Las cuentas
Más allá del anecdotario, el diluvio de fotos y el aburrido pleito en redes, la reunión trilateral de mandatarios de América del norte tuvo lugar esta semana, sin mayor espectacularidad ni grandes resultados. Los dos mandatarios visitantes, Biden y Trudeau, sabían a qué venían y cómo lidiar con su anfitrión, que se ha vuelto predecible en casi todo.
Escribió Norberto Bobbio que el diálogo siempre es útil, aunque sea para saber lo que piensa el otro. Tres mandatarios, de diferente trayectoria y visión, se reunión y conversaron. Eso tiene un valor. Los temas -predecibles- los impone la realidad, la asimetría de sus economías y el lugar de cada una en el mundo. Es muy probable que para el presidente mexicano haya sido su primera y última aparición en una cumbre trilateral en su territorio. Dejará la presidencia en septiembre de 2024.
En una distribución de tareas -que no parece fruto de la casualidad, los dos visitantes repartieron temas y prioridades. Las de Joe Biden estaban sobre la mesa desde hace varias semanas y se reflejaron puntualmente en el comunicado conjunto, que se dice fue filtrado desde Washington antes de su entrega a la prensa. Para Justin Trudeau un solo asunto ocupó su tiempo, no porque sea exclusivo del interés de Canadá, sino por una táctica de pinza bilateral, buscando mejores resultados.
El inquilino de la Casa Blanca pagó el peaje impuesto por su anfitrión. Aceptó que el Air Force One bajara en el aeropuerto Felipe Ángeles. A cambio, regresa a Washington con una batería de obligaciones impuestas a México en materia migratoria. La principal es la apenas disfrazada extensión -por tiempo indefinido- del programa “Quédate en México” (Remain in Mexico), aplicable a casi todos los migrantes que cruzan sin papeles a Estados Unidos por nuestra frontera.
Centroamericanos, venezolanos, cubanos, haitianos y de otras nacionalidades, que sean detenidos por la Border Patrol serán regresados a México, sin mayor trámite o demora. Además, el gobierno mexicano aceptó instalar en la zona sur de nuestro país una estación para atender a los migrantes e intentar disuadirlos del viaje hacia la frontera norte. De la importancia del tema para la Casa Blanca da cuenta la presencia en la mesa bilateral del comisionado del INAMI, más relevante que la de casi cualquier otro de los mexicanos ahí presentes.
En materia de seguridad, el plato fuerte había sido servido horas antes del arribo de Joe Biden a México. La captura de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, fue suficiente para acallar las críticas externas a los resultados de la actual administración en materia de combate al narcotráfico. En alto contraste, mientras que en la delegación de la Casa Blanca estaba presente el Procurador General de Estados Unidos, en México, dijo el secretario Ebrard, se les pasó invitar a tiempo al titular de la Fiscalía General de la República. Al parecer la ausencia solo fue notada por el reportero que hizo la pregunta.
Joe Biden regresó a casa con varios triunfos, que le permitirán hacer frente a la embestida de la nueva mayoría republicana en la Casa de Representantes, en la que el vapuleado -por sus propios compañeros de partido- líder de la mayoría anunció la semana pasada que el tema migratorio en su frontera con México será prioritario en la agenda inmediata de la recién instalada legislatura.
A Justin Trudeau le correspondió abordar el miércoles, en su turno bilateral, el asunto que más roces provoca entre las tres naciones. La política del gobierno de México en materia energética es, dicen las empresas canadienses y estadounidenses, contraria al Tratado de Libre Comercio entre las tres naciones (TMEC). El empecinamiento de la dupla Nahle-Bartlett en hostigar y lesionar a las empresas privadas que operan en ese sector pronto dará lugar a fuertes litigios, de los que seguramente tendrá que pagar el costo otro gobierno de México. Canadá sabe cuál es su lugar en el triángulo norte de América.
Hace años Porfirio Muñoz Ledo me compartió una anécdota de su conversación, a mediados de los años 70, con el padre de Justin Trudeau. “México y Canadá podemos hacer presión doble sobre Estados Unidos, como los panes en una hamburguesa”, comentó el entonces embajador Muñoz Ledo al primer ministro Pierre Trudeau. Este le respondió: “es mucha carne y poco pan”.
Posdata. Una pequeña revancha de Biden fue que el regreso del Air Force One se hizo desde el desvencijado aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México.