Argentina y la opción por Milei
La elección del economista libertario Javier Milei como presidente de Argentina, y de la abogada Victoria Villarruel como vicepresidenta para el período 2023-2027, provocó todo tipo de reacciones y preguntas. En el balotaje del 19 de noviembre de 2023, la fórmula de La Libertad Avanza (LLA) se impuso con el 55.65 % de los votos frente al 44.35 % obtenido por el oficialismo peronista de Unión por la Patria. La dupla vencida estuvo integrada por los candidatos Sergio Massa y Agustín Rossi, ministro de Economía y jefe de Gabinete del expresidente Alberto Fernández, respectivamente.
La pregunta que nos recorre es ¿cómo explicar la opción por Milei? Al mismo tiempo, surgen interrogantes sobre qué significa su elección en términos de presente y futuro de nuestra democracia. Al respecto, es necesario adoptar una actitud de comprensión, en lugar de juicio. Esta comprensión es importante si verdaderamente pretendemos construir democracias plurales en las que diversos proyectos contrapuestos puedan dirimirse bajo reglas pacíficas.
En 2023, Argentina se encuentra conmemorando cuarenta años de democracia ininterrumpida, un verdadero logro en un país con un historial de golpes de Estado, violencia política y represión ilegal, en particular durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983), que incluyó una guerra por nuestras islas del Atlántico Sur, Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
Sin embargo, en este marco de celebración democrática emergió un liderazgo y un discurso que generó curiosidad y entusiasmo en algunos –al menos en una parte suficiente de la población como para obtener la presidencia–, mientras que provocó preocupación, temor y rechazo en otra parte de la misma sociedad. En efecto, la pasión por Milei dividió las aguas de la política argentina. Y su triunfo generó desconcierto y expectativas debido a múltiples aspectos. Abordaremos algunos de ellos.
En primer lugar, se trata del triunfo de un partido político nuevo, La Libertad Avanza, con una articulación ideológica de derecha libertaria, ultraliberal en lo económico, enemiga de lo estatal, con un candidato que hizo de la promesa de libertad su bandera, del ajuste fiscal y la dolarización sus armas declaradas –junto a una motosierra que agitaba como recurso escénico en sus actos de campaña– y de la “casta” política su blanco preferido, aunque no el único. También el nuevo presidente se ha pronunciado contra los periodistas “ensobrados” –léase corruptos– e incluso durante la campaña tuvo que pedir disculpas al Papa Francisco por expresiones en su contra. Teniendo en cuenta la llamada telefónica que mantuvo el presidente Milei con el Papa luego de que aquel ganara el balotaje podemos inferir que las disculpas fueron aceptadas.
En segundo lugar, se destaca la velocidad con la que el principal dirigente de este partido nuevo accedió al puesto más preciado en un sistema presidencialista. En ese recorrido, un mensaje caracterizado por la vehemencia y la claridad en el rechazo a la “inmundicia” de la política se apoyó en cierto aire fresco de recién llegado, puesto que el único cargo público electivo que ha detentado el nuevo presidente es el de diputado nacional para el cual fue electo hace sólo dos años, al igual que la vicepresidenta. Así, la inexperiencia se transmutó en valor cuando lo experimentado por la sociedad argentina han sido décadas de problemas que se repiten en crisis interminables que agotan generaciones enteras (hiperinflación, crisis de representación, polarización extrema, delito e inseguridad, entre otros).
Y esto ocurrió a pesar del temor que generaron las expresiones del presidente y particularmente de la vicepresidenta respecto a la última dictadura militar en Argentina, por ejemplo, la convalidación del discurso de los “excesos” en la represión ilegal y la apelación a la construcción de una memoria “completa”. También produjeron temor y rechazo ideas como la venta de órganos, la portación libre de armas, entre otras. Sin embargo, ningún proyecto futuro e hipotético de este tipo pudo detener el impacto de un presente abrumador sobre las decisiones de una amplia mayoría de votantes que viven día a día con 120 % de inflación acumulada, 142 % de variación interanual en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) medido a octubre 2023, 40.1 % de pobreza y 9.3 % de indigencia (INDEC), con todas sus consecuencias, especialmente cuando el 45 % de los trabajadores se encuentra en condiciones de informalidad y se registra deterioro en los indicadores de trabajo decente (OIT).1
En tercer lugar, relacionado con lo anterior y atisbando el futuro, es significativo observar el comportamiento de Juntos por el Cambio, principal competidor de La Libertad Avanza en la oferta de “el cambio” durante la campaña electoral. Hasta la primera vuelta del 22 de octubre 2023, la descalificación hacia la candidata presidencial de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, por parte de Milei, fue persistente y contundente, por ejemplo, refiriéndose a un atribuido “pasado de montonera asesina” en el debate presidencial del 8 de octubre de 2023.
Pasada la primera vuelta y ante el nuevo escenario de balotaje entre Milei y Massa, los desplazamientos fueron inmediatos. Tan sólo unos días después de la elección en primera vuelta el expresidente Macri, referente de Juntos por el Cambio, expresó su “apoyo incondicional” a Milei, y Patricia Bullrich hizo lo propio. Como resultado, cada dirigente se vio en la necesidad de evaluar y manifestar si apoyaría o no al candidato libertario, dando comienzo a un proceso de descomposición interna en la que había sido hasta el momento la principal coalición opositora al peronismo en el poder, y particularmente al kirchnerismo. ¿Cómo termina esta secuencia? Bullrich ha sido confirmada como ministra de Seguridad y su candidato a vicepresidente Luis Petri es el nuevo ministro de Defensa del gobierno de Javier Milei.
¿Qué hay de nuevo en la Argentina?
Al momento de la escritura de este artículo, cuando aún el gobierno de Milei es una incógnita, se ensayan hipótesis de lo más variadas. Entre ellas, el intento humano por reducir la incertidumbre frente a lo desconocido nos juega malas pasadas y nos fuerza a interpretar el futuro con categorías conocidas, buscando un rostro familiar. Así es como surgió la comparación entre Milei y el ya fallecido expresidente Menem (PJ, neoliberal en los hechos).
Si bien la admiración de Milei por Menem es pública, así como su acuerdo con políticas implementadas en la década de los 90 en Argentina, ambos dirigentes no son lo mismo. La diferencia fundamental estriba en la genuina novedad que significa un gobierno de La Libertad Avanza, un partido nuevo, un presidente sin experiencia de gobierno ejecutivo, con una minoría originaria (29.86 % de los votos en la Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), de agosto de 2023 y 29.99 % en primera vuelta de octubre 2023).
El pragmatismo con el que el presidente Milei ha formado su gabinete indica una aspiración a multiplicar lazos y adhesiones. Pero eso no cambia el hecho de que LLA no es el PJ de Menem, que Menem fue un político profesional, gobernador antes que presidente, que ganó la elección de 1989 con más de 48 % de votos en primera vuelta encabezando la lista de un partido con décadas de incidencia en la vida política de la Argentina, y que obtuvo la reelección con 49 % en 1995. Si Milei realiza su proyecto político a cabalidad, Menem habrá quedado en la historia como un moderado.
¿Esa posición minoritaria original de La Libertad Avanza puede ampliarse? Por supuesto que sí. Néstor Kirchner (peronismo, Frente para la Victoria) asumió en 2003 con el 22 % de los votos cuando Menem se retiró de la segunda vuelta. Y no sólo completó su período de gobierno, sino que el proyecto político encontró continuidad en dos mandatos consecutivos de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta (2007-2011 y 2011-2015).
Además, y tal como hemos señalado, en la opción por Milei hay un componente de apelación directa al pueblo, de puesta en jaque de las instituciones políticas, de “cambio de régimen”, según las palabras del propio presidente. Si estos primeros gestos se convertirán en una forma de populismo libertario es algo aún en potencia. Consignas de rechazo a “la casta”, la apelación a los “argentinos de bien” y referencias negativas a lo público como aquello que se hace “con la nuestra” (por la guita, la plata o las formas más populares de llamar al dinero en Argentina) nos recuerdan a un discurso típicamente populista según el cual la felicidad del pueblo ha sido robada por una elite reconocible, identificable y, por lo tanto, expuesta a repudio y expropiación.
Nuestra colega María Esperanza Casullo (2019) escribió un libro importante para entender esa estrategia: Por qué funciona el populismo (Siglo XXI). Allí, María Esperanza desmenuza las partes de este mecanismo: un líder, un pueblo movilizado, un discurso que divide el campo político entre nosotros y ellos, un daño perpetrado por la elite en contra del pueblo. Lo sugestivo es que “quienes son y no son pueblo”, así como “quienes son los enemigos del pueblo” son categorías plásticas, invocadas por el líder, sujetas a una recreación conveniente.
Asimismo, el triunfo de la derecha libertaria en Argentina encuentra puntos de contacto con procesos políticos en desarrollo en la región y en el mundo. En EEUU el expresidente Trump reclama su postulación por el Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2024. En América Latina, liderazgos de derecha se despliegan recolectando la insatisfacción pública: Bolsonaro gobernó Brasil, Bukele busca su reelección en El Salvador, Kast perdió la presidencia de Chile frente a Boric, pero conserva su influencia en el proceso constitucional, por ejemplo.
La ultraderecha también se consigue en Europa. El triunfo de Wilders en Países Bajos se suma a una tendencia que tiene, además, un rasgo visible: la preferencia de estas opciones entre los y las jóvenes, particularmente varones.
Así, Argentina se suma a una lista de democracias que eligieron liderazgos de ultraderecha mientras muchos otros países ven crecer expresiones políticas similares que podrían acceder al gobierno en los próximos años.
Los desafíos para el nuevo gobierno
El gobierno del presidente Milei enfrenta desafíos múltiples y simultáneos. Estos son algunos de ellos:
Construcción de gobernabilidad. Si bien La Libertad Avanza ganó la elección presidencial en veintiuno de veinticuatro distritos en Argentina, con un crecimiento significativo respecto de 2021, se trata de un partido nuevo que aún no cuenta con gobernadores electos por su sello, aunque podría sumar adhesiones en el mediano plazo. En el Congreso Nacional cuenta con siete senadores (de setenta y dos) y treinta y ocho diputados (de 257).
Estabilización económica. Los datos que hemos mencionado sobre inflación acumulada e interanual, sumados a las tensiones que existen en el mercado de cambios respecto al precio del dólar, la deuda con el FMI (Fondo Monetario Internacional), la escasez de insumos importados, el déficit fiscal y las dudas sobre la implementación de las propuestas de campaña –como la desregulación de precios, el ajuste del 5 % del gasto público, el fin de la obra pública, entre otras– hacen de esta coyuntura en la Argentina un momento de extrema vulnerabilidad social.
El pasaje de la campaña al gobierno. Todos lo saben: una cosa es ganar elecciones y otra es tomar decisiones que afectan intereses, generan desplazamientos y se exponen en los medios de comunicación y en las redes sociales todos los días, las 24 horas. A su vez, hacer andar el Estado, aunque sea para desmantelarlo, supone un conjunto de procedimientos y de voluntades que es preciso instruir, pero también liderar.
Ya sabemos que dado un conjunto de reglas, no hace falta ser un partido mayoritario para ganar una elección presidencial en Argentina. La pregunta que se abre hacia el futuro se dirige a las chances de gobernabilidad de un partido minoritario que –por ahora– se rehúsa a pensarse como una coalición y en su lugar se concibe como una selección de ‘los mejores’, no importa de dónde vengan. Como en aquella obra de Magritte, Ce n’est pas une coalition. ¿Quiénes serán la oposición si todos los partidos políticos suman referentes al nuevo gobierno? ¿Cómo procesarán esos partidos los enfrentamientos internos que no se extinguieron con la campaña, sino que se reavivan ante cada incorporación de (ex)opositores al nuevo gobierno? ¿Se verá afectada la democracia argentina por la elección de un gobierno libertario?
Argentina decidió transitar un sendero que ahora se pone en marcha. Sólo queda recorrerlo, poner en valor la aptitud de la democracia argentina para procesar una elección de extrema polarización y elaborar nuevas “críticas democráticas a la democracia”, como nos enseñó el gran politólogo argentino Guillermo O’Donnell (2007) en Disonancias. En ese camino, nos propondremos desarrollar la capacidad de resiliencia de la democracia, tal como nos enseña nuestra colega Flavia Freidenberg (2023), y tendremos en nuestro maletín la experiencia comparada, por ejemplo, el trabajo de nuestra colega Laura Gamboa (2022, 2023) sobre cómo las oposiciones desarrollan estrategias para combatir la erosión democrática en contextos de crisis de la democracia global.
Finalmente, si hablamos de crisis de las democracias, las palabras de Adam Przeworski (2023) en su reciente visita a la Argentina resonarán por mucho tiempo: “Debemos estar atentos a todos los intentos que socaven la democracia. Sin embargo, la oposición tiene que ser más que un portavoz de la ira”. Los “demócratas deben hacer más que defender la democracia”.
¿Qué más podemos hacer por nuestras democracias?
1 Según la Organización Internacional del Trabajo (2023), en Argentina se deterioró el “acceso simultáneo a derechos laborales como la cobertura por obra social, vacaciones pagas, días pagos por enfermedad y aguinaldo. Esta caída fue particularmente marcada entre 2021 y 2022, en especial para las personas jóvenes”: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---ilo-buenos_aires/documents/publication/wcms_877488.pdf