Cita en Washington
El próximo martes 12 el presidente Andrés Manuel López Obrador estará en la Casa Blanca para reunirse con el presidente Joe Biden. Aunque la relación bilateral fluye con relativa normalidad, no ocurre lo mismo en la personal, debido sobre todo a las declaraciones y conductas de la parte mexicana. La ausencia del presidente mexicano en la pasada cumbre de las américas, a pretexto de las ausencias de Cuba, Nicaragua y Venezuela, fue motivo del más reciente desencuentro entre ambos mandatarios.
Nadie puede decirle al presidente mexicano quienes deben ser sus amigos en Estados Unidos, pero lo que si podemos opinar es que Donald Trump es una persona tóxica para los intereses nacionales y populares de México. Reafirmo mi opinión de que el posible regreso del ex presidente al Salón Oval es la mayor amenaza para la paz mundial y el mayor riesgo para la relación entre México y el vecino del norte.
Tres temas parecen centrales en la agenda del próximo martes.
La migración hacia Estados Unidos. El tema es central desde el último año del gobierno de Peña Nieto, cuando se produjeron las primeras caravanas de migrantes centroamericanos que, inevitablemente, cruzan por México en su camino al sueño americano. El flujo proveniente de los países del triángulo norte de Centroamérica se reactivó desde que la pandemia de COVID cedió terreno, pero en el primer semestre de este año el mayor flujo es de mexicanos que cruzan la frontera. Esos flujos de connacionales pueden obedecer a la inseguridad y la falta de empleo en regiones tradicionalmente expulsoras, pero todo indica que hay nuevas regiones en esa misma condición.
Desmilitarizar la estrategia y operación de nuestra política migratoria, regresar su conducción a la Secretaría de Gobernación y proponer a Joe Biden acuerdos inmediatos para la protección de los derechos humanos de los migrantes mexicanos y de otras nacionalidades, abriendo posibilidades de su empleo legal en Estados Unidos es posible, a condición de dejar para el consumo doméstico la retórica que exige soluciones imposibles de instrumentar, allá y aquí. La actual política social mexicana es insostenible en el mediano plazo, y no es un producto de exportación.
Ofrecer a Biden la colaboración para poner orden en los flujos migratorios que cruzan por México, atendiendo de manera integral el tema, desmantelando las bandas de traficantes de personas y desterrando la corrupción en el Instituto Nacional de Migración, son acciones que permitirían al gobierno de México colocar el tema migratorio en un espacio alejado de los reproches. Política migratoria con visión y mando civil. Ese es el necesario paso para una colaboración con sentido humano entre ambos gobiernos.
Otro tema es la galopante inseguridad que en México tiene en jaque a un número cada día mayor de ciudades, afectando la vida de millones de familias y afectando gravemente las actividades económicas y sociales. Es imposible que la situación económica y nuestra vida en sociedad tengan una perspectiva de progreso sin recuperar la seguridad pública. Seguir apostando todo a la militarización es un error. Hay que cumplir con lo establecido en los artículos transitorios de la reforma constitucional que en 2019 dio origen a la Guardia Nacional. Fortalecer las policías municipales y estatales es un paso que se debe dar cuanto antes. La colaboración de los Estados Unidos para ese propósito puede ser de enorme utilidad.
El otro tema es la seguridad de las inversiones en México, en especial en el sector energético. No hay vuelta de hoja. O nuestro gobierno respeta lo pactado en el TMEC y cumple y hace cumplir nuestra Constitución y las leyes, o entraremos a una espiral de quejas, demandas, arbitrajes forzados y deterioro creciente en la confianza de los inversionistas hacia nuestro país. El costo mayor lo pagará el siguiente gobierno, y los trabajadores que en México perderán, o no encontrarán, empleo.
Creo que esos son los temas en la agenda del martes 12. Esperemos que si no se resuelven, al menos no empeoren.