Colocar en la Secretaría de Gobernación a la más joven de su equipo es una audaz medida del presidente López Obrador. No es el primero que lo hace. Tampoco será el último.

Luis María Alcalde Luján arriba al señorial y antiguo Palacio de Cobián a unas semanas de cumplir 36 años (nació en agosto de 1987); comparativamente, llega a la oficina que inauguró, después del triunfo maderista, el chihuahuense Abraham González, a una edad menor a la que tres de sus antecesores más jóvenes lo hicieron.

Lázaro Cárdenas, Juan Camilo Mouriño y Alejandro Poire ocuparon la oficina principal del Palacio de Cobián a edades semejantes a las de la nueva titular de la SEGOB, pero, hasta donde una rápida revisión histórica me permite afirmar, del siglo XX y los años que del XXI llevamos, la ex secretaria del Trabajo es la de menor edad en llegar a Bucareli. Se trata de un extraño relevo generacional, en el ocaso del sexenio de la 4T.

Digo que el relevo me parece extraño porque hasta el mismo día que fue anunciada la designación de Alcalde, en la mañanera del lunes 19, se daba por un hecho que la suplencia de Alejandro Encinas como encargado del despacho de la SEGOB se prolongaría, al menos, hasta el 6 de septiembre de este año. Esa hipótesis tenía como sustento la carta que el hoy ex secretario Adán Augusto López entregó al presidente López Obrador, en la que no existe la palabra “renuncia”.

Haber transitado casi cinco años como titular de la Secretaría del Trabajo es el primer galardón que puede presumir Luisa María Alcalde. Si hacemos el recuento de quienes siguen en sus cargos, del 1 de diciembre de 2018 hasta hoy, las bajas son muchas más que las permanencias. Pero no es solo mérito por el tiempo en el cargo, lo es también por logros de los que legítimamente puede presumir.

Quizá el más significativo sea la recuperación sostenida del poder de compra del salario mínimo, de 2019 hasta hoy. No menor fue su papel en la reforma legal que eliminó el nocivo sistema de subcontratación laboral conocido como outsourcing, así como en la que duplicó el primer periodo vacacional de todo trabajador o empleado, que aumentó de 6 a 12 días por año.

Contra viento y marea, incluso sorteando los embates y el fuego amigo, Alcalde sobrevivió a conflictos en los que intereses ajenos a la conflictiva laboral han impedido dar solución a justas demandas sindicales, como las que sostienen los trabajadores y empleados de la agencia Notimex, ahora condenados a la extinción de su fuente de trabajo. Fui testigo de los afanes de la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero y de Luisa María Alcalde, en la Secretaría del Trabajo, por dar solución justa y en favor de los empleados y trabajadores de la agencia noticiosa del Estado mexicano. No ha sido posible.

Alcalde llega al palacio de Cobián con una agenda que destaca por los pendientes que hereda. Como responsable de la Política Interior, la Ley le confiere la responsabilidad de la relación entre el Ejecutivo y los otros dos poderes de la Unión, el Legislativo y el Poder Judicial, que encabeza la SCJN. Es responsable de la relación con los ejecutivos estatales y el de la CDMX, así como de encabezar, en ausencia del presidente, el gabinete de seguridad. También tiene a su cargo la relación con los órganos constitucionales autónomos, entre otros el INE y el INAI.

Se espera que los embates presidenciales contra la Corte arrecien una vez que –hoy jueves 22 de junio, el llamado “Plan B” quede sepultado. En ese tema, lo que haga, o deje de hacer, la nueva secretaria de Gobernación es poco. Lo que importará es la manera en que habrá de contribuir a  restablecer una conducta de elemental respeto del presidente de la República a la Suprema Corte de Justicia, y al Poder Judicial en su conjunto.

Con el INAI el pendiente inmediato es permitir que en el Senado se cubran las vacantes de comisionados para que ese organismo constitucional funcione y sea el efectivo garante del derecho humano a la información gubernamental y la protección de datos personales.

A mi entender, no hay tarea más importante para Luis María Alcalde que contribuir, en el ámbito de sus atribuciones y competencias al frente de la Secretaría de Gobernación, a que el INE y el TEPJF organicen y conduzcan a buen puerto las elecciones del año próximo. Dejar claro, pronto y bien, que su papel en Bucareli es de coadyuvante para garantizar a la sociedad elecciones libres y justas, es el primer reto de la nueva secretaria. Respetar la autonomía e independencia del INE y acatar las sentencias del TEPJF son las vías para ese propósito.

Por su formación familiar y su trayectoria política, cabe esperar de la nueva inquilina del Palacio de Cobián un claro compromiso democrático, expresado en el cumplimiento de la Constitución y el ejercicio pleno de las atribuciones que la ley otorga a la Secretaría de Gobernación.  

Conviene esperar a verla en sus primeros lances, para luego emitir valoraciones sobre su desempeño en la que, pese a todo, sigue siendo la secretaría más importante del gabinete presidencial.

Posdata. Bueno será que Luis María Alcalde proponga al presidente al subsecretario de Gobierno de la SEGOB. Esa subsecretaría existe, pero está acéfala desde agosto de 2020.