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De elecciones y cubrebocas

El 11 de marzo fue el día que todo cambió para Estados Unidos frente a la amenaza del coronavirus. La NBA canceló todos sus juegos mientras que Donald Trump dio su primer discurso enfocado en la pandemia y los mercados presentaron su primera caída significativa en reacción a la crisis. Por otro lado, los candidatos demócratas a la presidencia, Joe Biden y Bernie Sanders, anunciaron el traslado de sus campañas a plataformas digitales. Y en cinco días la realidad se transformó. Hoy, ese miércoles parece lejano. A unos meses de la elección presidencial más importante de la historia contemporánea de Estados Unidos, ¿qué le espera al escenario político estadounidense en los siguientes meses?

Los partidos en tiempos del Covid-19

En un sistema político donde los partidos son estructuralmente débiles, el partidismo se ha vuelto uno de los factores más importantes en definir las actitudes de la gente frente a la pandemia actual. Hoy, ser republicano o demócrata define de manera importante la actitud de los ciudadanos frente a la pandemia. Diferentes estudios han revelado que las personas que se identifican con el Partido Republicano consideran al virus una menor amenaza en contraste con los demócratas. De la misma forma, las compras de gel y el lavado de manos han sido menores entre votantes republicanos. Este fenómeno se ha trasladado también a la clase política: los gobernadores demócratas han mostrado una mayor acción ante la crisis en contraste con los republicanos. Senadores, congresistas y medios de comunicación conservadores como Fox News, insistieron por semanas que el Covid-19 era una exageración de los demócratas y no fue hasta que Trump cambió su línea discursiva que la mayoría de los republicanos cambiaron su narrativa. La gravedad de la negación republicana en enfrentar la pandemia actual es que, a diferencia de otros intentos de generar una «contra narrativa» para defender al presidente, este costará vidas. El caso más alarmante hasta hoy es el de Florida donde el gobernador, Ron DeSantis, se negó a tomar medidas preventivas hasta hace unos días que habló con el presidente Trump.

Hasta hace unos meses, ser republicano o demócrata definía la percepción que los ciudadanos tenían sobre la economía, los inmigrantes e, inclusive, su preferencia en tiendas de autoservicio. Sin embargo, que la afinidad partidista defina la respuesta de los ciudadanos frente a una pandemia refleja un partidismo muy fuerte que podría darle un triunfo a los republicanos en diferentes estados, a pesar de la crisis. Si los ciudadanos salen a votar exclusivamente por el partido, ignorando a los candidatos y los hechos, la democracia estadounidense tendrá problemas más severos que resolver que la elección de noviembre 2020.

¿El fin de la campaña de Donald Trump?

En el ojo del huracán se encuentra el presidente Donald Trump. El miedo que muchos tenían de que la actual administración fracasara en enfrentar una crisis global se ha vuelto realidad. Por semanas, el presidente se dedicó a minimizar el contagio, a cuestionar a los expertos y a detener cualquier tipo de plan de acción temprana que sus consejeros recomendaron. Hasta hace unos días, el presidente aseguraba que para el 12 de abril la gente estaría en las calles y no fue sino hasta el 29 de marzo que –frente a la evidencia– decidió ordenar 30 días de aislamiento a nivel nacional.

La nota que más ha circulado en torno al presidente en los últimos días es su alza en las encuestas. En los últimos sondeos, el presidente ha incrementado su aprobación entre 2 y 3 puntos. Frente a este aumento distintos analistas han comenzado a cuestionar si la posición presidencial de Trump frente a la crisis le dará un triunfo en la elección de noviembre. Hasta ahora, esto es poco probable. La ciencia política estadounidense ha estudiado por años un fenómeno conocido como “rally around the flag” que establece que, en tiempos de crisis internacional, la gente tiende a apoyar al presidente más de lo normal. Así, presidentes como John F. Kennedy y George W. Bush experimentaron un incremento significativo en su aprobación después de la crisis de los misiles y del 11 de septiembre, respectivamente. No obstante, actualmente la aprobación de Trump ha subido poco en comparación con otros lideres mundiales que se han beneficiado de este fenómeno en sus propios países. De la misma forma, en encuestas que han medido la confianza de la gente a diferentes autoridades, Trump se encuentra por debajo de la CDC, la ONU y otros gobernadores. Si algo refleja el diminuto incremento de Trump en las encuestas es que los ciudadanos no están contentos con el presidente. Las críticas hacia la administración y su falta de respuesta frente a la crisis van en aumento y la gente está apoyando al presidente en mayor proporción por un sentido patriótico y no por que consideren que debe permanecer en la Casa Blanca. Así, el apoyo a Trump es más una ilusión de los tiempos que una realidad. No obstante, un mal manejo de la crisis actual sí podría desplomar el apoyo al presidente entre su base electoral. Si el presidente comienza a percibir que podría perder la elección, radicalizará su campaña para salvar su presidencia.

La campaña por retomar la Casa Blanca

En la contienda por la Oficina Oval, todo está detenido. Hace unos días Bernie Sanders anunció el fin de su campaña presidencial, convirtiendo a Joe Biden en el candidato de facto del Partido Demócrata. Después del anuncio de Sanders, muchos analistas han cuestionado si los seguidores del senador de Vermont saldrían a votar por el exvicepresidente Biden. Si los votantes de Sanders siguen la misma línea del 2016, la respuesta es un gran sí. En la elección de hace cuatro años, 80% de los votantes que inicialmente apoyaron a Sanders votaron por Clinton en la elección general. El porcentaje de votantes que pasó de apoyar a Sanders a Trump fue marginal y muchos de los votantes de Sanders que no apoyaron a Clinton, tampoco hubieran apoyado a otro candidato demócrata. Si asumimos que las preferencias de los votantes se mantendrán constantes, es poco probable que la salida de Sanders de la contienda demócrata le reste apoyo a Joe Biden.

Ahora el candidato demócrata tiene dos tareas de aquí a noviembre. En primer lugar, en las siguientes semanas deberá escoger a su vicepresidente. Hasta ahora han sonado una variedad de nombres, sin embargo, lo que es casi un hecho es que será una mujer. De la mano de este proceso, Biden tendrá que ser un constructor de coaliciones para reunir el apoyo de todos los grupos que hoy conforman la base electoral del Partido Demócrata. El exvicepresidente tendrá que energizar a los votantes y seguidores de Obama, pero también a los de Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Así, de aquí a la convención demócrata que fue pospuesta para julio, el candidato deberá construir una coalición amplia y fuerte.

Por otro lado, si bien podría parecer que la crisis llegó en el peor momento de las campañas, el equipo de Biden ha empezado a organizar eventos digitales y entrevistas con distintos medios desde su casa, los cuales buscarán mantenerlo en la agenda pública. Sin embargo, no ser el centro de atención en este momento puede beneficiar al candidato demócrata más que su campaña. El exvicepresidente puede aprovechar este momento para que la opinión se enfoque en las ineficiencias del gobierno federal y así recolectar todos los votos anti-Trump el 3 de noviembre. En la mayoría de las encuestas el demócrata le lleva una ligera ventaja al presidente republicano y a pesar del incremento en la aprobación del presidente, el margen delantero de Biden se ha mantenido. Hasta ahora, los pronósticos indican que la elección será cerrada, pero si los demócratas aseguran Michigan, Wisconsin y Pensilvania es altamente probable que ganen la presidencia.

En otra noticia positiva para los demócratas, algunas contiendas en el Senado han empezado a reflejar cambios importantes. Si bien al inicio del proceso electoral los republicanos mostraban una ventaja en la mayoría de los estados, diferentes encuestas han mostrado algunas elecciones más cerradas de lo que se creía. Estados como Montana, Arizona, Georgia y Maine, han pasado de ser estados seguros para los republicanos a estados competidos. El alza de los demócratas en las encuestas de estos estados se explica por dos factores: la selección de candidatos altamente competitivos y la intención de voto por Joe Biden en noviembre. En elecciones previas, la gente ha votado por senadores y presidente del mismo partido y se espera que esto vuelva a suceder. A pesar del resultado en la elección presidencial, es altamente probable que los republicanos mantengan el control del Senado; sin embargo, la mayoría de los escaños con los que cuenten será menor a la actual.

¿La elección en riesgo?

Hasta el día de hoy la pandemia ha cobrado la vida de más de 20,000 personas en Estados Unidos y ha puesto a prueba el federalismo estadounidense. La semana pasada, el gobernador demócrata de Wisconsin tuvo una confrontación con la legislatura estatal (con mayoría republicana) y la Suprema Corte. Frente a la amenaza de más contagios, el gobernador intentó posponer la elección primaria en su estado; sin embargo, la legislatura estatal se negó a posponer el proceso electoral y la pelea terminó en la Suprema Corte estatal. Horas antes de que iniciara la votación, la Suprema Corte estatal –con apoyo de la federal– dictaminó que la elección tenía que proceder. Cientos de personas con cubrebocas pasaron horas formados esperando votar, criticando la decisión de los republicanos y preocupados por el riesgo de contagio. La elección de Wisconsin puso en evidencia la falta de planeación y alternativas para el sistema electoral actual. Para algunos analistas, la posición de los republicanos de Wisconsin podría repetirse en otros estados y existe un miedo de que la participación electoral disminuya por miedo a la enfermedad. De la misma forma, si los contagios y muertes son más altos en las ciudades que en las zonas rurales, esto implica que la pandemia afectará más a los votantes demócratas que a los republicanos y esto podría alterar los resultados electorales.

No obstante, ante todos los problemas que la elección en Wisconsin sacó a relucir, no parece probable que se posponga la elección general de noviembre. Constitucionalmente, el Congreso es el encargado de establecer las fechas de las elecciones legislativas y es poco probable que los estados se confronten con los legisladores federales para posponer la elección. La senadora Amy Klobuchar (D-MN) ha insistido estas semanas en aprobar la votación por correo a nivel nacional. Sin embargo, los republicanos y el presidente Trump se han negado a considerarlo ya que creen que podría haber un alto número de fraudes electorales, aunque la evidencia en estados con este sistema indica lo contrario. Así, la mayor preocupación de los demócratas no debe ser que la elección sea pospuesta, sino que sea una elección con tantas reglas y precauciones que termine limitando la participación de la mayor parte de la población. Si la pandemia no es controlada durante el verano, la discusión sobre votar por correo o de manera presencial estará de regreso en la agenda pública. 

¿Ya se definió la elección?

Frente a la crisis actual, la variable más inestable es la opinión pública. La extensión del territorio y la independencia de los gobernadores del gobierno federal ha traído consigo distintas realidades políticas y, por consecuencia, distintas respuestas frente a la pandemia. Hoy, estar en Nueva York es radicalmente distinto a estar en Texas y esto complica los escenarios en cada estado. Si en algo coinciden los expertos es en que el pico de la enfermedad será en dos o tres semanas, y esto es solo en los estados que tomaron medidas a tiempo. De la misma forma, la ineficiencia del gobierno federal con la distribución de pruebas tendrá un mayor impacto en el aumento de casos con el paso de tiempo. Tantas variaciones a nivel local complican los cálculos para predecir que pasará en todo el país. Así, si algo es seguro, es que la opinión pública y los resultados de las encuestas estarán cambiando constantemente. La opinión del votante sobre la economía y su vida hoy y un mes después del aislamiento será distinta. Es poco probable que el día de la elección la gente recuerde específicamente su sentir de estos días y que variables de largo plazo como el estado de la economía en las semanas previas a la elección influyan mucho más en el resultado electoral. Hasta hoy, ningún modelo ha encontrado la manera de medir de manera efectiva el efecto de una pandemia en la elección. Sin embargo, todo parece indicar que las inacciones y errores recurrentes del presidente Trump en esta crisis alejan al elefante republicano de la Oficina Oval cada vez más.

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Carlos Galina

Internacionalista por el ITAM y becario Fulbright-García Robles

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