Dos propuestas, dos rechazos
El pasado 17 de diciembre la ciudadanía chilena rechazó la propuesta de constitución del Consejo Constitucional a través de un plebiscito de salida. La opción “En Contra” ganó con un rotundo 55.76 %, mientras que la opción “A Favor” perdió con un 44.14 %, según los cómputos oficiales del Servicio Electoral de Chile (Servel).
De este modo, las y los ciudadanos chilenos desaprobaron por segunda vez los proyectos de constitución que se les han presentado. El primero realizado por la Convención Constitucional en 2022 y el segundo recientemente por el Consejo Constitucional, lo que significa que Chile sigue regido por la Constitución de 1980 escrita bajo la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet, mas no que la haya elegido.
Pero el origen de estos plebiscitos electorales en Chile y su cuestionamiento a la Carta Magna que lo regía y rige durante las últimas décadas, fue gracias a la fuerte crisis de desigualdad de octubre de 2019, que se conoció como “Estallido Social”. En ese entonces, el expresidente de centro derecha Sebastián Piñera y toda la clase política se vio desbordada ante las manifestaciones ciudadanas, sobre todo después de que el 25 de octubre se reunieran más de un millón y medio de personas en Santiago en una protesta que se convirtió en la más grande desde el regreso a la democracia, de acuerdo con lo reportado por la Intendencia Metropolitana. También hubo manifestaciones importantes en distintas regiones del país.
Esto llevó a que el expresidente Sebastián Piñera junto a los distintos sectores políticos, tanto de oposición como de gobierno –exceptuando al partido comunista– firmaran el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” el 15 de noviembre de 2019, que fue la salida institucional que tuvieron los poderes Ejecutivo y Legislativo para calmar al movimiento ciudadano y dar algún tipo de solución a sus demandas sociales, como: No más AFP, salud, educación y los servicios básicos gratuitos, pensiones dignas, igualdad, vivienda, entre otros.
El 25 de octubre de 2020 se realizó el esperado plebiscito constitucional que tenía dos preguntas en la papeleta: “¿Quiere usted una Nueva Constitución?”, donde las respuestas eran Apruebo o Rechazo. Y la segunda interrogante recitaba por el organismo que escribiría la nueva carta magna. Las opciones eran “Convención Mixta Constitucional” o “Convención Constitucional”, donde la primera de éstas (mixta) significaba que el 50 % de la nueva constitución la escribiría la ciudadanía y el otro 50 % las y los parlamentarios en ejercicio. La segunda preferencia consistía en que el 100 % estuviera escrita por la ciudadanía.
Los resultados del primer plebiscito fueron apabullantes y dieron cuenta de la distancia y crisis que existía y existe entre los actores sociales y los políticos. La opción Apruebo ganó con un contundente 78.27 % de las preferencias y la Convención Constitucional con un 78.99 %, según el Servel.
El nuevo órgano estaba compuesto en su mayoría por personas e independientes cercanos a la izquierda y partidos de ese sector y una minoría representaba a la derecha. Además, contó con paridad de género y escaños reservados para los pueblos originarios en su creación. Sin embargo, el desequilibrio entre los sectores políticos provocó que algunas divisiones se atrincheraran y redactaran una propuesta que no tenía el consenso de toda la convención ni de la derecha y la extrema derecha por considerarla maximalista y muy vanguardista. Tras nueve meses de trabajo, más tres de prórroga, el organismo entregó la propuesta de constitución el 4 de julio de 2022 al actual presidente Gabriel Boric.
Aunque muchas encuestas y analistas políticos dijeron que la propuesta constitucional presentada por la Convención Constitucional sería aprobada por la ciudadanía, esto no fue así. La opción Rechazo, por la que hicieron una fuerte campaña desde la centro derecha hasta la extrema, ganó con un categórico 61.86 %, según el Servel el 4 de septiembre de 2022.
Este fue un duro golpe para el gobierno del presidente Boric, quien personalmente había declarado que votaría por la opción Apruebo y porque muchas de sus políticas públicas presentadas en su campaña de gobierno dependían de una nueva Constitución. También lo fue para la izquierda y para el sistema político, ya que la campaña estuvo llena de fake news o noticias falsas y de desinformación deliberada por parte de algunos políticos de derecha sobre la propuesta que sólo le hacen daño a la democracia y su institucionalidad. Y, por último, porque muchas de las personas que votaron lo hicieron rechazando la Convención Constitucional por el descrédito que se levantó ante esta y porque creían que estaban votando en contra del desempeño del gobierno y no del texto presentado.
Pasados seis meses de la desaprobación ciudadana a la propuesta constitucional, el presidente Boric, junto a la derecha que se había comprometido a escribir una nueva Constitución si ganaba el Rechazo con su eslogan “Una que nos una”, acordaron realizar un segundo proceso para redactar una nueva hoja de ruta jurídica. Eso sí, esta vez la forma sería totalmente distinta a la anterior. La nueva Constitución sería redactada por tres organismos: el Consejo Constitucional, una Comisión de Expertos y un Comité Técnico de Admisibilidad, donde la participación ciudadana como redactores no existió.
El Comité de Expertos estuvo integrado por veinticuatro miembros elegidos por el Parlamento y redactó una propuesta de Constitución bajo doce bases institucionales que delineaban la nueva carta magna. Esta fue presentada al Consejo Constitucional que estuvo compuesto por cincuenta personas que representaban a los partidos políticos y que fueron a votación popular el 7 de mayo de 2023.
Como una paradoja de la vida, la extrema derecha y la derecha que en el proceso anterior eran minoría en la Convencional Constitucional ahora eran mayoría en el Consejo Constitucional, teniendo veintitrés representantes a través del Partido Republicano de cincuenta consejeros. Esto significó, aunque no se crea porque se supone que se debe aprender de los procesos fallidos, que la extrema derecha cometió los mismos errores que la izquierda en el primer proceso y se atrincheró en su posición dominante e hizo caso omiso a las recomendaciones de los expertos y redactó una nueva propuesta de constitución maximalista, conservadora, elitista y que profundizaba mucho más el modelo neoliberal de la actual Carta Magna.
Fue así que, en el plebiscito del 17 de diciembre pasado, la ciudadanía rechazó por segunda vez una propuesta de nueva constitución escrita en democracia, ya que la opción “En Contra” obtuvo un apabullante 55.76 % mientras que la opción “A Favor” perdió por más de once puntos de diferencia sacando un 44.14 %, según el Servel.
Muchos y muchas se preguntan por qué el pueblo chileno desaprobó las dos propuestas constitucionales que se le presentaron y prefirieron quedarse con la Constitución de Pinochet. Las razones son variadas, pero hay algunas que se deben destacar. La primera es que ninguna de las dos propuestas escritas por la izquierda o por la extrema derecha y la derecha supieron leer lo que la ciudadanía pretendía y pretende de su país. La segunda es que entre el primer proceso que nació de un movimiento social han pasado cuatro años con una pandemia de por medio y las circunstancias han cambiado. Esto no quiere decir bajo ningún punto que la ciudadanía no quiera una nueva constitución, sino que ahora en su presente inmediato sus mayores problemas son la delincuencia, la migración desregulada y el desempleo. Por lo mismo, este segundo proceso no congregó ni les interesó a las personas como el primero donde el texto constitucional se agotó en librerías y porque muchos piensan que no es lo que ellos votaron, es decir, una Convención Constitucional lejos de los políticos. La tercera es que la ciudadanía no quiere una hoja de ruta jurídica maximalista, quiere un texto que represente sus valores y delinee sus fundamentos y principios, entre otras cuestiones.
Por último, es muy importante destacar y recalcar que lo que la ciudadanía chilena rechazó fueron las dos propuestas constitucionales que le han presentado y por las que ha ido a sufragar. Por lo tanto, esto no significa bajo ningún punto de vista que se haya ratificado o aceptado la Constitución de 1980, ya que jamás ha sido plebiscitada ni votada como han querido argumentar algunos personeros de derecha sacando partido de la situación.
De hecho, solo queda recodar la votación del primer plebiscito de vuelta a la democracia de octubre de 2020, donde la opción Apruebo ganó con un categórico 78.20 % de aceptación, confirmando que el pueblo chileno sí quería una nueva carta magna solo que aún no se ha escrito una que los represente como país.