Lecciones y desafíos tecnológicos de las elecciones de Colombia
El pasado 19 de junio, Colombia celebró la segunda vuelta presidencial, en la que Gustavo Petro y Rodolfo Hernández se disputaron el liderazgo del país por los próximos cuatro años, en unos comicios que registraron la mayor participación de los últimos 20 años[1] (58,17 % del padrón electoral).
Según el Índice de Observación Electoral de América Latina y el Caribe[2] de Transparencia Electoral, que califica a los países de acuerdo al alcance y los límites de la figura de observación electoral, Colombia está catalogado como un país con observación electoral plena, lo que le ha permitido recibir las Misiones de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE), Transparencia Electoral (TE), la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), entre otras, cuyos hallazgos son esenciales para aplicar mejoras en cada fase del ciclo electoral.
Entre las recomendaciones que destacan en el ámbito tecnológico del último proceso electoral se encuentran:
Identificación del elector a través de mecanismos biométricos
Pese a que en 2020, la Registraduría Nacional del Estado Civil (RNEC) habilitó la extensión de una “cédula digital”, que, además de incluir los datos biográficos del titular, cuenta con un código QR cifrado e información de seguridad y biometría, para estas elecciones apenas 350.000 electores las poseían. Vale mencionar que, una vez tramitado, el documento puede ser descargado en un celular y utilizado “para todo tipo de procedimientos, inclusive el ejercicio del voto”.
En este sentido, la OEA expresó en sus informes que resulta “imperativo” para la Registraduría la adquisición de equipos de reconocimiento biométrico a fin de que se habilite este tipo de identificación a la totalidad de votantes registrados en el país.
A partir de los comicios legislativos de marzo, la única medida para prevenir la suplantación de identidad era solicitar a los electores que registraran su huella y firma en el formulario E-11 de su mesa de votación.
No obstante, la OEA advirtió “que los jurados no tienen instrucciones de verificar la huella ni la firma [del elector], que los E11 no son entregados a los partidos por contener información sensible y que la Registraduría no cuenta con un equipo de peritos que pudiera revisar esta información”[3].
Sobre este aspecto, recomendaron iniciar un proceso de cambio de cédulas físicas a digitales, así como posibilitar antes de los próximos comicios la anulación de los documentos físicos inválidos.
Preconteo y escrutinio
Como sucedió en los comicios anteriores, las elecciones presidenciales de Colombia contaron con dos sistemas probados para la consolidación y difusión de los resultados: el preconteo y el escrutinio.
Solo una hora y media después del cierre de las urnas (17:30 horas), el CNE comunicó los resultados del preconteo de casi todas las mesas electorales del país. Tres horas después del cierre, “casi todas las actas de mesa habían sido digitalizadas y publicadas en el sitio web de la Registraduría”, indicó la MOE/UE[4].
Es importante destacar que, debido al poco tiempo entre la primera y segunda vuelta, tanto la Registraduría como el CNE no realizaron simulacros de ninguno de los dos sistemas, aunque sí efectuaron pruebas de carga y funcionalidades, a fin de corroborar el correcto funcionamiento de los mismos.
Sin embargo, la OEA destacó que el preconteo contó con “mecanismos de verificación de valores reportados en cero, validación adicional de información inconsistente”, sumado a una nueva instrucción a los operadores de los centros de llamada para “reverificar” los valores dictados por teléfono con el objetivo de “evitar errores en la carga”.
En función de estas observaciones, la OEA sugirió al CNE, entre otros aspectos, adquirir “para sí” - y con “completo control” - el software utilizado para todos los niveles del preconteo (zonales, departamentales y nacional), lo que permitiría a los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil “tener mayor acceso al sistema y realizar pruebas más exhaustivas”.
Por su parte, Transparencia Electoral aconsejó la integración de todos los sistemas y que la Organización Electoral tenga la propiedad exclusiva de estos.
La OEA también recomendó a la RNEC y el CNE “desarrollar una plataforma que permita a la ciudadanía dar seguimiento a los resultados oficiales en los distintos niveles del escrutinio”, así como “prever la realización de simulacros”, “restringir el acceso a Internet en las computadoras utilizadas para el escrutinio” y “definir un espacio único en el disco rígido de los equipos para el almacenamiento de los datos y archivos” necesarios para este proceso.
Transparencia Electoral no sólo ha hecho las mismas observaciones sino que también propuso definir una instalación acotada en cada estación de trabajo de manera de tener la exclusividad de los procesos para el sistema de escrutinio base.
En cuanto al seguimiento de los resultados, la MOE/Colombia destacó la necesidad de que las autoridades electorales “brinden la información necesaria” para trazabilizar las variaciones que conducen al resultado final, “con el objeto de cumplir con los principios de transparencia, publicidad del escrutinio y eficacia del voto”[5].
Lecciones y desafíos
Pese a las recomendaciones antes recogidas, las organizaciones y misiones que hicieron presencia en la segunda vuelta presidencial de Colombia coincidieron en que el país ha avanzado en materia de transparencia, confianza y solidez en materia electoral.
Si bien en las legislativas de marzo la diferencia entre el preconteo y el escrutinio dio rienda suelta a la narrativa del fraude[6], la Organización Electoral recogió las recomendaciones de las misiones de observación electoral y los partidos políticos, y en consecuencia, la primera y segunda vuelta transcurrieron sin grandes inconvenientes a nivel técnico. Esto quedó demostrado por el rápido reconocimiento de los resultados por parte de los actores políticos.
En este aspecto, la Misión de Observación de Transparencia Electoral (TE) celebró el esfuerzo conjunto en materia tecnológica, metodológica y operativa del CNE y la RNEC para la inclusión de mecanismos que, al garantizar la eficacia y transparencia de la expresión ciudadana, incentivaron la participación popular[7].
Pese a que aún hay mejoras por hacer, sobre todo en lo que refiere a fiscalización del financiamiento de las campañas electorales, la obligatoriedad de los debates, o la reducción de la violencia política, la primera y segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia demostraron el compromiso de las autoridades y funcionarios de las instituciones electorales, compromiso que fue proporcional al demostrado por la mayoría de los sectores políticos y, sobre todo, de la ciudadanía.
[1] En comparación con la primera vuelta, la abstención se redujo un 4,24 %, convirtiéndose en la más baja desde 1998, según la Registraduría.
[2] Índice de Observación Electoral de Transparencia Electoral.
[3] Informe preliminar de la MOE/OEA de las Elecciones Presidenciales 2022.
[4] Informe preliminar de la MOE/UE de las Elecciones Presidenciales 2022.
[5] Informe Preliminar de la MOE de las Elecciones Presidenciales 2022.
[6]Sobre la Narrativa del fraude, las redes sociales y la desinformación
[7] Informe Preliminar de la TE de las Elecciones Presidenciales 2022.