Elecciones e innovación tecnológica
Los intentos por generar contextos de confianza y certeza antes, durante y después de los procesos electorales son atravesados por la innovación tecnológica. La ciudadanía exige cada vez más que estos procesos responden a contextos de seguridad, transparencia y certidumbre. Estos elementos son tan importantes que su existencia facilita que aumente la confianza ciudadana en las instituciones. De este modo, el uso de herramientas tecnológicas en las elecciones puede contribuir a concretar elecciones legítimas a los ojos de la ciudadanía, de los actores políticos y de las agencias internacionales de evaluación de las elecciones, uno de los instrumentos tecnológicos para facilitar el proceso de votación. Más allá de la existencia de posiciones encontradas, ¿Cuál es el papel de la tecnología en las elecciones en América Latina? El Observatorio de Reformas Políticas en América Latina (#ObservatorioReformas) ha identificado trece países donde se contempla alguna de esas variaciones como parte del proceso electoral.
Seis países han legislado el uso de la urna electrónica o de máquinas de votación, entre los que destacan Brasil, Venezuela, Colombia, Paraguay y, más recientemente, Ecuador y Costa Rica, que si bien han legislado la posibilidad de incorporar la urna electrónica en el proceso de votación, su uso está sujeto a decisiones coyunturales de sus instituciones electorales. En México, existen algunas experiencias de uso de la urna electrónica para votar a nivel subnacional, como ha ocurrido en las elecciones de los estados de Coahuila o Jalisco. En contraparte, en Bolivia, El Salvador, Honduras, Nicaragua o Panamá no hay indicios de que se haya legislado o implementado la urna electrónica.
El voto electrónico ha sido incorporado para facilitar el voto desde el extranjero en algunos países. Esto es posible encontrarlo en Brasil, Ecuador o México, países que cuentan con reglas al respecto. Es más, en el caso mexicano, si bien la reforma electoral de 2014 considera el voto electrónico como una opción para la votación desde el extranjero, la medida será por primera vez implementada en las elecciones subnacionales de 2023. También hay experiencias en la región que han considerado el uso del voto electrónico para sus elecciones en territorio nacional. Un ejemplo de ello es Perú, que lo reguló en 2005 y otro Argentina, que ha implementado el voto en elecciones subnacionales como es el caso de los comicios de 2015 en la ciudad de Buenos Aires. En otros países la discusión sobre el voto electrónico lleva varios años, como es el caso de Chile, aunque aún no se ha resuelto al respecto.
Lo anterior no significa que la tecnología no esté presente en más procedimientos de la organización electoral. Por ejemplo, son cada vez más comunes el uso de máquinas de identificación biométrica en las mesas de votación y el uso de aplicaciones desde aparatos de telefonía celular, para identificar centros de votación o realizar algún trámite ante las autoridades electorales. En Panamá, por ejemplo, existe lo que se llama “Quiosco electoral”, a partir del cual la ciudadanía puede gestionar documentos y hacer trámites vinculados a su ciudadanía de manera electrónica. También se han fortalecido los sistemas electrónicos de conteo de votos y son cada vez más recurrentes los mensajes en redes sociales para promocionar el voto, como en los casos brasileño o peruano de este año.
Sin embargo, el uso de herramientas tecnológicas para los periodos electorales no garantiza maximizar la eficiencia de los comicios si no se hacen diagnósticos adecuados para su uso. Tal es el caso ocurrido en República Dominicana en el año 2020, donde se implementó un sistema de votación electrónico en 18 municipios de 158 totales en el país, incluido Santo Domingo. El sistema utilizado para estos comicios empezó a tener fallas técnicas, y, en este sentido, candidaturas y partidos políticos no aparecían en la pantalla de la urna electrónica, este evento se dio de manera generalizada en las circunscripciones donde se había optado por implementar el voto electrónico, ocasionando la cancelación y reprogramación de la jornada electoral para marzo de 2020.
Malos diagnósticos nos llevan a malos resultados, si bien, la implementación de herramientas tecnológicas dentro de procesos electorales tiene como finalidad favorecer la eficiencia y la calidad de dichos procesos, deben ir acompañados de evaluación continua ligada a planeaciones adecuadas que puedan converger con el contexto de cada país y las necesidades que cada proceso demande, no obstante, los primeros pasos a la innovación permiten identificar áreas de oportunidad que los gobiernos deben trabajar en pro de perfeccionar los nuevos modelos electorales y estos a su vez, resulten atractivos y certeros para la ciudadanía.
La experiencia de la pandemia de COVID 19 obligó a las autoridades electorales a implementar medidas que permitieran el cuidado de la salud de la ciudadanía, al tiempo que salvaguardan la integridad de los procesos electorales. Estás innovaciones fueron muy acertadas en el contexto de la pandemia y tuvieron un impacto positivo en los procedimientos de organización electoral -como la ubicación de los centros de votación y distribución de la información sobre los resultados de las votaciones- y de capacitación electoral para los integrantes de las mesas.
En esta línea, por ejemplo, la Oficina Nacional de Procesos Electorales en Perú optó por el desarrollo de aplicaciones para dispositivos móviles por medio de las cuales, las personas electas a cargos de mesa podían llevar a cabo su capacitación de manera segura y eficiente. Del mismo modo, desarrolló aplicaciones para apoyar en el conteo de los votos. En el caso boliviano, la capacitación electoral se dio bajo diferentes conceptos, priorizando la capacitación presencial con reforzamiento virtual y por radio y televisión. En el caso chileno, el curso de capacitación fue dado por el Servicio Electoral a través de videos preparados en la plataforma de YouTube.
Estas experiencias abren la puerta a repensar el futuro de los procesos electorales y como ir sumando herramientas tecnológicas para fortalecer al sistema democrático. La innovación y el cambio institucional son ineludibles. Las instituciones electorales deben evolucionar al tiempo en que la ciudadanía y el contexto lo demanda. Este puede ser el único camino que haga converger sanamente a unos con otros, y siendo así, el miedo al cambio que supone para algunos sectores la inclusión de la tecnología en los procesos electorales podrá ser eliminado a través de buenas prácticas con constantes evaluaciones a fin de mejorar lo que ya se tiene para llegar a lo que se quiere tener.