de irnos con uno u otro bloque”, ya padecimos, en la guerra fría, el estar asociados a un bloque o que nos asociaran a otro bloque y eso nos causó sufrimiento y una guerra civil que dejó muchos muertos. Entonces, nosotros nos vamos a mantener con una neutralidad activa, y en el momento en que se nos convoque para buscar soluciones pacíficas, ahí vamos a estar presentes, pero no vamos a estar ni condenando ni no condenando a ningún país.

Esa es la posición que hemos tenido, y esperamos continuarla con el gobierno actual del presidente Trump. Hay una relación más estrecha que con la administración anterior, cuando hubo ciertas confrontaciones por errores de procedimiento de funcionarios junior del Departamento de Estado que llegaron a El Salvador a querer imponer posiciones. Por suerte tuvimos, al final de la administración anterior, un embajador senior de carrera que logró distensionar la relación que había con la administración anterior y terminamos las relaciones con los demócratas en una situación de armonía. Con la nueva administración, igual, porque como dice el presidente Bukele, el mejor presidente de Estados Unidos es el que elijan los estadounidenses. Es su derecho soberano, democráticamente ellos eligen a su presidente.

Nosotros vamos a trabajar con el que ocupe la Casa Blanca bajo estos patrones de respeto mutuo, autodeterminación y apoyo recíproco. Y además, esto no hay que olvidarlo, el 20 % de nuestra población vive en los Estados Unidos y nos manda las remesas. Entonces, tenemos que tener esa relación privilegiada con una nación que ha acogido a nuestra población y que es una fuente de ingresos para nuestra economía. 

 

GAO: Finalmente le preguntaría algo que estuve estudiando estos días para entrevistarle. Usted está a cargo de una serie de ejes estratégicos por parte del presidente Bukele. Uno de ellos me interesa muchísimo por el contexto mexicano, el relativo al proyecto de reformas constitucionales. ¿Cómo mira usted esas reformas constitucionales temáticamente?

 

FU: En primer lugar, reuní un grupo de juristas porque el presidente me nombró dirigir ese estudio y me dio la libertad para hacerlo. Entonces, lo primero que hice fue identificar a juristas de todas las tendencias, de todos los niveles, de todas las escuelas, para formar un equipo y empezar un proceso de reflexión sobre cómo íbamos a hacer una reforma. Si eran reformas como las que se han hecho, muy puntuales, de cambiar un artículo o dos artículos, o íbamos a tratar de dotar al país de una Constitución adecuada a los nuevos tiempos. Entonces, la decisión fue: hagamos una reforma integral a la Constitución.

Empezamos a estudiar las tres grandes áreas o componentes de una Constitución. La parte dogmática, que es donde están contemplados los derechos fundamentales; la parte orgánica, que es donde está toda la institucionalidad del Estado; y la parte procedimental, que son todos los procesos constitucionales, la duración de los mandatos de los funcionarios, los mecanismos de elección de funcionarios, es decir, la parte adjetiva de la Constitución. Y empezamos a revisar y vimos que nuestra Constitución tiene como matriz la Constitución de 1950 de El Salvador, que fue inspirada por el constitucionalismo europeo de la posguerra mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Europa surgieron constituciones que crearon modelos de democracias liberales que se oponían a modelos totalitarios que habían sido derrotados en la Segunda Guerra, el fascismo, el nazismo, otros modelos como el estalinismo. Entonces, tratamos de tomar esos criterios del constitucionalismo europeo.

Pero además, vimos que el catálogo de los derechos humanos de la parte dogmática era muy estrecho, muy limitado a lo que fue la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Ya habían pasado setenta años desde que se aprobaron. Entonces, empezamos por ampliar el catálogo de derechos. Incluimos derecho a la internet, por ejemplo, lo incluimos como un derecho humano. El derecho a la muerte digna, el derecho al aire puro, el derecho al agua transparente, limpia, pura.

 

GAO: Los derechos de tercera generación.

 

FU: Les llaman derechos de tercera generación. Los de primera generación, segunda y tercera generación, un conjunto de derechos de los pueblos que hay que reconocer. Hicimos ese ejercicio, ampliamos mucho el catálogo de derechos. Luego pasamos a la parte política y orgánica del Estado. Tratamos de incorporar instituciones de la democracia directa que le dieran al pueblo más participación en la toma de decisiones. En El Salvador no se reconoce el plebiscito, ni el referéndum, ni la revocatoria de mandato, ni la iniciativa ciudadana. Entonces, las incorporamos, porque es una forma en que el pueblo participe en la toma de grandes decisiones. 

Y para empoderar más al ciudadano, creamos también, en el marco de las instituciones, un rol más importante: la Contraloría Social, donde instituciones como la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos del Consumidor, el Instituto de Libertad del Acceso a la Información de Ciudadanos, todas estas instituciones, se integraron en un sistema de Contraloría Social para que el ciudadano tuviera la posibilidad de balancear el ejercicio del poder absoluto del Estado. Y respecto de los procesos constitucionales, tratamos, por ejemplo, de armonizar los ciclos electorales. En El Salvador, la elección a la Presidencia se hace cada cinco años. el Congreso y los consejos municipales cada tres años. No hay elecciones que estén en medio término. Hay elecciones presidenciales, por ejemplo, en el 2019. En 2021, legislativas. Entonces, teníamos elecciones muy próximas unas de otras. Luego, coinciden cada quince años las legislativas con las presidenciales, que es lo que pasó en el 2024. Pero vamos a tener elecciones en el 2027 de Congreso, en 2029 otra vez elecciones presidenciales y en el 2030, elecciones legislativas.

Entonces, tratamos de armonizar los ciclos con un múltiplo de tres. Por ejemplo, dijimos: los ciclos electorales legislativos van a ser cada tres años y los diputados se podrán reelegir tres periodos. Antes eran dos. Entonces, una persona puede ser diputada nueve años. Los magistrados de la Corte Suprema, que les llaman los ministros, ya se eligen por nueve años. Ahí coinciden los periodos y se van sustituyendo por tercios, cada tres años. Y a la presidencial le subimos un año, va a ser cada seis años. Y como eso, otros procesos de elección para darle cierta armonía a las consultas populares y que no estuviera el pueblo constantemente convocado, porque hay agotamiento, el ciudadano se siente agotado de “este año en elección y en el otro también” y además los recursos. Ese fue el modelo que le presentamos al presidente.

 

GAO: Muy interesante. Una última pregunta, que tiene que ver con mi estudio de muchos años: el trabajo con juventudes. El presidente Bukele es, en el 2019, el primer presidente milenial. ¿Cómo ha sido su visión de las juventudes? y hasta me atrevería a preguntarle a usted, en virtud de los años de experiencia que usted tiene, cómo ha vivido su trabajo con un presidente joven?

 

FU: Bueno, lo hemos vivido, él es un milenial y yo soy un baby boomer. Dos generaciones que venimos de experiencias diferentes. A mí me tocó vivir, primero, en el esquema de la guerra fría. La confrontación ideológica entre capitalismo y socialismo, el bloque soviético, el campo socialista, occidente, y eso nos marcó de alguna manera. Vivimos la Revolución Cubana, vivimos muchos procesos revolucionarios que trataban de transformar las estructuras de las dictaduras militares que se habían instalado, justamente, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el expansionismo soviético se veía como una amenaza y luego el triunfo de la Revolución Cubana disparó todas las alarmas y desde Estados Unidos, se petmitieron dictaduras militares que supuestamente contenían el avance de las fuerzas prosoviéticas.

Entonces nos tocó vivir esa etapa. Y luego la guerra, el conflicto cuando Nayib todavía no había nacido. Cuando ya llegamos a firmar los acuerdos de paz en 1992, Nayib era un niño de diez años. Él no tiene esa carga que sí tengo yo, y para mí siempre está presente el conflicto como una alarma. Él está tomando decisiones sin tener esos atavismos, porque al final son atavismos. Ni él ni su generación los tienen. Van avanzando a una velocidad que los lleva a tomar decisiones sin medir si son de derecha, si son de izquierda. Por eso es que cuando a mí me preguntan “¿Y el presidente Bukele de qué ideología es, de derecha o es de izquierda?” Entonces, les digo: “mire, el presidente Bukele no es de ninguna ideología, él es de ideas”. Él tiene una idea y sobre esa idea trabaja. Entonces, si la idea pudiera ser considerada de derecha no le importa porque va considerada en esta función, o si es considerada de izquierda, tampoco le importa porque lo que importa es si va en beneficio del pueblo, porque él tiene una máxima, y por eso es que no baja su popularidad.

Porque yo le dije una vez, no hace mucho: “Y cómo es que te mantenés con un 90 %, si lo lógico es que los presidentes, el ejercicio del poder, el simple ejercicio los desgasta, y vos no sólo no te has gastado, subiste. Y entonces me dijo: “nunca olvidemos para quién gobernamos. Gobernamos para el pueblo, y mientras le cumplamos al pueblo vamos a tener el apoyo del pueblo. Lo que digan los organismos internacionales, lo que diga la comunidad internacional, allá ellos. Yo estoy por el bienestar del pueblo y voy a estar en función del pueblo. El día que yo me equivoque, que tome una decisión errónea que el pueblo no la quiera, el pueblo me va a quitar, así como me ha dado el respaldo”. Así que, en esa relación estamos.

 

GAO: Muchísimas gracias por el tiempo, de verdad ha sido un placer y sobre todo escuchar de viva voz muchas de estas historias y de estos análisis que nosotros vemos desde fuera. 

 

FU: Y es una invitación para que puedas ir para ver si todo lo que yo te dije es propaganda del gobierno, una versión oficial, o es realmente lo que está pasando. Y eso te lo dice el taxista que te lleva, te lo dice la señora donde vas a comprar, te lo dice la gente. Porque la mayor prueba de que estamos haciendo bien las cosas es ver los rostros de la gente. Ya los ves sonrientes. Hace cinco años la gente andaba compungida, afligida, no sabía si al llegar a su casa habían matado a algún pariente, tenían que pagar para entrar a su colonia. Los niños llegaban y se encerraban, hoy ves a los niños jugando en las calles, los parques han vuelto a tener vida, la gente ha salido. Entonces, el mayor testimonio de lo que está pasando en El Salvador es la gente en las calles. Eso es todo.

 

GAO: Pues muchísimas gracias y le tomo la palabra. Encantada de poder irlo a ver. Hago mucha observación electoral, entonces con más razón me encantará ir.


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Gloria Alcocer Olmos

Directora de Voz y Voto


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