El arte del salto
El transfuguismo legislativo, fenómeno en el que los legisladores cambian de afiliación partidista durante su mandato, ha sido una constante en diversos sistemas políticos. En México, este fenómeno ha sido clave para entender dos aspectos del sistema político mexicano: el pluralismo competitivo de los primeros veinte años del siglo XXI, y la configuración de un partido predominante en años recientes. A continuación, exploro cómo el transfuguismo ha influido en estos dos aspectos y cómo ha moldeado la dinámica política en México.
1. Del sistema hegemónico a la fragmentación partidaria
Durante el periodo hegemónico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que abarcó de 1929 a 1990, el transfuguismo legislativo era prácticamente inexistente debido a la fuerte cohesión interna y disciplina partidaria impuesta por la organización política (véase la Gráfica 1). La estructura del partido, basada en un control centralizado y una estricta disciplina, desalentaba cualquier cambio de afiliación. La estabilidad del PRI se sustentaba en un sistema de incentivos y sanciones que mantenía a los legisladores dentro del partido, además de que desde 1933 estaba prohibida su reelección consecutiva. La figura del presidente como líder del partido y jefe del Ejecutivo aseguraba la lealtad y minimizaba el riesgo de transfuguismo.
Con la transición democrática y la apertura del sistema político en los años 90, la dinámica política cambió drásticamente. La pérdida de la hegemonía del PRI y el surgimiento de nuevos partidos transformó el panorama político incrementando la competencia y la fragmentación del sistema partidario. El número efectivo de partidos entre 1979 y 2000 era de 2.2 en promedio; para las dos primeras décadas del siglo XXI subió a 3.3 partidos.1 La caída del PRI como partido dominante y el surgimiento de una competencia multipartidista crearon un entorno donde el transfuguismo se convirtió en una opción viable para los legisladores; los diputados encontraron mayores incentivos y oportunidades al cambiar de partido, ya sea para mejorar su posición política, responder a presiones electorales o buscar beneficios personales y estratégicos.
La Gráfica 1 ilustra cuatro etapas en la evolución del sistema político mexicano. Cuando la línea de la gráfica muestra picos significa que hubo una variación porcentual importante entre la composición partidista original de la Cámara de Diputados y su composición al concluir la legislatura. La disparidad en la integración del Congreso implica necesariamente que hubo cambios en el número de miembros de las bancadas durante el periodo legislativo; en otras palabras, transfuguismo.
2. Ascenso del PAN y PRD: un nuevo contexto de competencia política
A partir de la alternancia en el año 2000, con la victoria de Vicente Fox y el fortalecimiento de partidos como el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el transfuguismo legislativo se convirtió en una estrategia recurrente. Los legisladores comenzaron a cambiar de partido buscando mejorar su posición política y responder a nuevos incentivos y oportunidades tales como mayores recursos para campañas, puestos en comisiones legislativas y mejores posiciones dentro del Congreso o en la administración pública.
Las motivaciones detrás del transfuguismo son diversas, pero la percepción de preferencias del electorado es especialmente importante y puede considerarse la más contundente. Los legisladores pueden verse influenciados por una serie de factores que van desde la presión de los electores hasta la búsqueda de mayores oportunidades políticas. Por ejemplo, un legislador puede cambiar de partido si percibe que sus electores están descontentos con su partido actual y que su carrera política está en riesgo. Esto ocurrió en 2015 cuando varios legisladores del PRD se unieron a Morena al percibir un cambio en la preferencia del electorado hacia este nuevo partido.2
Una segunda motivación son los incentivos económicos, que también juegan un papel crítico en el transfuguismo. Los partidos pueden ofrecer beneficios materiales, como financiamiento para campañas o posiciones estratégicas dentro del Congreso o en la administración pública federal o local, para atraer legisladores de otras bancadas. Un ejemplo es la oferta de puestos en comisiones legislativas de la Cámara de Diputados o de cargos administrativos dentro de las estructuras gubernamentales, como ocurrió con algunos legisladores del pan que cambiaron su afiliación a Morena tras recibir promesas de apoyo para su desarrollo político.3
La amenaza de sanciones es otra motivación importante. Los partidos pueden ejercer presión sobre los legisladores para que se mantengan alineados con la dirección partidaria, amenazándolos con expulsiones o con la retirada de apoyo en sus distritos. Sin embargo, cuando un legislador percibe que estas sanciones son inevitables o que la relación con su partido se ha deteriorado irreparablemente, puede optar por cambiar de afiliación para evitar consecuencias negativas. Este fue el caso de varios legisladores del PRI que se unieron a otros partidos en 2023 cuando el partido comenzó a perder su poder tradicional y se volvió más punitivo internamente.4
La búsqueda de mayores oportunidades políticas es quizás una de las motivaciones más comunes y comprensibles. En un entorno donde las lealtades partidarias son fluidas, los legisladores buscan maximizar su influencia y asegurar su futuro político. Un ejemplo notable es el de los legisladores del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que se han aliado con distintos partidos mayoritarios a lo largo de los años, ajustando sus afiliaciones según las tendencias políticas y las oportunidades de obtener puestos y candidaturas con la anuencia del gobierno en turno.5
El cambio de partido puede tener importantes implicaciones para la estabilidad del sistema de partidos y la gobernabilidad. El periodo de 2006 a 2018 en México es un claro ejemplo de cómo el transfuguismo puede influir en la composición y dinámica del Congreso. Durante este tiempo, la fragmentación del sistema partidario y la necesidad de formar coaliciones para gobernar efectivamente han sido constantes. La proliferación de partidos políticos ha llevado a una Cámara de Diputados más dividida, donde ningún partido tiene mayoría absoluta (50 % + 1), obligando a los legisladores a negociar y formar alianzas para aprobar leyes y reformas. El entorno altamente competitivo y fragmentado creó un caldo de cultivo perfecto para el transfuguismo, ya que los legisladores buscan posicionarse para maximizar su influencia y garantizar el desarrollo de su carrera política.
La introducción de la reelección consecutiva de legisladores en 2014 también alteró los incentivos y estrategias políticas, fomentando el cambio de partido como una maniobra para asegurar la continuidad en el poder. Anteriormente, la falta de reelección inmediata limitaba las oportunidades de los legisladores para consolidar su carrera política a largo plazo dentro de un solo partido. Sin embargo, con la posibilidad de reelegirse, los legisladores tienen un incentivo adicional para cambiar de partido si perciben que sus posibilidades de reelección son mayores en una nueva afiliación.6 No hay evidencia concluyente, pero es posible que la reelección incentive a los legisladores a ser más pragmáticos y menos leales a sus partidos originales, priorizando sus intereses personales y electorales sobre la cohesión partidaria.
3. Consolidación de Morena
Los resultados electorales de 2024 marcaron un punto de inflexión en la dinámica del transfuguismo legislativo. Morena, bajo la coalición Morena-PT-PVEM, logró mantener el control del Poder Ejecutivo con un margen de victoria según los cómputos distritales realizados por el Instituto Nacional Electoral de treinta y dos puntos porcentuales, una diferencia que no se veía en décadas. Además, según los mismos cómputos distritales, podrían alcanzar la mayoría calificada de dos tercios en la Cámara de Diputados, quedando a solo tres escaños de lograr lo mismo en el Senado.
La reciente victoria consolidó a Morena como el partido predominante en el escenario político mexicano. La estrategia doble del “partido guinda” de absorber primero candidaturas que se convierten en escaños provenientes de otros partidos, particularmente del PT y el PVEM; y luego la atracción de escaños de otros grupos parlamentarios sobre todo del PRD y el PRI fueron clave para consolidar su base de poder. Entre 2006 y 2024, el 30 % de los cambios de bancada favorecieron a Morena, y en las dos últimas legislaturas (2018-2024), Morena recibió el 35 % de los diputados tránsfugas.
Desde 2018, Morena inició su consolidación como fuerza política predominante, ganando la presidencia con Andrés Manuel López Obrador y la mayoría en ambas cámaras del Congreso. El triunfo reflejó la capacidad del partido para captar el descontento popular y canalizarlo en un movimiento cohesivo. Sin embargo, la absorción de legisladores de otros partidos permitió a Morena aumentar su número de legisladores ofreciendo incentivos atractivos, como posiciones en comisiones legislativas, candidaturas y recursos, además de formar coaliciones electorales que aseguraban una plataforma estable y prometedora para la carrera política de los legisladores.
México es un caso paradigmático en el que el transfuguismo permitió que una fuerza política se consolidara como partido predominante. Los factores antes señalados han sido fundamentales para consolidar a Morena, permitiéndole utilizar el transfuguismo legislativo como una herramienta estratégica para la reconfiguración del panorama político mexicano, estableciéndose como la fuerza dominante en el país.
Los datos muestran que el transfuguismo legislativo ha desempeñado un papel de primer orden en la evolución reciente del sistema partidario en México. Desde un pluralismo competitivo, donde múltiples partidos tenían una representación importante y la necesidad de formar coaliciones era constante, el sistema ha transitado hacia una configuración de partido predominante en la que Morena ha demostrado una notable habilidad para utilizar el transfuguismo como una herramienta eficaz para consolidar su poder de manera efectiva en el Congreso.
4. Críticas y retos del transfuguismo
La transformación descrita no ha estado exenta de críticas. El transfuguismo puede erosionar la confianza pública en las instituciones democráticas y en los propios representantes. Los votantes que eligen a sus representantes bajo una plataforma partidaria específica pueden sentirse traicionados cuando estos cambian de partido en busca de beneficios personales o estratégicos, afectando la percepción de representatividad y legitimidad democrática porque el origen de muchos de ellos está en otros partidos y no en la ciudadanía que realmente emerge en el Poder Legislativo.
A medida que el sistema político mexicano sigue evolucionando, es apremiante entender cómo el transfuguismo ha contribuido a la transformación de un sistema de partido pluralista hacia uno dominante. Si bien Morena ha utilizado el cambio de partido dentro de los parámetros legales para consolidar su poder, esta práctica plantea desafíos para la legitimidad democrática del país. Por ejemplo, los cambios de partido pueden modificar la composición del Congreso de manera que no refleje la voluntad de los votantes, distorsionando la representación democrática.
Para mitigar los efectos negativos del transfuguismo será necesario implementar reformas que aborden las causas subyacentes de este fenómeno. Entre las posibles soluciones se incluyen el fortalecimiento de la disciplina partidaria, la promoción de la transparencia en los procesos legislativos y la creación de incentivos que fomenten la lealtad con el emblema. Además, es necesario que los partidos políticos trabajen en construir una cultura organizacional fuerte y cohesiva que pueda resistir las tentaciones del transfuguismo. En otras palabras, adoptar medidas que fortalezcan la democracia interna de los partidos.
5. Conclusiones
El transfuguismo legislativo ha jugado un papel fundamental en la evolución del sistema político mexicano, evidenciando su impacto tanto en la era del pluralismo competitivo como en la configuración de un partido predominante. Dicho fenómeno ha sido una herramienta para que los legisladores ajusten sus lealtades partidarias en respuesta a cambios en el entorno político, las preferencias del electorado y las oportunidades estratégicas.
Desde el fin del sistema hegemónico del PRI y el incremento de la competencia multipartidista en los años 90, hasta la consolidación de Morena como el partido dominante en la última década, el transfuguismo ha demostrado ser un reflejo de las dinámicas internas y externas que afectan a los partidos políticos y sus legisladores. Las motivaciones detrás del transfuguismo, que incluyen incentivos económicos, presiones electorales y sanciones partidarias, han permitido a los legisladores maximizar sus oportunidades políticas y responder de manera pragmática a un entorno político en constante cambio.
La capacidad de Morena para utilizar el transfuguismo como una traza para consolidar su poder resalta la importancia de este fenómeno en la reconfiguración del sistema partidario. La absorción de legisladores de otros partidos ha fortalecido su base de poder, pero también plantea interrogantes sobre la estabilidad y gobernabilidad futuras del sistema político mexicano. La práctica del transfuguismo, aunque legal, puede erosionar la confianza pública en las instituciones democráticas al distorsionar la representación de los votantes.
Para abordar los desafíos que presenta el transfuguismo, es perentorio implementar reformas que fortalezcan la disciplina partidaria, promuevan la transparencia en los procesos legislativos y creen incentivos que fomenten la lealtad partidaria. Además, los partidos políticos deben trabajar en construir una cultura organizacional sólida y cohesiva que resista las tentaciones del transfuguismo y asegure que los cambios de afiliación reflejen la voluntad de los votantes y no sólo intereses individuales.
En conclusión, el transfuguismo legislativo en México ha sido una manifestación de las dinámicas políticas del país. Su estudio ofrece valiosas lecciones sobre cómo los sistemas políticos pueden adaptarse a las cambiantes realidades sociales y electorales. A medida que México continúa su evolución política, será esencial observar cómo este fenómeno influye en la gobernabilidad y en la capacidad del Congreso para representar efectivamente los intereses de la ciudadanía. Implementar reformas adecuadas y fortalecer la democracia interna de los partidos serán pasos esenciales para asegurar un sistema político más equilibrado, representativo y eficaz en el futuro.