Recuento
Ayer concluyeron las campañas. La presidencial ha sido la más larga de nuestra historia. Empezó en junio de 2021. Dejémoslo anotado para el libro de los récords y pasemos a un breve recuento de lo que vimos.
Lo bueno
Aunque como en muchos otros indicadores el dato estará a la vista la próxima semana, creo que hay un gran interés de los electores por ir a votar. Analistas y encuestadores tienen sus opiniones y mediciones, opinables y criticables, pero por el número de candidatos en campaña, por su despliegue en el territorio y por la polarización provocada por el presidente, cabe esperar una participación en las urnas de más del 65% Incluso, me aventuro a esperar que se alcance un porcentaje similar al de 1994.
Son positivos los reportes del INE sobre los preparativos de la instalación de las casi 170 mil casillas que funcionarán el próximo domingo. El servicio profesional electoral y los miles de empleados y trabajadores del INE y los OPLES cumplen su tarea. Lo hacen a pesar de los pleitos internos y de vientos en contra. Lo hacen porque tienen puesta la camiseta de la democracia. Lo mejor está por verse: son los cientos de miles de conciudadanos que recibirán y contarán nuestros votos. A ellos y ellas, ¡gracias!
Hubo tres debates entre candidatas presidenciales. Más allá de dimes y diretes, de errores y derroches, de los desplantes de alguna consejera, el hecho es que las dos candidatas acudieron a los tres encuentros y que millones de personas los vimos por televisión y otros medios. Las rutinas de la democracia pueden ser aburridas, pero son necesarias en esa tarea, siempre inacabada, de construirla y preservarla.
Las ideas y debates en los medios de comunicación fluyeron sin mayores contratiempos. La crítica al poder -y a las oposiciones- se expresó y difundió sin más cortapisas que las impuestas por el temor a la represalia, o por la autocensura, de la que poco se habla. Me hago cargo que escribo desde la confianza que otorga ser habitante de la CDMX, no de Guerrero o Sinaloa, por citar dos casos en donde escribir o hablar puede costar la vida.
Lo malo
El asalto al INE y al TEPJF, usando la táctica del caballo que Homero narró al contar la guerra de Troya.
Ambas instituciones, en sus mandos superiores, dejaron de ser fuente de certidumbre y confianza. Se han convertido en fuente de problemas, no de certezas. Sus omisiones y decisiones pasarán a la memoria de estas elecciones como el anuncio del fin de una época. No todos los consejeros y magistrados electorales son culpables del asalto, pero por las consecuencias que sus actos producen sobre ambas instituciones, podemos parafrasear al clásico: “ellas solitas se murieron, y entre todos las mataron”.
La violación tumultuaria de las reglas sobre plazos y periodos en este proceso es algo inédito. No encuentro un caso en el mundo en que las autoridades electorales aprueben reglas para violar la ley. Y que además la justicia electoral lo convalide.
La debilidad de la fiscalización del INE sobre partidos, aspirantes y candidatos es manifiesta. Frente a las narices de los auditores han pasado millones y millones de pesos. Son relativamente capaces en auditar como se gasta el dinero legal que el INE entrega a los partidos. Han sido un fracaso en registrar y sancionar los ríos de dinero ilegal en este proceso electoral, y antes.
Las cuotas de candidaturas para supuestos segmentos sociales vulnerables se han convertido en una feria de falsificaciones y engaños. El dogmatismo provoca daños mayúsculos a la libertad del voto. Falsificaciones al por mayor. Heterosexuales obligados a declararse homosexuales. Blancos que se auto declaran indígenas. Mestizos que dicen ser de la comunidad afromexicana. Residentes en México que declaran ser personas migrantes. Personas en perfecto estado de salud que consiguen certificado médico de alguna discapacidad o invalidez. Jóvenes que no lo son. Las mal llamadas “medidas afirmativas” son chunga y engaño.
Malo, malo, malo: la sistemática y repetida conducta del presidente de México entrometiéndose en la contienda electoral. Si alguien ha puesto en entredicho la legalidad de esta elección es el presidente López Obrador.
Lo feo
La violencia criminal, los atentados en contra de aspirantes, precandidatos, candidatos y políticos, que hacen de estas elecciones las más violentas de que se tenga registro. Hay zonas enteras del país en que la delincuencia decide la competencia. El caso más grave –quizá- es Guerrero, ubicado en la costa del Pacífico que es, de norte a sur, territorio narco. Como lo son Tamaulipas y buena parte de Veracruz. Chiapas y Tabasco. Guanajuato y Aguascalientes. No hay estado que se salve. Tampoco la CDMX.
La responsabilidad de salvaguardar la vida de todos y todas es de las autoridades de seguridad pública, no de las electorales. La participación del INE en la llamada “Mesa de Seguridad” ha sido, por decirlo suavemente, lamentable. La violencia criminal ha sido y es la mayor amenaza la integridad de este proceso electoral. A la incapacidad de las autoridades de seguridad pública se suma la impunidad, garantizada por fiscalías y jueces incapaces, o aterrorizados.
Para hacer frente a esa amenaza, a ese riesgo, la solución inmediata es solo una: ¡vamos a votar este domingo 2 de junio!
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