Tres elefantes
El 6 de junio pasado el boletín de prensa número 278 del INE se tituló “Exitosa Jornada Electoral en seis estados del país”. A reglón seguido el redactor escribió: “La respuesta de la ciudadanía fue tan alta que en el 81 por ciento de las casillas no fue necesario tomar a personas de la fila”.
Casi nadie pone en duda la calidad técnica y la capacidad organizativa del INE para realizar las jornadas electorales. Tampoco está en duda su eficiencia para diseñar, operar y difundir los resultados de los conteos rápidos que, con una muestra de actas de escrutinio y cómputo, permiten conocer la tendencia del resultado de la elección a pocas horas del cierre de las casillas.
En los comicios locales, una parte importante de esos méritos corresponde a los institutos electorales de cada estado, a los que en el INE tratan como a menores de edad, o en el mejor de los casos como a entenados.
Las capacidades de los institutos electorales son fruto de una larga acumulación de experiencia del personal del Servicio Profesional, que es la columna vertebral de nuestro complejo sistema electoral. El oxígeno que permite respirar a ese cuerpo se llama gasto público, que ha crecido de manera exponencial desde la reforma de 1996, pero de manera aún más acelerada a partir de la de 2014, que en aras de la centralización desapareció al IFE y metió al INE a los comicios locales, encareciendo todavía más los procesos electorales.
En el mismo boletín arriba mencionado, se consigna, como si fuera un hecho positivo, que “la participación ciudadana en casi todos los estados superó el 40%.”. El boletín presenta un cuadro con los datos de la participación ciudadana en cada estado.
El mismo hecho también puede ser descrito desde la otra cara de la moneda, para afirmar que la abstención de la ciudadanía, en casi todos los estados, fue mayor al 50%, destacando Oaxaca, en que alcanzó un 62%
En el balance no partidista el hecho relevante de las elecciones del domingo pasado fue el abstencionismo, es decir la indiferencia ciudadana. Oaxaca 62%; Q. Roo 60%; Aguascalientes 56%; Hidalgo 52.4%; Durango 50%; Tamaulipas 46.7%
Algo deberían decir en el INE de esa situación, aunque fuese para motivar alguna reflexión autocrítica sobre sus trabajos en materia de educación cívica y construcción de ciudadanía.
Algo debería decir el hecho de que mientras la casi totalidad de los mayores de 18 años cuentan con su credencial para votar, la enorme mayoría la usa para fines diferentes al ejercicio del derecho al sufragio.
Hemos construido un sistema electoral robusto, confiable. Los votos cuentan y se cuentan, pero son pocos en comparación con el potencial de electores. En nuestra democracia se identifica bien a los electores, pero no se les motiva a ser ciudadanos.
Ese es uno de los elefantes instalados en el centro de la mesa en forma de herradura del Consejo General del INE en la CDMX. Hay otros dos elefantes que nadie quiere voltear a ver. La coacción y compra del voto. La injerencia del crimen organizado en las campañas y jornadas electorales.
Hay que hablar de esos tres elefantes.