Verdadera inclusión

Los municipios constituyen el nivel de gobierno más cercano a la ciudadanía y es en ellos donde se llevan a cabo acciones que impactan de manera directa e inmediata a la población; pero éste ha sido el espacio donde se han enfrentado más resistencias a la incorporación de mujeres como tomadoras de decisiones y agentes de cambio.

A 65 años del reconocimiento de los derechos político-electorales de la mujer, resulta evidente que la verdadera inclusión de las mujeres en los puestos de elección popular ha ocurrido en los últimos 10 años ya que, a pesar del mandato constitucional de 1953 que establece la participación de las mujeres en política en igualdad de circunstancias que los hombres, los partidos políticos habían encontrado la manera de mantener excluidas a las mujeres de las candidaturas y –por lo tanto– de los congresos locales y federal, de las presidencias municipales, de las gubernaturas y de la presidencia de la república.

La Ley por sí sola no parecía ser suficiente para generar la igualdad de oportunidades, pero en 1979 es aprobada por las Naciones Unidas la Convention on the Elimination of all Forms of Discrimination Against Women (CEDAW), y esto detonó una serie de iniciativas y compromisos internacionales que han resultado ser eficaces en el camino hacia la disminución de las brechas de desigualdad. Si bien es cierto que con las cuotas –y aun con la paridad numérica– establecidas a nivel constitucional en 2014 no basta, éste es el punto de partida necesario para lograr los cambios estructurales que disminuyan las brechas de desigualdad aún vigentes.

Es importante señalar que, para este punto, las mujeres no solo eran un objeto sobre el cual se debatía y legislaba, sino que, por primera vez, más allá de los grupos feministas que por décadas habían luchado por la inclusión y la igualdad de derechos, grandes grupos de mujeres –principalmente al interior de los partidos políticos– se sumaron a la demanda de ser tomadas en cuenta, de participar en la toma de decisiones y de tener la mitad de todas las candidaturas, no solo las del ámbito legislativo. En el caso de Querétaro, esta demanda siguió la vía jurisdiccional y, en abril del 2015, justo antes de iniciar las campañas del proceso electoral que estaba en curso y ya con candidatos designados y registrados ante el Instituto Electoral del Estado de Querétaro (IEEQ), obtuvieron la sentencia favorable que hace obligatoria la paridad horizontal, es decir, la paridad en las candidaturas a presidencias municipales. Esto supuso un importante triunfo para las mujeres del Estado y generó una verdadera revolución en los partidos, ya que se vieron obligados a quitar hombres y poner mujeres en las siempre codiciadas candidaturas municipales que, hasta entonces, habían sido casi exclusivamente «territorio masculino».

La sentencia de 2015 sobre paridad horizontal en Querétaro generó tres escenarios con problemáticas que tuvieron que ser resueltas por separado:

  1. Al interior de los partidos, las complicadas negociaciones y acuerdos para determinar las candidaturas ya habían concluido y, de un día para otro, se vieron obligados a cambiarlas. ¿Cómo resolvieron esto las dirigencias partidistas? Aparentemente en todos los partidos decidieron hacer los cambios de candidaturas en la mitad más pobre de los municipios y dejaron a los candidatos «perjudicados» tomar la decisión de quién los sustituiría. Así, llegamos a lo que resultó ser el común denominador en los municipios donde se realizaron los cambios: las nuevas candidatas eran la esposa, hermana o persona cercana al candidato original.

  2. Cuando se conoce la sentencia y las dirigencias dan a conocer los municipios en los que se realizarían las sustituciones de hombres por mujeres, se generaron legítimas expectativas entre las mujeres que previamente habían competido –y perdido– estas candidaturas, pero ante la decisión de los partidos de considerar esos espacios como pertenecientes a los candidatos originales, ¿cómo resolvieron esto las militantes desplazadas en favor de las esposas? Después de las naturales discusiones y presiones al interior de los partidos, algunas acataron y se sumaron al nuevo proyecto; otras acataron, pero se retiraron de las campañas; unas más se sumaron a algún candidato de otro partido y, finalmente, estuvieron las que se separaron de su partido y buscaron registrar su candidatura en otro instituto político o por la vía independiente.

  3. Ahora bien, para las esposas, hermanas o mujeres «favorecidas», la candidatura inesperada significó un cambio impuesto y, en la mayoría de los casos, no deseado. ¿Cómo resolvieron estas mujeres los conflictos personales, familiares, profesionales y de partido que resultaron de esta imposición? Cada una tiene su propia historia y cada una vivió y procesó de manera diferente esta circunstancia, que algunas enfrentaron con entusiasmo, pero, para otras, fue Violencia Política en Razón de Género (VPG), aún sin ser identificada como tal por ellas mismas.

Finalmente, después de las campañas, el resultado de la votación favoreció a mujeres en 9 de los 18 municipios del estado de Querétaro, es decir, por primera vez en la historia de México, las mujeres gobernarían la mitad de los municipios de una de las 32 entidades federativas. A esto se sumó también una Legislatura en la que había 13 diputadas y 12 diputados, con lo que en 2015 Querétaro se colocó en el primer lugar de participación política de las mujeres.

Para el Proceso Electoral de 2018, desde un principio estuvo claro que era un hecho incontrovertible la paridad en las candidaturas y, de un total de 4387 postulaciones, se registraron 2695 mujeres a algún puesto de elección popular en Querétaro, lo que constituyó un hecho sin precedente. Ahora bien, si el mandato constitucional establece la paridad en candidaturas, es decir, 50% para mujeres y 50% para hombres, ¿por qué el IEEQ aprobó los registros en proporciones de 61% para mujeres y 39% para hombres?

De la preponderancia de los Derechos Humanos establecida en la Constitución de la República y de las obligaciones derivadas del marco convencional internacional suscrito por nuestro país se deriva la facultad de las autoridades, de todos los niveles, para implementar las acciones afirmativas pertinentes encaminadas a disminuir las brechas de desigualdad que pasan por la necesaria presencia de las mujeres en los espacios de toma de decisiones públicas. En este sentido, y atendiendo al marco normativo vigente, la Comisión de Igualdad Sustantiva propuso al Consejo General del IEEQ el documento denominado Lineamientos para garantizar la paridad de género en las candidaturas para el proceso electoral 2017-2018. En este documento, aprobado en agosto del 2017 se incorporaron, entre otras, las siguientes disposiciones:

  • En el caso de listas de candidaturas con número impar, después de una distribución paritaria y alternada de los espacios, el sobrante deberá asignarse a una mujer.

  • En las candidaturas donde corresponda registrar propietaria y suplente, las mujeres deberán tener siempre –y sin excepción– suplentes mujeres. En las candidaturas donde los propietarios sean hombres, su suplente podrá ser hombre o mujer.

Para los hombres la paridad es un techo, es decir, no pueden tener más del 50% de las candidaturas, mientras que para las mujeres es un piso, es decir, no pueden tener menos del 50% de las candidaturas.

El proceso electoral 2018 arrojó nuevamente una Legislatura integrada por mayoría de mujeres (13 m-12 h) y 6 de las 18 presidencias municipales fueron ganadas por mujeres.

Para el proceso electoral de 2020-2021 se mantienen los avances alcanzados, pero queda como pendiente introducir los mecanismos que garanticen que las candidaturas de mujeres no sean solamente para los municipios más pobres del estado.

Más allá de los triunfos obtenidos en las urnas, el ver y oír a todas estas mujeres en campaña, haciendo propuestas y encabezando proyectos políticos, ha constituido un magnífico ejercicio de empoderamiento femenino a través de familiarizar a la sociedad con una nueva dinámica electoral en la que la presencia activa y protagónica de las mujeres en campaña contribuye a ver a las candidatas como parte de la normalidad democrática, y no solo como excepción.

Violencia Política en Razón de Género (VPG)

Esta revolución en la dinámica electoral del país no ha venido sin una dolorosa cuota, y el notable aumento de la presencia de mujeres como candidatas ha disparado los episodios de violencia en su contra.

La violencia política hacia las mujeres en razón de género (VPMRG) se da en función de dos características: se agrede a mujeres por el hecho de ser mujeres y, además, por participar en política. Si bien el fenómeno no es nuevo, antes era muy poco visible dada la excepcionalidad de mujeres políticas. Ante la necesidad de identificar y visibilizar el fenómeno de la vpmrg, la Comisión de Igualdad Sustantiva y Derechos Humanos del IEEQ se dio a la tarea de realizar un trabajo de investigación y se decidió concentrar la atención en los municipios, ya que este ámbito es el más propenso a abusos y en donde más arraigadas están las conductas machistas y discriminatorias.

Para realizar este estudio, en el mes de septiembre de 2018 se convocó a las presidentas municipales en funciones. Ellas estaban a menos de un mes de concluir su encargo, por lo que se mostraron abiertas a compartir sus experiencias.

Este trabajo fue realizado por expertas en la materia y consistió en la recopilación de información cualitativa a través de entrevistas semiestructuradas personales con una batería de 47 preguntas y dos paneles de discusión, uno cerrado (entre ellas, con presencia de 6 personas de las instituciones convocantes) y otro abierto al público.

El estudio que se realizó con ellas es amplio, y si bien hay problemas que son comunes a todas, no se pueden medir con criterios iguales dado que en este grupo hay quienes tenían experiencia y carrera política previa y quienes solo a través del esposo conocían el medio. Esto es solo algo de lo más significativo que nos compartieron:

«Yo no quería ser candidata, pero ni siquiera me preguntaron y me fueron a registrar al IEEQ».

«Cuando me registraron, mi hijo recién nacido estaba en terapia intensiva y yo no podía ir a la campaña. Y los compañeros le decían a mi esposo: ¿Cuándo viene? ¿Por qué se tarda?»

«Yo sí quería ser candidata, pero, aunque tenga años trabajando y haciendo méritos en mi partido, siempre seré señalada de que llegué por mi marido, no por mí».

«Seguido me confundían con una edecán. No sabían que yo era la candidata».

«Decían que cómo se me ocurría querer embarazarme durante el cargo».

«Me decían que parecía una lombriz».

«Hacían comentarios sobre mis zapatos».

«Muchos iban a la ceremonia del 15 de septiembre solo para ver como daba El Grito una mujer».

«¿Por qué no puedo tener como asesor a mi marido? Los hombres tienen a quien quieren de asesor y no les dicen nada».

«En las reuniones de presidentes municipales, los medios de comunicación solo les hacen caso a los hombres. A las presidentas no nos toman en cuenta, y a veces ni nos dejan terminar el discurso».

«Aunque tengo 30 años trabajando para mi partido, si no fuera por las leyes de paridad, yo no estaría aquí».

El estudio encontró que es una constante en todas las experiencias de las presidentas que sientan que deben convertirse en una especie de heroína, que sus resultados sean mejores que los de los hombres, que logren balancear la vida personal, familiar y laboral bajo el injusto entendido de que son ellas las que con su trabajo garantizarán que no se pierdan los lugares ganados por las mujeres.

Si bien las surgidas en los dos procesos electorales anteriores no son las primeras presidentas municipales, si son las primeras que llegan no como excepción a espacios históricamente ocupados por hombres, sino como parte de toda una generación de mujeres que –voluntaria e involuntariamente– cambiarán para siempre la forma de hacer política y de ejercer gobierno en nuestro país.

La sinergia entre esfuerzos personales, colectivos e institucionales para llevar más mujeres a los puestos de toma de decisiones púbicas ha dado frutos y no se puede dejar de reconocer que ha habido importantes avances, y si bien esto hay que celebrarlo, no olvidemos que todavía estamos lejos de alcanzar la meta final, que es la igualdad sustantiva. Es decir que, sin negar las naturales diferencias, todas las personas gocemos de igualdad de oportunidades, igualdad de libertades y lograr el desmantelamiento cultural de estereotipos obsoletos.

Estamos en el camino…

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Yolanda Elías Calles Cantú

Especialista en temas de Igualdad e Inclusión. Exconsejera electoral del Instituto Estatal Electoral de Querétaro (IEEQ).

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