Salvar las elecciones
1Es difícil pensar en momentos que hayan alterado en forma tan significativa nuestra vida en sociedad. Las maneras en que apenas hace unas semanas funcionaban los ámbitos global, nacional o local aparecen irreales. No encajan en aquella realidad que –imaginamos– habrá cuando por fin se haya logrado dar vuelta a la contingencia provocada por el Covid-19. Se vuelve indispensable repensar las dinámicas.
Las elecciones han cambiado para siempre. A falta de una cura generalizada, en el futuro cercano es difícil pensar en esos abigarrados recintos escolares donde algunos países instalaban decenas de casillas. Quizás jamás se pueda volver a utilizar un aplicador de tinta indeleble. Cubrebocas y geles formarán ahora parte de la jerga electoral. El Coronavirus logró remover uno de los pilares fundamentales de la competencia y la administración electoral: la certeza de que las elecciones se llevan a cabo en el día prefijado.
El presente artículo escudriña en cuanto a las opciones que tienen los administradores de elecciones a efecto de llevar a cabo los comicios una vez que existan condiciones mínimas para ello.
I. Elecciones 2020: mantener o cancelar
Países que tenían comicios programados para los primeros meses del 2020 pudieron llevarlos a cabo al estar la epidemia en etapas embrionarias. Es el caso de Suiza y República Dominicana, así como el de la Ciudad de México y algunas entidades federativas en EUA que alcanzaron a tener elecciones primarias. No obstante, se adoptaron reglas estrictas y medidas sanitarias novedosas.[i] En algunos casos hubo sensibles bajas en los niveles de participación.
Una decisión distinta se tomó en los países que tenían comicios programados para fechas en que la epidemia ya alcanzaba niveles preocupantes. Más de 40 optaron por posponer comicios preparados para este año.[ii] El abanico incluye algunos muy importantes como los referendos de Armenia, Chile y Rusia; las elecciones generales de Bolivia, Etiopía, Serbia y Sudáfrica; las elecciones locales de México (Coahuila e Hidalgo), Reino Unido y Uruguay, o bien las primarias en 15 estados de la Unión Americana.
La medida adoptada –posponer elecciones– es racional en el corto plazo. Elimina cualquier posibilidad de que los comicios se vuelvan una fuente de contagio y permite mantener la estrategia de aislamiento adoptada en casi todo el mundo.
Lo cierto es que las elecciones sólo pueden suspenderse dentro de ciertos límites. Es posible pasar unos comicios de un mes para el siguiente, pero sólo una dificultad insalvable justificaría pasarlos para después de la fecha prevista para la toma de posesión del funcionario electo. Inclusive podría ser riesgosa alguna fecha previa, pero que comprometiera el periodo para resolver controversias.
II. La lección coreana: elecciones presenciales controladas
Corea del Sur –acaso el ícono más importante en la contención ordenada de la pandemia– mantuvo la fecha programada para sus elecciones (15 de abril) al estar ya en la fase descendente de su curva de contagios.
Las medidas sanitarias adoptadas por las autoridades electorales coreanas incluyeron la esterilización de las más de 14 mil casillas instaladas. A la entrada de cada una hubo personal encargado de medir la temperatura a las/los votantes, al tiempo que se les dotó de guantes y cubrebocas, cuyo uso fue obligatorio.
Las personas contagiadas pudieron votar anticipadamente por correo, o bien en las casillas que se dispusieron para ese fin específico. De igual manera, se tomaron medidas especiales para la población en aislamiento forzoso, el cual es obligatorio por quince días para todos aquellos que ingresan al país.
III. Una alternativa: adoptar la modalidad postal
Aquellos países que no quieran mantener la instalación de casillas, podrían transitar hacia modalidades postales de votación. En éstas, los ciudadanos registrados reciben las boletas en sus domicilios y, después de sufragar, las regresan a la autoridad electoral. El voto se puede enviar nuevamente por correo, o bien depositarlo en urnas específicas instaladas para ese efecto (drive-thru voting).
Este tipo de esquemas se han utilizado con relativo éxito desde la Primera Guerra Mundial. Se tienen experiencias en Alemania, España, Estados Unidos, Holanda, Irlanda, Reino Unido, Suiza y Suecia, entre otros. En México se utiliza desde 2006 para captar los votos de residentes en el extranjero, demostrando ser tan seguro y confiable como el que se emite en territorio nacional.
Por el lado positivo, debe decirse que –bien diseñada– esta modalidad evita cualquier aglomeración, pues los votos se reciben durante un periodo de tiempo relativamente largo. Además, en algunos casos se han reportado incrementos en la participación.[iii] Por otro lado, hay discusiones sobre la secrecía del sufragio y preocupaciones sobre las condiciones de operación de los correos en el mundo. La Comisión de Venecia ha reiterado que estas modalidades sólo deben utilizarse en aquellas naciones en que los correos funcionen en forma «segura y confiable».[iv]
Quizás las mejores perspectivas para avanzar hacia el voto postal en forma generalizada están en Estados Unidos. De hecho, actualmente el 72% del electorado preferiría sufragar por correo.[v] Algunos estados ya tienen suficiente experiencia en su implementación.
Habría, sin embargo, que hacer adecuaciones considerables a la infraestructura postal estadounidense, toda vez que no está diseñada para manejar un volumen tan amplio de piezas sensibles en el corto plazo.
IV. Otra alternativa: profundizar en el voto electrónico
Las modalidades electrónicas de votación son una alternativa valiosa. Si bien el mundo cuenta con menos años utilizándolas, lo cierto es que las experiencias que se tienen han sido documentadas exhaustivamente.
Las agencias internacionales ya han evaluado las modalidades electrónicas, encontrando que pueden ser consistentes con estándares democráticos internacionales, siempre y cuando se realicen en forma segura y confiable. Los sistemas deben funcionar en forma transparente.
a) Urnas electrónicas
Representan una opción imperfecta pues, aunque requieren menos funcionarios de casilla y por menos tiempo (el escrutinio es inmediato), lo cierto es que todavía necesitan que los electores se trasladen a los lugares de votación. Brasil e India ofrecen experiencias exitosas, dada su implementación gradual. Existen también interesantes experiencias de urnas electrónicas a nivel local en los Estados Unidos y Argentina (Salta). En México han sido implementadas en Coahuila y Jalisco.
En general las urnas electrónicas han funcionado satisfactoriamente. Se han reportado dos tipos de problemas.
Por un lado, la famosa sentencia del Tribunal Constitucional alemán que en 2009 adujo que el modelo utilizado no permitía que la ciudadanía tuviera pleno control de los pasos esenciales de la jornada electoral. Validó, no obstante, la consistencia de la urna electrónica con el principio de secrecía del sufragio.
En el otro extremo, ha habido experiencias donde lo que falla es la implementación. Es el caso de República Dominicana que debió suspender por completo una jornada electoral nacional toda vez que no aparecían todos los partidos en las pantallas.
Al problema arriba descrito habría que añadir soluciones para evitar que las propias máquinas se conviertan en eventuales puntos de contagio.
b) Voto a distancia
El voto por internet presenta una ruta más clara para avanzar hacia la nueva realidad de las votaciones post-Covid-19, en virtud de que elimina totalmente la necesidad de acudir a lugares de votación. Son innecesarios, también, los funcionarios de casilla.
Estonia es un ejemplo emblemático. La ciudadanía puede votar vía internet en todo el país. Cuando se empleó por vez primera en 2005, casi el 2% de la ciudadanía votó por internet. En 2019, los votos online representaron el 43.7% del total. En Noruega (2011) más del 70 por ciento de todos los votantes emitieron su voto a través de internet en diez municipios de prueba.
La Ciudad de México cuenta con un sistema de voto remoto que funciona desde 2012. El sistema ha captado ya 360 mil sufragios emitidos desde el lugar en que residen las personas. En 2020, la entrega de contraseñas migró a un esquema de reconocimiento facial que funcionó adecuadamente. A pesar de haberse utilizado en nueve ejercicios, no existe evidencia de algún sufragio que pudiera haberse perdido o alterado.
En 2020, el Instituto Electoral de la Ciudad de México estudió cómo escalar este sistema de voto remoto (diseñado para recibir votos desde los dispositivos de los electores) a una utilización mucho mayor, instalándolo en mesas receptoras de opinión en dos demarcaciones territoriales. Si bien el pilotaje reportó algunos problemas de implementación, la votación se preservó gracias a la entrada en operación del plan de contingencia previsto con antelación.
V. Recurrir a estándares y buenas prácticas
En 2004, el Consejo de Europa propuso recomendaciones para un sistema de votación electrónica, entre las cuales se encuentran: construir sistemas que prevengan ataques y fraudes; que el sistema de votación sea «razonablemente» simple, intuitivo, verificable y funcional, o –para sistemas remotos– considere que el usuario común tendrá algún porcentaje de malware.
La academia ha propuesto otras medidas: la verificabilidad del elector para asegurar evitar suplantación de identidad; la usabilidad, que no sólo implica que sea fácil de utilizar, sino que se realicen mecanismos de evaluación por parte de los ciudadanos para ver si el sistema les genera confianza. Asimismo, elementos técnicos específicos que tienen que ver con el monitoreo del sistema en tiempo real, auditorías y que el software no haga más de lo establecido.
El Cuadro 1 resume estándares internacionales que deben seguirse para la correcta implementación de modalidades electrónicas de votación. Su utilización ofrece una importante guía para eliminar las eventuales fuentes de error antes de la utilización total de sistemas electrónicos en el escenario post-Covid-2019.
VI. Elecciones post-covid-19
Después de la emergencia sanitaria, el mundo habrá de recobrar sus objetivos y su cotidianeidad. Pero lo harán de manera distinta. La posibilidad de contagio es –quizás– una variable que acompañará al mundo electoral. Es menester hallar formas creativas de mantener las elecciones periódicas, minimizando los riesgos para la población.
La experiencia coreana demuestra que el voto presencial no está descartado para mantener los esquemas de votación. Requiere, sin embargo, numerosos ajustes en campañas y emisión del voto, lo que acarrea importantes riesgos en la implementación.
Frente a esa opción, aparece la opción postal. Está fuertemente asociada a la capacidad instalada de los correos. Ahí donde es robusta y la población tiene niveles considerables de confianza, puede ser una opción viable. Se requieren ajustes importantes para trasladar los principios que guían la función electoral hacia arenas que fueron diseñadas de manera distinta.
Las opciones electrónicas presentan una alternativa más franca. Especialmente, el voto remoto elimina totalmente la necesidad de que varias personas recurran al mismo lugar, en el mismo momento. Es la opción que minimiza el riesgo de contagios, pero tiene retos de instrumentación. De ahí la importancia de recurrir a los principios y estándares que llevan a resultados óptimos.
[i] Por supuesto fue necesario incorporar medidas sanitarias en las casillas. Las Mesas receptoras de opiniones en la Ciudad de México tuvieron geles, cubrebocas y hasta guantes de látex.
[ii] IDEA INTERNATIONAL, Global overview of Covid-19 impact on elections. Publicado el 18 de marzo de 2020. Obtenido dehttps://www.idea.int/news-media/multimedia-reports/global-overview-covid-19-impact-elections.
[iii] Toby S., James (14 March 2011). Fewer Costs, More Votes? United Kingdom Innovations in Election Administration 2000–2007 and the Effect on Voter Turnout”. Election Law Journal: Rules, Politics, and Policy, Vol. 10, No. 1.