¿Por qué no fue el tiempo de las mujeres en Estados Unidos?
¿Cuando Joe Biden decidió retirarse de la carrera presidencial de Estados Unidos para dar paso a Kamala Harris, surgió una posibilidad: que México y Estados Unidos finalmente tuvieran presidentas. Si hubiera sucedido, cerca de 475 millones de personas –casi la mitad de la población del continente americano– se habrían encontrado gobernadas por una jefa de Estado por primera vez. Pero en Estados Unidos no era el tiempo de las mujeres. Por segunda vez en ocho años, una candidata de un partido importante perdió las elecciones, lo que provocó la pregunta: ¿cuándo, si acaso, estará listo Estados Unidos para elegir a una presidenta?
Sin duda, hubo diferencias entre las candidaturas presidenciales de Hillary Clinton en el 2016 y Harris en el 2024. Una de las principales, que Clinton pasó por un proceso de primarias para ganar la nominación del Partido Demócrata. Harris, mientras tanto, se vio impulsada a tomar la candidatura con poco más de 100 días hasta el día de las elecciones, lo que le dejó poco tiempo para definir su plataforma o superar los bajos niveles de aprobación de Biden.
Además, Clinton y Harris diferían en la naturaleza histórica de sus candidaturas. Clinton llevaba mucho tiempo hablando de romper el “techo de cristal más duro y alto”, que es la presidencia de Estados Unidos y, cuando se convirtió en la primera mujer en Estados Unidos en ganar la nominación de uno de los dos partidos políticos principales, se rompió un techo de cristal virtual en la pantalla de la Convención Nacional Demócrata de 2016 en Filadelfia. Dirigiéndose a las niñas que pudieran estar viendo, Clinton dijo a la audiencia: “Puede que yo me convierta en la primera presidenta, pero una de ustedes es la siguiente”.
Harris, por otro lado, evitó hablar del techo por completo. Eso no quiere decir que Harris, quien ya lo rompió al ser la primera vicepresidenta del país, no priorizó temas importantes para muchas mujeres, como la defensa de los derechos reproductivos y al aborto. Sin embargo, el carácter histórico de su posible presidencia no fue un elemento central de su campaña.
Debbie Walsh, directora del Center for American Women in Politics, dice que una de las razones es que Harris no formó parte de un proceso de primarias en el 2024, durante el cual probablemente habría tenido la oportunidad de dirigirse a la base política de los demócratas que podría haberse mostrado entusiasmada con la idea de elegir a una presidenta. “Formó parte de una elección general teniendo que convencer a un público que era más escéptico ante la idea de que una mujer fuera presidenta”, dice Walsh, quien señaló que Harris se centró más en su experiencia como fiscal para demostrar que podía ser firme en temas de seguridad. “Al mismo tiempo, se postulaba contra alguien que, en todo momento, señalaba su raza y su género”. De hecho, a lo largo del ciclo electoral, varios republicanos la llamaron una “DEI hire”, refiriéndose a las políticas de diversidad, equidad e inclusión en los espacios laborales para dar a entender que la vicepresidenta no había alcanzado su puesto por méritos.
No llegamos todas
Pero no fue sólo que una mujer no ganó un boleto a la Casa Blanca; el aumento del número de mujeres que ganaron escaños en el Congreso también se estancó en las elecciones del 2024. Aunque Clinton nunca llego a romper el techo, su candidatura sirvió de precuela para las mujeres que buscan el poder político. Tras la victoria presidencial de Donald Trump en el 2016 y el posterior auge del movimiento #MeToo, Washington fue testigo de un salto en el número de legisladoras. En total, el número de mujeres en ambas cámaras pasó de 110 durante el 115º Congreso (2017-2019), aumentando un 32 % a 146 en el 117º Congreso (2021-2023). Pero en diciembre de 2024, el Congreso entrante de eua verá una caída en el total de mujeres que ocupan escaños legislativos nacionales por primera vez desde finales de la década de 1970. Las mujeres ocuparán sólo el 28 % de los escaños en el Congreso, por debajo de la media del 35.5 % de toda América.
Por otra parte, el país nunca ha superado el 30 % de representación femenina ni en el Senado ni en la Cámara de Representantes. Estados Unidos ya estaba rezagado con respecto a la mayor parte del continente americano en este frente. Al igual que México, docenas de países en todo el mundo, y la mayoría de los países de América, han implementado cuotas de género para impulsar la representación política de las mujeres. Estados Unidos no se encuentra entre ellos, y la Unión Interparlamentaria lo ubica en el puesto 73 de 180 países en lo que se refiere a la representación de las mujeres en las legislaturas nacionales.
Los obstáculos
Si bien Estados Unidos ya era una anomalía hemisférica debido a su falta de cuotas electorales de género, la decisión de la Corte Suprema de EUA de 2023 que puso fin a las admisiones universitarias basadas en la raza redujo las posibilidades de cualquier tipo de medidas a favor de las minorías patrocinadas por el Estado en un futuro próximo. Además, el sistema estadounidense de selección de candidatos mediante primarias permite que cualquiera pueda competir por un cargo, independientemente de su raza o género. Crear un sistema basado en cuotas “no está en el espíritu de cómo se suelen ejecutar las primarias”, explica la profesora de Gobierno de la Universidad de Dartmouth, Lisa Baldez.
Pero otra explicación de por qué las mujeres se enfrentan a barreras puede encontrarse en las divisiones del sistema bipartidista, que ha visto un mayor número de candidatas demócratas que republicanas. En las elecciones de este año, las demócratas ocupaban el 41 % de los escaños en el Congreso de su partido. ¿Las republicanas? Sólo el 15 %. La diferencia se agudizó aún más al comparar los ganadores de las primarias en el ciclo electoral de 2024; las mujeres representaron el 46 % de los ganadores de primarias demócratas para el Congreso y la gobernación, mientras que la cifra fue del 16 % en el caso de los republicanos. Además, los hechos muestran que las mujeres republicanas tenían menos probabilidades de ser nominadas como candidatas al Congreso en estados en donde la victoria de su partido estaba prácticamente asegurada.
Hay razones que explican esta divergencia. Una es que los grupos de acción política que apoyan a las candidatas son más activos y están más integrados en el partido demócrata que en el caso de su rival. En pocas palabras, los demócratas se han esforzado más en reclutar mujeres para que se postulen para cargos públicos. A su vez, las divisiones partidistas pueden apreciarse en las opiniones sobre la representación femenina. Una encuesta realizada en el 2023 por el Pew Research Center encontró que el 75 % de los demócratas dicen que hay muy pocas mujeres en cargos públicos, mientras que solamente el 29 % de los republicanos están de acuerdo.
Todas estas cifras apuntan al carácter polarizado de la política estadounidense en lo que respecta a la representación de la mujer. Las mujeres republicanas han declarado que el énfasis de su partido en los valores familiares significa que se enfrentan a obstáculos, particularmente como madres que ocupan o aspiran a ocupar cargos, que sus homólogas demócratas no tienen. Además, la polarización no se los ha puesto más fácil. Como explica Jennifer Piscopo, directora del Instituto de Género de la Universidad Royal Holloway de Londres, a medida que el partido republicano se ha vuelto más conservador, las mujeres en el partido han tenido que luchar contra la percepción de que son más progresistas que sus homólogos masculinos, lo que las ha empujado aún más a la derecha.
Ello ha propiciado el ascenso de figuras como la congresista Marjorie Taylor Greene, una nacionalista cristiana que formula teorías de conspiración de la extrema derecha que representa al estado de Georgia. “No tengo claro que ése sea un modelo de liderazgo al alcance de todas las mujeres o que sea atractivo para todas ellas... especialmente cuando el partido comienza a inclinarse más hacia la hipermasculinidad”, dice Piscopo. “Creo que es difícil para las mujeres republicanas encontrar un lugar en el partido en este momento”.
Lamentablemente, otra razón por la que las mujeres pueden evitar postularse para un cargo o buscar la reelección está relacionada con una tendencia creciente a la que se enfrentan en todo el mundo: la violencia y el acoso político. Un informe del Brennan Center for Justice estudió la intimidación de los funcionarios estatales y locales en los Estados Unidos y encontró que las mujeres tenían hasta cuatro veces más probabilidades de sufrir abusos relacionados con el género. También son más propensas a sufrir intimidaciones relacionadas con sus familias, incluyendo a sus hijos. En general, las amenazas afectan más a las funcionarias locales, y el 48 % afirma que el abuso las desalienta de buscar reelegirse y el 46 % afirma que afecta negativamente sus intenciones de postularse a otras funciones o a cargos superiores.
Aspectos positivos
No todo es negativo con respecto a la representación femenina en Estados Unidos. Tras la elección de Kelly Ayotte como gobernadora del estado de Nueva Hampshire en el 2024, el país tendrá trece gobernadoras, el número más alto de la historia. Este logro es significativo, ya que el puesto se considera una catapulta hacia la presidencia. Además, un número récord de mujeres servirán en las legislaturas estatales y representarán al menos el 33.4 % de estos escaños subnacionales. Aunque las mujeres republicanas, con 861 escaños en total, seguirán estando por detrás de sus homologas demócratas, que ocupan 1586 escaños y que lograron mayores avances al incorporar cuarenta y seis mujeres a los congresos locales.
Tres estados –Colorado, Nevada y Nuevo México– alcanzarán o superarán la paridad de género en ambas cámaras de sus legislaturas estatales, incluso sin cuotas de género. Alaska, Arizona, California y Oregón también alcanzarán o superarán la paridad de género en una de sus dos cámaras legislativas. Vale la pena señalar que estos siete estados se encuentran en el oeste y suroeste de los EUA, una región que tiene una larga historia de expansión de los derechos políticos de la mujer. Todos ellos, con la excepción de Nuevo México, concedieron a las mujeres el derecho a votar antes de 1920, cuando la 19ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos otorgó a las mujeres el sufragio a nivel nacional. Colorado, el primer estado en conceder a las mujeres el derecho al voto en 1893 fue también el primer estado en elegir mujeres para una legislatura estatal.
¿Qué sigue?
Aun así, no cabe duda de que el resultado electoral de 2024 interrumpió el impulso detrás de la creciente representación política de las mujeres vista en las recientes elecciones estadounidenses. Los resultados también reflejan cómo Donald Trump ha aumentado su popularidad al criticar fuertemente las políticas de diversidad que se extienden más allá del mundo de la política, lo que podría restringir los programas para promover a los grupos subrepresentados, incluidas las mujeres. Stephen Miller, nombrado subjefe de gabinete de Donald Trump, dirige una organización conservadora conocida como America First Legal que ha presentado casos contra empresas y programas gubernamentales con iniciativas de diversidad. JD Vance, el futuro vicepresidente, respaldó un proyecto de ley que definiría las políticas de dei como discriminatorias. Enfrentando la amenaza de acciones legales y una marea cambiante, minoristas, universidades, aerolíneas y otros están poniendo fin a sus iniciativas de dei.
En tal entorno, ¿qué sigue para las mujeres en la política estadounidense? El giro a la derecha podría tener un efecto paralizador, como demuestra la interrupción del avance en la representación a nivel federal. Sin embargo, en el 2016, la candidatura de Clinton y la victoria de Trump provocaron un movimiento que animó a las mujeres a buscar, y ganar, cargos públicos. Puede que no obtengamos respuestas hasta las elecciones legislativas del 2026.
Mientras tanto, dieciséis estados de eua jamás han tenido una senadora y dieciocho nunca han tenido una gobernadora. Y el techo de cristal que separa a las mujeres de la presidencia permanece intacto.