Cambios inminentes
Quienes nos dedicamos a las encuestas electorales padecimos de una cierta «sequía» durante 2019 y –con mayor énfasis– en lo que va del 2020, lo que se ha agravado por la epidemia de SARS-CoV2. El proceso electoral 2020-2021, que normalmente ya debería estar aquí pero que se ha postergado por dicha epidemia, se puede prever bastante competido y –por ende– interesante. Creo yo que, a estas alturas del partido y sin mayor información de campo hasta ahora generada por la razón antes expuesta, no se puede hablar de las elecciones del 2021 sin hacer la referencia obligada al famoso Covid-19.
Para muchos analistas y «comentólogos» de asuntos variados, la pandemia mundial dejará secuelas importantes no solo en el tema social y sanitario sino, sobre todo, en el económico, pero lo que también traerá es un cambio de paradigmas y hábitos en el quehacer cotidiano. Se dice que a raíz de esta experiencia habrá cambios importantes en los métodos de trabajo de las empresas y –en general– en lo usos y costumbres, llámensele hábitos personales, todos los cuales esperemos sean encauzados para bien. En mi particular punto de vista, los cambios en métodos de trabajo y hábitos –una vez superadas las etapas post clímax epidemiológico– no serán tantos y las personas regresarán poco a poco a lo que siempre han acostumbrado.
Sin embargo, por lo que respecta al proceso electoral en sí y a las metodologías de investigación de la opinión pública sí habrá algunos cambios importantes. En cuanto a lo primero, es decir, el proceso electoral, hubo ajustes en fechas de las elecciones 2020 y probablemente, para el proceso 2020-2021, habrá más oportunismo de lo normal de candidatos, partidos y gobiernos para llevar a cabo actos y acciones proselitistas aprovechando las carencias populares que se han agudizado, lo que ojalá genere estrategias de campaña más creativas y mejor orientadas. Además, se han comenzado a considerar y discutir iniciativas como el «voto electrónico» y el «voto postal». Pero lo que probablemente se dará es un reordenamiento de las fuerzas políticas ante una realidad empobrecida, desgastada, necesitada y con alto nivel de incertidumbre.
Esta nueva realidad política, que en efecto está siendo propiciada por la epidemia, muy probablemente nos lleve a un escenario donde, si bien antes podría haberse vislumbrado altamente Morenista, ahora las fuerzas de oposición pudieran realmente competir, siempre y cuando tengan la capacidad de organizarse, de aliarse entre ellas como ya lo han hecho antes (con el objetivo de «vencer a cualquier costa, no importando principios e ideologías»), de saber capitalizar esos cambios en la realidad, de competir con candidatos que no sean seleccionados por compromiso sino con base en su posicionamiento público y, en resumen, de presentarse como una alternativa real.
La oposición tiene frente a sí un reto y, sobre todo, una oportunidad histórica de recuperación que literalmente les cayó del cielo o –quizás debo decir– que fue «importada de China». Nadie lo esperaba y cuando ya estaban prácticamente en el piso y no se veía cómo le harían para recuperarse, ahora tienen una luz al final del túnel que, por el bien del sistema democrático de nuestro país, ojalá sepan aprovechar.
Y no se trata de un comentario con tintes partidistas, sino de una esperanza como mexicano y como observador de los fenómenos sociales de que coexistan fuerzas políticas diversas y equilibradas, como deben existir en cualquier democracia que se precie de serlo.
Todo ello nos conduce a considerar que el proceso electoral 2020-2021 será un «laboratorio político», y si se cumplen algunas de las premisas antes expresadas, debería llevar a cambios importantes en el ordenamiento de fuerzas y ser la base para los procesos electorales venideros. Quizás en una primera instancia todos compitiendo contra Morena y, posteriormente, logrando posicionarse en lo individual.
Así las cosas, «ya nos urge», como investigadores, poder volver a pulsar la opinión pública en materia electoral. Los escenarios que habrán de prevalecer me parece que hasta ahora son bastante inciertos para cualquiera, dada la falta de información y la incógnita sobre si la oposición tendrá o no las capacidades para estar «a la altura del reto».
Este reto en el proceso electoral venidero señaladamente resulta mayor para los partidos de oposición, ya que se trata de conservar el poder en un proceso en que, de las 15 gubernaturas en juego, el pri gobierna en 8 mientras que el pan lo hace en 4 de ellas y las restantes 3 se reparten entre Morena, prd y una independiente. Por lo tanto, quien menos tiene que perder y más que ganar es precisamente Morena y así, entonces, el «Laboratorio político 2021» le servirá para medir fuerzas a futuro mientras que para los partidos de oposición será casi una prueba de vida o muerte.
Ahora bien, con respecto a las metodologías para el levantamiento de campo, en un país con las características del nuestro, hoy por hoy, tratándose de «encuestas electorales» no existe método alterno para estimaciones que sea tan preciso como el de las encuestas cara a cara, en vivienda. Sin embargo, también es cierto que hay que poner los pies en la tierra y ajustarse a lo que hasta el día de hoy es posible y eso es el uso de otras técnicas de levantamiento de información como son la telefónica, las encuestas o paneles online y en redes sociales que, si bien no me quiero meter a fondo en esa discusión, todos sabemos que hasta ahora tienen sus limitaciones.
Si hay que escoger entre lo «posible», en lo personal me inclino por el uso de la encuesta telefónica que permite hacer muestreos probabilísticos a partir de universos conocidos y así poder representar –adecuadamente– a todos los hogares mexicanos en los que exista un teléfono fijo, o bien, a toda la población nacional que cuente con un teléfono móvil.
Frente a este contexto, se vislumbra una serie de retos de muy corto plazo para los investigadores de la opinión pública que a continuación, de manera enunciativa más no limitativa, enlisto:
- Diseñar y frasear instrumentos de recolección que permitan conseguir la información suficiente para poder entender y diagnosticar oportunamente la situación que viven y las preocupaciones de la población en el ámbito de una agudización de la desigualdad económico-social, un futuro incierto y fuera de control. Todo lo anterior con el objeto de poder explicar los resultados de las investigaciones correctamente contextualizados.
- Incorporar el análisis de «social media» y la extracción de datos complementarios (Data Science) para enriquecer las investigaciones.
- Experimentar con nuevas metodologías y ser altamente propositivos y creativos en el diseño de modelos de corrección de estimadores.
- Insistir en que se debe procurar entender el cambio en la forma de pensar y tomar decisiones de los mexicanos, para lo cual se debe crear consciencia de que es en este momento cuando más se requiere investigación de opinión pública.
- Colaborar conjuntamente con el Gobierno para generar información que ayude a terminar de superar la emergencia sanitaria y a enfrentar la crisis económica resultante.
- Las grandes marcas de productos están migrando a una imagen de empatía con la población cosa que, en cierta medida, debería suceder con candidatos y partidos políticos durante las campañas electorales, y es precisamente ahí en donde se encuentra una de nuestras oportunidades de colaboración.
Finalmente, quisiera comentar que espero que el regreso a las actividades productivas sea ordenado y respetuoso de las medidas de seguridad de tal suerte que nuestro país no enfrente un peligrosísimo rebrote de la epidemia y esto permita que, máximo para el tercer trimestre del año podamos retomar, aun cuando sea un poco tarde, el uso de las encuestas presenciales de cara al proceso electoral 2021. De hecho, acorde con este fin, en las asociaciones de nuestra industria ya estamos trabajando en la construcción y difusión –entre sus miembros– de protocolos y acciones para un sano regreso a las actividades que permitan procurar la seguridad tanto de encuestadores como de respondientes.
En México, las encuestas cara a cara en vivienda ya han probado –en reiteradas ocasiones– su eficiencia.