Si el fin justifica los medios, a la presidenta Sheinbaum el precio pagado por el primer encontronazo con Donal Trump le salió barato. Con algunas variantes retóricas, lo acordado en la llamada telefónica del lunes 3 de febrero, es similar -pero más barato- de lo que López Obrador pagó en junio de 2019. Antes fueron 20 mil, ahora serán 10 mil los efectivos de la Guardia Nacional colocados en nuestra frontera norte, para contener el paso de migrantes y reducir el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo y sus variantes.

La presidenta ha obtenido 30 días de gracia para evitar la entrada en vigor del arancel general del 25% sobre todas las exportaciones mexicanas a Estados Unidos. Es opinión general que el acuerdo fue un éxito, y lo es. Sin embargo, hay que moderar el optimismo, aunque sea para no marear a la mandataria con los humos del copal quemado en exceso ante su altar.

Hay un hecho que justifica moderar el festejo: la prórroga y el costo de esta fue igual para Canadá, lo que autoriza a suponer que el autor de la fórmula fue Donald Trump, a quien sus colaboradores debieron advertir de las consecuencias negativas para los consumidores estadunidenses de imponer a sus dos mayores socios comerciales un arancel general, además en flagrante violación del TMEC, al que una medida como esa pondrá al borde de la muerte. En otras palabras, cabe suponer que, cuando habló con Sheinbaum, y luego con Trudeau, Trump tenía escrita la misma pauta para ambos.

Los 30 días otorgados por Trump están corriendo. El riesgo es ocuparlos en fiestas laudatorias y proclamas de unidad nacional, con inserciones pagadas en prensa, para expresar el “respaldo incondicional a la patriótica y exitosa negociación de nuestra querida presidenta”. No será con ritos ni rituales como el gobierno de México podrá salir del enorme problema que representa la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca. Que nuestra presidenta es más inteligente que él, hasta para un niño es obvio. Tampoco tendrá mayor rendimiento usar la retórica de los planes A, B, C. Eso es para distraer incautos de aquí, no para negociar con Trump.

¿Qué hacer?

Para dar respuesta a la pregunta la presidenta tendrá que determinar lo que está dispuesta a conceder, la forma de la negociación y quiénes van a negociar. La agenda tiene tres puntos: fentanilo, migrantes, comercio. El garrote de los aranceles y el fin del TMEC está en las manos de Trump. De nuestro lado el reto es como evitar que lo use, ya que esquivar el garrotazo, si lo da, parece imposible.

De manera oficial Trump acusó al gobierno de México de estar aliado con los carteles delincuenciales. Lograr que esa inédita acusación sea retirada es un objetivo prioritario. Para ello no parece haber más camino que ampliar la colaboración, sin subordinación, en materia de seguridad, y también dar pruebas de que los gobernantes mexicanos que tienen relaciones peligrosas serán detenidos y encarcelados por las autoridades de México, antes de que lo sean por las de Estados Unidos.

En migración nuestro gobierno debe ser claro y transparente, empezando por no mezclar el tratamiento a los mexicanos retornados, muchos de los cuales seguirán intentando pasar del otro lado, del que se dará a los extranjeros que cruzaron por México hacia Estados Unidos. Los derechos humanos no tienen nacionalidad. La política de un gobierno sí.

Haber dado reversa al cambio en la titularidad del INM es una decisión presidencial que confunde. Sin claridad en lo que se va a negociar y quien lo negociará no puede haber éxito. Por ley corresponde la Secretaría de Gobernación aplicar la política migratoria. Desde junio de 2019 esa tarea fue transferida, por acuerdo presidencial, al titular de la SRE, quien se hizo cargo del control operativo del INM y designó a su todavía titular. Si eso va a continuar, tenemos derecho a saberlo.

En materia comercial la mejor defensa de México es el TMEC. Hay señales de que Trump quiere adelantar su revisión a este año. Si ese es el precio por mantener sin uso el garrote arancelario, hay que pagarlo, quizá con una única condición: que la negociación sea trilateral y por tanto incluya a Canadá, una vez que pasen las elecciones en ese país y haya nuevo parlamento y primer ministro, en abril de este año. Mientras tanto, si de apaciguar a la fiera se trata habrá que encontrar la carne adecuada. Por ejemplo, hay quien sugiere detener la avalancha de automóviles chinos que están entrando a México.

Trump ya informó de sus colaboradores que negociarán con los del gobierno mexicano; serán los secretarios de Estado, de Comercio y del Tesoro, no mencionó a Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior. Las contrapartes serían Juan Ramón de la Fuente, Marcelo Ebrard y Rogelio Ramírez de la O. ¿Así sería?

¿Cuál es el formato que conviene al gobierno mexicano? Ese puede ser el tipping point.

Posdata: La grosería no une. Excluir al Poder Judicial de la celebración del aniversario de la Constitución es escupir al cielo. El cochinero en que se ha convertido la elección judicial no es culpa de la Corte, sino de quien diseñó e hizo aprobar tamaño despropósito.

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