¿Es el miedo el mejor amigo del hombre?
You know it makes sense, don’t even think
about it Life and death are just things you do when you’re bored
Say fear’s a man’s best friend
You add it up, it brings you down.
John Cale
¿Podríamos explicar la historia de la humanidad a través de nuestros miedos? Lovecraft dijo que a nada le temía el hombre más que a ser tocado por lo desconocido. Elías Canneti tomó esa cita y con ella abrió el libro que culmina su obra: Masa y poder. De hecho, el miedo es el sentimiento más básico y reptiliano de todo animal, activando los instintos de supervivencia ante el peligro.
Aún con nuestra aparente sofisticación, seguimos sintiendo miedo de cuanto desconocemos: por eso el gran mercado de las narraciones y películas de terror, por ejemplo. Podríamos hablar de cuatro grandes actitudes ante este sentimiento. La primera, que nos desborde y paralice. Segunda, encarnar el miedo, como hace cualquier atacante o pueblo conquistador a través de la historia. Tercera, movilizar a la gente a través del miedo, como hacen muchos regímenes al polarizar entre contarios o promover teorías de la conspiración. Finalmente, asumir la existencia y tal vez inevitabilidad de ese miedo, haciendo que ampliemos nuestras posibilidades existenciales como individuos o colectivos.
De hecho, la primera narración que se conoce –La Epopeya de Gilgamesh o El Poema de Gilgamesh– parte del miedo a la muerte que siente su protagonista, Gilgamesh, y su lucha en vano por ganar la inmortalidad. Sin embargo, ese fracaso no significa una derrota. Al reconocer que algún día morirá, descubre el legado que dejará a su pueblo: unas sólidas murallas para su defensa. También ese miedo puede llevar al conocimiento a través de la observación, la prueba y el error, como ha sucedido con los avances de la ciencia.
Cada época expresa sus miedos a través de monstruos, leyendas y –lamentablemente– hasta persecuciones y exterminios. Hasta hace pocos siglos, se explicaban las plagas a través de grupos que conspiraban contra las comunidades, como los judíos o las brujas, quienes eran perseguidos y eliminados.
También se inventaban seres que provocaban los males colectivos como los vampiros, que existen prácticamente en todas las culturas en distintas presentaciones. Hoy día ese miedo primordial a un depredador desconocido forma parte de la cultura popular, romantizado en novelas o grupos de jóvenes que se asumen parte de “clanes” de vampiros como medio de identificación.
¿Seguimos teniendo miedos que nos mueven? Los avistamientos de ovni se dispararon después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las grandes potencias temían un ataque de misiles remotos y crecía la paranoia por satélites que nos vigilaban. Eso disparó las narraciones de abducciones, emisores de “mensajes” de civilizaciones extraterrestres que no eran distintos a los que enviaban siglos atrás dioses o santos, e intentos de explicar el pasado a través de ese fenómeno, como las historizaciones al estilo Von Däniken. Sin embargo, ese miedo fue canalizado por John F. Kennedy para ganarle la carrera espacial a los soviéticos, haciendo que se orientasen esfuerzos científicos y recursos tecnológicos para poner un hombre en la Luna, rebasando a la otra potencia de paso.
Mientras estamos encerrados por la cuarentena, podemos ver series que exploran nuestros miedos a lo desconocido, como Black Mirror, esta vez representado por la tecnología y sus abusos. ¿Lograremos hacer de ese miedo nuestro mejor amigo? Depende cómo los asumamos, empezando por la forma en que los abordamos con la imaginación, mientras no podamos salir a la calle…