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Autoengaño

Molesta por el voto de 5 consejeros del INE, que rechazaron validar el fraude electoral del domingo 1 de junio, la presidenta de México amenazó con presentar ante el Congreso de la Unión -que está a su servicio- iniciativa de reforma electoral. Dijo que ese es uno de los 100 puntos de su agenda de gobierno. Lo que no dijo es que será la reactivación de los planes A, B y C de López Obrador, para asaltar al INE, someter al TEPJF, reducir los espacios para las oposiciones, destruir la integridad del sistema electoral y perpetuarse en el poder.

Poco duró el artificial festejo en la 4T por el resultado del fraude electoral judicial. No es que hayan tenido pérdidas, o dejado de colocar a quienes seleccionaron para ministros, magistrados o jueces. Es que el estrepitoso ruido del concierto de acordeones priva de validez a la jornada comicial y sus resultados, así como de legitimidad a los así impuestos.

Cabe suponer que el hecho que mayor molestia causó a la presidenta es la abstención del 87%, esa sí histórica, así como los casi 3 millones de votos anulados por igual número de electores que acudieron a las urnas. Otro motivo para el enojo presidencial fue la conclusión a la que llegó la Misión de la OEA, que observó la perjudicial elección.

“La Misión no recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países de la región.”

En entrevista con el periodista Rene Delgado (Entredichos, 26.06.25) la presidenta del INE afirmó de manera enfática que el Instituto salió “incólume” de la elección judicial. Se autoengaña. Desde la crisis postelectoral de 2006 el Instituto (entonces IFE) no había sufrido un deterioro tan grave, en su credibilidad y confianza, como el que le provoca el fraude electoral, y sus propias decisiones. La confianza en la autoridad electoral no deriva de su capacidad para instalar casillas y contratar la impresión de boletas, sino del cumplimiento de su misión como garante de la integridad de los procesos electorales. Al igual que en 2024, el INE no cumplió.

En todo caso, la presidenta de México no parece compartir la opinión de la del INE. En efecto, en su anuncio de reforma electoral ha incluido como objetivo podar al INE, al que critica por gastar más de 8 mil millones de pesos en la elección judicial extraordinaria. Estamos ante autoengaños mutuos. Ni el INE salió “incólume” de la elección, ni es responsable de los 8 mil millones que costó cumplir a López Obrador su capricho. La presidenta se duele de lo que ella misma ha festejado. Es ella la que, sin rubor alguno, sostiene que por esa elección “somos la nación más democrática del mundo”. Si eso fuera cierto, habría salido barato. Pero no lo es.

Lo que el INE pidió fueron 13 mil millones de pesos, adicionales a su presupuesto ordinario para este año. Como no se los dieron, instaló menos de la mitad de las casillas, respecto de las que funcionaron el año pasado. Por cierto, sin engaños, esa no fue la causa de la histórica abstención del 87%. Si quieren encontrar culpables, deberían verse al espejo.

Quienes hacen del engaño su instrumento para comunicarse con la sociedad, casi siempre terminan por autoengañarse. Hay extremos. Tal es el caso de la presidenta del Partido Morena, que primero negó la existencia del ruidoso concierto de acordeones y ahora denuncia al gobernador de Nuevo León por instrumentar un fraude en la perjudicial elección, usando sus propios acordeones. Es la misma dirigente que, invocando una encuesta patito, publicada en uno de los diarios de menor circulación en la CDMX, proclama desde ahora el carro casi completo para las 17 elecciones de gobernadores en 2027. Engaño y autoengaño. Bien advertía la siempre recordada encuestadora María de las Heras: “el efecto de las encuestas a modo es que quienes pagan por ellas terminan por creerlas.”

Sin engaños ni autoengaño, tomemos nota de lo anunciado por la presidenta de México. Antes de que termine mayo de 2026 hará aprobar cambios en la legislación electoral para podar y apoderarse del INE, como lo quería López Obrador. Para eliminar el financiamiento público a los partidos políticos, como lo quería López Obrador. Para eliminar los diputados y senadores de representación proporcional, como lo quería López Obrador. Para dejar fuera a las oposiciones de la enorme mayoría de los cabildos municipales, como lo quería López Obrador. Para cancelar las posibilidades de alternancia y garantizar al Partido Morena la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión, como lo quería López Obrador. Para hacer realidad los planes A, B y C, como lo quiere López Obrador. Para perpetuarse en el poder, como lo sueña López Obrador.

Posdata: la designación presidencial del ex director del INSABI, Juan Antonio Ferrer, como embajador de México ante la UNESCO es motivo de vergüenza nacional. Dicen que vienen otras peores.

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Jorge Alcocer V.

Director fundador de Voz y Voto.


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