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Bloque negro

Aparecen en las manifestaciones a que convocan partidos opositores, o cualquier organización de la sociedad civil no alineada con la cuarta transformación. En alto contraste, no se les ve en las convocadas por el gobierno y su partido.

Su modus operandi es conocido: aparecen encapuchados, o con el rostro cubierto con paliacates, vestidos en ocasiones de negro, se infiltran en los contingentes de manifestantes, luego, a lo largo del trayecto, se agrupan en células de 3 a 5 sujetos, hombres o mujeres, para causar daños en locales comerciales, bancos, monumentos, destrozar mobiliario urbano y todo lo que se atraviesa en su enloquecido actuar. Cuando arriban al Zócalo capitalino se reagrupan y una parte de ellos ataca las vallas metálicas que -en esas ocasiones- se instalan para proteger Palacio Nacional, agreden con feroz violencia a los policías (granaderos) con un propósito, provocar desorden, miedo y caos entre los manifestantes que han arribado al Zócalo.

Eso hicieron el pasado sábado 15 de noviembre los integrantes del “bloque negro”. La novedad es que esta vez la mayoría de los agresores no usaron vestimenta negra, aunque todos estaban encapuchados o con el rostro cubierto con paliacates. Equipados con sierras eléctricas, sopletes, martillos y cadenas, desmontaron un tramo del muro de acero que protegía el Palacio Nacional, lo que una vez logrado les dio motivo para mantener durante varias horas violentos enfrentamientos con la policía capitalina, a la que un manejo inadecuado de sus mandos llevó a la desesperación y con ello a la agresión sin ton ni son, lesionando a reporteros, camarógrafos, fotógrafos y a todos los que, sin deberla ni temerla, se cruzaron en su enloquecida respuesta.

Los motivos y demandas de los ciudadanos que acudieron a la marcha quedaron borrados por la violencia de los encapuchados del bloque negro y la respuesta -violenta- de la policía capitalina (granaderos), que -una vez más, demuestra su incapacidad para contener, aislar y someter a los agresores. Hay quien me asegura que no es incapacidad, sino deliberada conducta. No lo se.

¿De donde surge, como funciona y quien financia y equipa al llamado “bloque negro”?

Las preguntas siguen sin respuesta de las autoridades capitalinas y federales.

Me queda claro que no son anarquistas que buscan desahogar su rechazo a las normas e instituciones con actos vandálicos. Seguramente hay anarquistas en las marchas opositoras, pero no son el bloque negro. Así como hay un modus operandi en los violentos, lo hay en el actuar de la policía capitalina y de las autoridades. Su tolerancia e inacción garantizan la impunidad para los violentos.

El 2 de octubre pasado y el 15 de noviembre los heridos fueron decenas, manifestantes y policías. Los daños a propiedades privadas y públicas incluyeron museos, instalaciones universitarias y locales comerciales, hubo asalto a joyerías. El día de hoy hay solamente 5 consignados ante un juez, sin que se informe quienes son y quien les paga.

El primer “bloque negro” del que guardo memoria no fue llamado así. Ellos mismos se identificaron como “los halcones”. Fueron usados para reprimir -con violencia asesina- a los estudiantes que el 10 de junio de 1971 marchábamos por la avenida México Tacuba rumbo al Zócalo en el DF. Los halcones tuvieron la cobertura y protección de la policía capitalina. Sus actos criminales quedaron impunes.

En aquél entonces varios reporteros e investigadores lograron revelar algunos hechos en torno a “los halcones”. Cito de memoria: eran casi todos jóvenes, radicados en su mayoría en Iztapalapa, cooptados para ser integrantes del llamado “pentatlón deportivo”, financiado por el gobierno del DF. Recibían entrenamiento paramilitar, en artes marciales y manejo de armas de fuego. Un escapista que aparecía en televisión, conocido como el doctor Zovek, era parte del equipo de entrenadores Los integrantes del pentatlón, mezclados entre los manifestantes, eran usados para reprimir marchas o reuniones contrarias al gobierno. No era frecuente que usaran armas en sus tareas represivas, pero cuando lo hacían, dejaban una estela de heridos y muertos.

Podría señalar otras similitudes entre los halcones de 1971 y el actual bloque negro. Agrego solamente una: la impunidad, que protege su criminal acción. En años recientes cabe recordar el violento despliegue del bloque negro el 1º de diciembre de 2012, cuando por horas actuaron en el Palacio Legislativo y el Centro Histórico sin que nadie los contuviera ni controlara. Aunque aparecieron antes, es desde la llegada del Partido Morena al gobierno federal y capitalino que sus acciones se multiplican. No han usado hasta hoy armas de fuego, pero podrían hacerlo en cualquier oportunidad, cuando sus jefes lo decidan.

Corresponde a los gobiernos federal y de la CDMX actuar para llevar ante la justicia a todos los integrantes del bloque negro, pero sobre todo a quienes los financian y controlan. Lo que es evidente es la omisión, deliberada o por ineptitud, de ambos gobiernos. La impunidad de que gozan los agresores alimenta las sospechas de que se trata de un grupo paramilitar al servicio del gobierno en turno.

Esa impunidad, que es complicidad, pretende ser ocultada por la catarata de descalificaciones que desde Palacio Nacional se dictan y difunden para desvirtuar a quienes asistieron a la manifestación del sábado 15 de noviembre. Aunque no les guste la comparación, tales conductas recuerdan las del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1968, quien denunciaba un “complot comunista” contra su gobierno. Hoy el gobierno morenista culpa de la violencia a sus víctimas, los jóvenes y adultos que asistieron a una marcha pacífica.

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Jorge Alcocer V.

Director fundador de Voz y Voto.


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