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Historia alternativa de la abogacía

Cansados de aquel delirio hermenéutico, los trabajadores repudiaron a las autoridades de Macondo y subieron con sus quejas a los tribunales supremos. Fue allí donde los ilusionistas del derecho demostraron que las reclamaciones carecían de toda validez, simplemente porque la compañía bananera no tenía, ni había tenido nunca, ni tendría jamás trabajadores a su servicio, sino que los reclutaba ocasionalmente y con carácter temporal.

Gabriel García Márquez
Cien años de soledad

La figura del «abogado» se encuentra inmersa en la cultura popular. Podemos encontrar series televisivas, libros, hasta refranes que hablan sobre las características de aquellos que hacen del Derecho, su profesión. Más de uno habrá visto la serie SuitsMad MenBetter call Saul, o How to get away with murder, solo por citar algunas. Si bien el núcleo de las historias varía, en todas o casi todas podemos observar una constante: la apreciación del abogado como un individuo que usa traje, que interpretará la ley a conveniencia de su cliente, que escoge a quién representar con base en los honorarios que podrá cobrar y cuyo objetivo dista de ser la justicia social.

Ahora bien, ¿cómo es que llegamos a pintar en el imaginario colectivo a esta profesión de esta forma? En su obra Historia alternativa de la abogacía. Análisis crítico sobre la profesión publicada por la Editorial Fontamara, Juan Jesús Garza Onofre nos logra explicar esto. En menos de cien páginas el autor es capaz de hacer un breve recapitulado histórico que inicia en Grecia, pasa por Roma, el Medievo y la Edad Moderna para terminar en la Edad Contemporánea, mediante el cual nos explica que la estrecha relación con el poder en turno que caracteriza a los que ejercen la abogacía se remonta a la forma en la que esta profesión se gestó.

Garza Onofre nos muestra que podemos trazar características paradigmáticas de los abogados actuales –como el uso de frases en latín o lenguaje rebuscado– a la historia de la profesión. Nos narra cómo en Roma, cuando la profesión comenzaba a delinearse, ya encontrábamos fuertes dosis de teatralidad y exageración, lo cual llegó a desembocar «muchas veces en una actividad más tendiente al espectáculo que a la profesionalidad».

En su visión crítica de la profesión, Juan Jesús toca un tema de suma relevancia: el de las profesiones o espacios exclusivos para hombres. El autor pone el punto sobre las íes cuando señala que el ámbito de la abogacía es un claro ejemplo en el que las mujeres han quedado «excluidas por significar una amenaza a la exclusividad de un séquito privilegiado por la tradición».

Ahora bien, ¿por qué el autor denomina su obra una historia alternativa? La respuesta es compleja por su simplicidad. A lo largo de la obra, Garza Onofre nos enseña que las y los abogados tienden al autoelogio, a presentar una historia “oficial” que raya en la glorificación de la profesión. Así, resulta imperante contar los dos lados de la historia.

Juan Jesús es cuidadoso en no caer en generalizaciones y nos advierte que no pretende hablar de una crisis generalizada en la profesión; sin embargo, sí señala que al adoptar un análisis crítico bajo una perspectiva histórica es posible advertir la existencia de rasgos comunes que –al ser aceptados sin cuestionar– han fomentado un modelo preponderante de profesionista.

No podemos cambiar la historia de nuestra profesión, pero sí, como señala Garza Onofre, podemos elaborar un relato alternativo de vistas al futuro. Y esto, ¿cómo se logra? Considero que se logrará si y solo sí le apostamos a una nueva forma de enseñar Derecho, donde se entienda que la profesión de abogado en general y la sociedad a la que prestamos servicios está organizada de acuerdo a patrones de jerarquía y dominación, pero que este modelo no debe ser aceptado solo porque así ha existido por años.

Se debe enseñar desde una visión del Derecho como fuerza progresista que, si bien es cierto que es una herramienta de intereses establecidos, también es cierto que permite ser empleada en contra de los dominadores. Así y solo así, las y los abogados dejaremos de ser concebidos como “ilusionistas del Derecho”.

Invito a todo aquél que desee cambiar cómo se concibe la abogacía a leer este libro. Entendiendo de dónde viene la abogacía seremos capaces de desmontar las superestructuras que nos invitan a un actuar colectivo como profesión que se ha alejado de las razones por las que tantos nos hemos enrolado a las filas del Derecho: la justicia social.

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Melissa Samantha Ayala García

Abogada por el ITAM con maestría en Derecho por Harvard Law School

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